A 37 mujeres por acoger la idea.
A Julia de la Fuente por hacerla realidad.
A Andrea Huerta por cuidar sus pasos.
A Frida Castillo y Karla Domínguez por andar con ella.
A Fátima Fernández Christlieb por aplaudirla.
A Guillermo Güémez por darle portada.
A Rogelio Cuéllar por darle cara.
A Nina Menocal por darle casa.
A Ingmar Bergman por inspirar su título.
A John Fleming por todo, para siempre.
Prólogo
Decía la escritora Iris Murdoch que ser mujer es como ser irlandés: todos dicen que eres importante y agradable, pero siempre te colocan en el asiento de atrás y te piden que cierres la boca. Pero las mujeres que escriben en este libro no están sentadas allí ni quieren quedarse calladas. Los textos que escriben aquí representan un reto al silencio. Son una alternativa al secreto. Invitan a un viaje en la cabina de primera clase. Dan palabra y voz a 37 mujeres mexicanas de mundos diversos y trayectorias diferentes: escritoras, artistas, políticas, académicas, periodistas, publicistas, actrices, activistas, dramaturgas, funcionarias públicas, una restaurantera, una cantante.
Las convocadas en este libro escriben sobre momentos que las han sacudido; reflexionan sobre eventos que las han interrumpido; vierten verdades aleccionadoras al contestar las siguientes preguntas:
• ¿Qué te ha tomado por sorpresa?
• ¿En qué momentos y frente a qué circunstancias te has sentido poco preparada?
• ¿Qué ha sido aquello que ha constituido un reto inusual y desconcertante para ti?
Sus respuestas revelan una rica veta de historias y de experiencias definitorias en la vida privada de mujeres públicas. Todas asumen el reto y exploran temas sobre los cuales han querido hablar durante mucho tiempo. Escriben sobre hombres que han amado y por qué han dejado de hacerlo. Reviven momentos de dolor ante una muerte inesperada o de placer frente a una pasión arrebatadora. Relatan lo que es ser confrontada por “la otra mujer”, lo que es desear a un hombre casado, lo que entraña desnudarse frente a la cámara a los 40 años, lo que sacude un diagnóstico de cáncer, lo que cuesta criar a un hijo sin padre, lo que implica padecer dislexia y superarla. Meditan sobre sorpresas que han alterado sus vidas y las han transformado. Identifican áreas de sorpresa y silencio que las hacen ser quienes son. Y lo hacen con perplejidad, honestidad, enojo, amor, añoranza, tristeza, pasión. Las suyas son voces distintas pero conectadas por la experiencia compartida de ser mujer y de ser mujer en México.
El criterio de selección fue personal, visceral, intuitivo. Invité a mujeres que conocía y quería de cerca, o mujeres que no conocía pero admiraba de lejos. Invité a mujeres cuyas vidas y decisiones me parecían un enigma o un acertijo, o una ventana al mundo. Y el resultado final es lo que quería y esperaba: una visión de la vida a través de los ojos de 37 mujeres que pisan fuerte, que dejan huella, que escriben porque no podrían respirar sin hacerlo, que cambian al mundo o lo hacen más bello, que cargan con demonios adentro pero también los combaten
A todas les pedí que escribieran con honestidad, con valor, con agudeza. Y todas lo hacen, aun reconociendo que hay reductos privados más allá del alcance de las palabras. De diversas maneras y de diferentes modos cuentan la historia que quieren y pueden contar. Algunas hablan del dragón al que había que matar, de la montaña que tuvieron que escalar, de la guerra que era necesario pelear. Otras hablan del acto heroico que constituye la cotidianidad misma, de los días sin dragones ni montañas ni guerras.
Algunos textos iluminan rincones oscuros, revelan una verdad, incluyen una confesión, excavan un hoyo. Otros nadan sobre la superficie, invitando al lector a preguntarse qué hay debajo de ella. Algunas de las colaboradoras se miran de frente y otras de soslayo. Algunas revelan momentos profundamente personales con un gran arrojo y otras los relatan con un poco de cautela. La gran mayoría se vuelca sobre las preguntas y las responde con ese músculo terco que es el corazón. El resultado final es un libro con frecuencia revelador, a ratos estremecedor, siempre fascinante.
En textos eclécticos y heterogéneos, mis compañeras de viaje hablan de romances bienvenidos y pasiones malavenidas, del placer de los libros, del temor a la vejez, de la sociedad que intenta colocarlas en un cajón, de la muerte de las personas a las cuales más han amado y no dejan de extrañar. Escriben sobre los hombres que las ayudan y los hombres que las sabotean, sobre el dolor gozoso de la maternidad y el reto inescapable que conlleva, sobre los amores aire y los amores huracán. Recuerdan su primera película, su primer libro, su primer amor, su primer concierto, su última desilusión. Describen lo que ha sido trabajar para “el gobierno del cambio” y el reto que representa. Hablan de temores y recelos, de triunfos y fracasos, de las veces que traicionaron y las veces que fueron traicionadas, del sabor del alma y cuando se parte en dos. Escriben sobre la monotonía de la felicidad o cómo parece inalcanzable.
Aunque algunas no lo sepan, hay temas que las unen. En muchos casos comparten la percepción del éxito como algo accidental e inmerecido, que proviene de la suerte pero no del talento. A varias las vincula el anhelo por una formación más rigurosa o una educación mejor, y resienten no haberla tenido. A muchas las marca una madre escéptica que esperaba poco o un padre neurótico que esperaba demasiado. A algunas las define su trabajo y otras ni siquiera lo mencionan. Tienen más preguntas que respuestas, más dudas que certezas. A algunas les desconcierta la necesidad de ser tan duras cuando no lo son, de parecer fuertes cuando se sienten frágiles.
Pero son dueñas de su destino y lo miran sin parpadear. No se conforman con el segundo lugar. No desean sentarse en el asiento de atrás. No quieren ser relegadas a la cabina de segunda clase. No buscan vivir en la retaguardia de la historia. Y con su pluma combaten el silencio, la vida amortajada, la voz amordazada. Si tienen miedo, deciden enfrentarlo. Si se han caído, deciden volver a levantarse. Juntas tejen un tapiz de muchos colores, de muchas texturas. Juntas pintan un retrato frontal de sí mismas para el mundo.
Juntas también abren puertas y ojalá que este libro provea de llaves con qué hacerlo. Ojalá contribuya a que otras mujeres se protejan menos y hablen más, a que rompan el silencio y alcen la voz. Ojalá ayude a que seamos menos reticentes, más sabias, más valientes, más dispuestas a afrontar en lugar de esconder. Queda todavía mucho por decir y espero que esta colección sirva para iniciar una conversación colectiva, para entablar nuevas amistades y reanudar viejos lazos, para entender que uno no está tan solo en el mundo como a veces parece.
Porque aunque esté escrito por mujeres, este libro no es exclusivamente para mujeres. Las historias que cuenta y las interrupciones que describe no son una cuestión de género, sino parte de lo que es ser de carne y hueso. Las sorpresas y las experiencias intempestivas forman parte de la vida misma, al margen del género, la edad, el camino andado. ¿Quién no ha vivido la duda, temido a la muerte, gozado el placer, amado a la persona equivocada, aspirado al poder, sucumbido a la pasión, padecido la soledad, presenciado la violencia, enfrentado una enfermedad, resentido a sus hermanos, peleado con un jefe, perdido a un padre, amado a un hijo, batallado con un texto, preguntado cómo llegué aquí? Este libro invita al lector a explorar sus propias interrupciones, a visitar sus propios momentos de desconcierto y descubrimiento.