© Juan Manuel Santos, 2019 © Editorial Planeta Colombiana S. A., 2019 Calle 73 N. o 7-60, Bogotá Diseño de cubierta: Departamento de Diseño Grupo Planeta Imagen de cubierta: © Mads Nissen for the Nobel Peace Center Fotos interiores: Ministerio de Defensa Nacional de Colombia, Presidencia de la República de Colombia, archivo personal de Juan Manuel Santos, archivo personal de Juan Carlos Henao, Fernando Vergara/AP, León Darío Peláez/Semana, Haakon Mosvold Larsen/AFP. | Primera edición: Marzo de 2019 ISBN 13: 978-958-42-7664-3 ISBN 10: 958-42-7663-8 Impreso por: xxxxxx |
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A las más de ocho millones de víctimas del conflicto armado colombiano, centro y razón de ser del proceso de paz: las que fueron y las que ya no serán.
A Celeste, mi primera nieta, que solo conocerá esta guerra en los libros de historia.
“Santos fue capaz de ver —tuvo la imaginación y la visión para hacerlo— que este era el momento en el que podría dar un giro hacia la paz. (…) Fue algo realmente difícil de hacer, francamente más duro que Irlanda del Norte, más duro que cualquier conflicto en el que he estado involucrado, y pondría el conflicto palestino-israelí en el mismo nivel. Haber llegado tan lejos es un logro extraordinario. (…) Yo les diría a los colombianos que recuerden los días más oscuros de este conflicto y cómo fueron. Hay que debatir, por supuesto, el camino correcto para seguir adelante, pero sin volver atrás. Eso sería un gran error”.
TONY BLAIR
“Creo que Santos quiso darles a todos los colombianos diferentes opciones, y al final estuvo dispuesto a arriesgar su posición a corto plazo para mejorar la calidad y el nivel de vida de Colombia a largo plazo. (…) De manera lenta pero segura, Colombia ha recuperado una vida más pacífica y normal, y ahora su gente puede sacar provecho de los recursos naturales del país”.
BILL CLINTON
“Con el logro de un acuerdo de paz entre Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, la guerra de más larga duración en el hemisferio occidental llega a su fin. Hemos sido testigos, una vez más, de cómo un compromiso perseverante con la diplomacia y la reconciliación puede superar los más arraigados conflictos. Este acuerdo es un tributo al arduo trabajo y la cooperación de incontables líderes y ciudadanos colombianos —de todos los partidos y administraciones— que sentaron las bases de este hito. De manera especial, felicito al presidente Juan Manuel Santos por su valiente liderazgo a lo largo de cuatro años de difíciles negociaciones. (…) Creo que este es un logro de proporciones históricas que será, en últimas, bueno para la región tanto como lo es para el pueblo de Colombia. Requirió mucho coraje y mucho trabajo por parte de mucha gente. Estamos muy orgullosos de haber desempeñado un modesto papel para ayudar a que el diálogo avanzara”.
BARACK OBAMA
“Cualquier sacrificio que me espera en la vía que hoy empiezo a recorrer lo recibiré con alegría si puedo en cambio llevar a los hogares colombianos un poco más de bienestar, un poco más de justicia y el don divino de la paz”.
EDUARDO SANTOS
(Discurso de posesión como presidente de Colombia, 7 de agosto de 1938)
“Por la paz estoy dispuesto a tomar todos los riesgos necesarios. (…) La paz en Colombia es más, muchísimo más importante que cualquier aspiración personal, cualquier dignidad o cualquier persona”.
JUAN MANUEL SANTOS
(Carta al presidente Ernesto Samper, 11 de octubre de 1997)
AGRADECIMIENTOS
Gobernar es una labor solitaria en la que, por fortuna, conté con el apoyo de hombres y mujeres que se comprometieron con el futuro de Colombia y, por consiguiente, con la búsqueda de la paz. El proceso que adelantamos por más de seis años contó con el aporte de muchísimas personas con quienes estamos en deuda todos los colombianos.
Muy especialmente quiero agradecer al alto comisionado para la paz, Sergio Jaramillo; al jefe del equipo negociador, Humberto de la Calle; a los negociadores plenipotenciarios: los generales Óscar Naranjo y Jorge Enrique Mora, Frank Pearl, Luis Carlos Villegas, Gonzalo Restrepo, María Paulina Riveros, Nigeria Rentería, María Ángela Holguín y Roy Barreras; a los negociadores alternos: Jaime Avendaño, Alejandro Éder, Elena Ambrosi y Lucía Jaramillo, y al dedicado equipo de la oficina del alto comisionado para la paz, incluyendo a Gerson Arias, Mónica Cifuentes, Juanita Goebertus y Marcela Durán. A altos funcionarios que intervinieron en el proceso como Juan Fernando Cristo, Rafael Pardo y nuestro embajador en La Habana, Gustavo Bell. Y a mi hermano Enrique que acompañó momentos cruciales de la negociación.
Gracias a quienes sirvieron de facilitadores: Henry Acosta, Álvaro Leyva e Iván Cepeda. A los juristas: Manuel José Cepeda, Juan Carlos Henao, Douglas Cassel y Yesid Reyes. A los oficiales en servicio activo que conformaron la subcomisión del fin del conflicto: los generales Javier Flórez, Martín Fernando Nieto, Alfonso Rojas, Oswaldo Rivera y Álvaro Pico, y el vicealmirante Orlando Romero.
Para hacer la paz se necesitan dos. Por eso reconozco el compromiso, la seriedad y la voluntad de los negociadores de las Farc y de su líder Rodrigo Londoño —antes Timoleón Jiménez o Timochenko— que nos permitieron lograr el acuerdo. Fue un debate entre adversarios, arduo y difícil por las hondas distancias que nos separaban, y si llegamos a buen fin fue por el trabajo y la persistencia de todos.
Quiero destacar y agradecer el invaluable aporte de mis asesores internacionales: Shlomo Ben Ami, Jonathan Powell, Dudley Ankerson, Joaquín Villalobos y William Ury, que dieron luces y contexto a nuestra búsqueda por la paz. A los enviados especiales de Estados Unidos, Bernie Aronson; de la Unión Europea, Eamon Gilmore, y de Alemania, Tom Koenigs. A la Cruz Roja Internacional y los presidentes de su delegación en Colombia, Jordi Raich y Christoph Harnisch. Al expresidente de España —un gran amigo y aliado por la paz—, Felipe González, y el expresidente del Uruguay, Pepe Mujica.
Gracias a la comunidad internacional en general, que sin excepción rodeó nuestro proceso de paz, y muy especialmente a Cuba —nuestro anfitrión— y el presidente Raúl Castro, junto con Noruega, Chile y Venezuela, países garantes y acompañantes. Nombrar a todos los países, jefes de Estado y de gobierno, cancilleres, jefes de organismos internacionales, se haría interminable. Destaco, por supuesto, el papel fundamental de las Naciones Unidas, a través de su consejo de seguridad y sus secretarios generales Ban Ki-moon y Antonio Guterres, y su delegado Jean Arnault; de los Estados Unidos, con el presidente Barack Obama, su vicepresidente Joe Biden y su secretario de Estado John Kerry, y de la Unión Europea, a través de su alta representante para asuntos exteriores y de seguridad, Federica Mogherini.
Mi gratitud y mi mayor respeto a uno de los mayores líderes espirituales de nuestros tiempos, quien siempre apoyó e impulsó la paz en Colombia y la necesidad de la reconciliación: el papa Francisco.
La paz con las Farc no se hizo en ocho años. Fue un proceso largo que, con altas y bajas, avances y retrocesos, suspensiones y reinicios —como si se aplicara el método de prueba y error—, comenzó en 1982 con los esfuerzos del gobierno de Belisario Betancur (q. e. p. d.) y fructificó más de tres décadas después bajo mi mandato. Por eso valoro y agradezco los aportes que, en su momento, con diversos matices e intensidad, hicieron mis predecesores en la presidencia de la República.