Dedicado a mis maestros
al Creador
a la Abuela Tierra
a las plantas
RECONOCIMIENTOS
S on tantas las personas que hay influido en mi vida y en mi trabajo, que no es posible dar a todas un reconocimiento sin realizar una enumeración que resulte tan interesante y engorrosa como una guía telefónica. Pero hay muchos que ayudaron en el proceso de gestación de este libro y deseo expresarles mi agradecimiento.
A los curanderos que tuvieron el valor de compartir sus conocimientos antes de morir, particularmente Mainígans y Owl Woman; a mis tatarabuelos, C. G. y Mary Harrod, por razones que quedan claras en el libro; a mi abuela, Edna Buhner, por enseñarme el significado de la amistad; a mi hijo, Benjamin, por su compañía; a mi esposa, Trishuwa, por las interminables conversaciones a altas horas de la noche y por sus sugerencias y apoyo; a Brooke Medicine Eagle por su valor, su infinita dedicación a su camino y sus visiones recibidas a través de la pipa; a Wabun Wind por su fortaleza de carácter y muchas conversaciones telefónicas de apoyo e instrucción; a Ed Canda por quince años de amistad, atención como mentor y compañía en la búsqueda del éxtasis; a Rick Rinehart y Toni Knapp de la editorial Roberts Rinehart, por creer en el libro; a David Rockwell por la integridad y perspicacia demostrada en el libro Giving Voice to Bear [Dando voz a oso]; a Cyncie Marini por sus maravillosas pinturas; a Catherine Hunziker por presentarme las plantas y comenzar así el viaje; a Kelly Kindscher y Bill Lyon por sus reseñas iniciales y sus escritos; y a John Dunning por su amistad y sabiduría y por haber leído mis interminables borradores sin reírse, ni siquiera sonreírse, porque sabía lo fácil que a veces resulta extinguir la pequeña llama de la esperanza.
PRÓLOGO
Por Brooke Medicine Eagle
E n este momento en que una de las cuestiones más importantes para la familia de los bípedos es el reencuentro con lo sagrado, el libro de Stephen Harrod Buhner nos ofrece una perspectiva maravillosa de ese empeño. Su propio proceso de profundización en esa experiencia, que comparte con nosotros a lo largo del libro, y sus discursos sobre la naturaleza de la búsqueda humana de lo sagrado son profundamente útiles para cualquiera que busque la integridad y la santidad. Sea cual sea su forma específica de búsqueda de conocimiento sobre lo sagrado, este libro le ayudará a profundizarlo más aun y, muy especialmente, a convertirlo en sabiduría. Porque este libro no es un simple compendio de datos, sino un libro de experiencia, de conocimiento profundizado hasta convertirlo en sabiduría. Y, como toda sabiduría, no se limita a instruirnos sobre el tema específico (en este caso el uso sagrado de las plantas) sino que también enseña cómo llevar una vida de bien. A partir de las cosas más sencillas, genera una profunda comprensión de una vida sostenible y armoniosa. Y esta comprensión, este conocimiento, es la pertenencia más valiosa en nuestro mundo actual.
Medicina con plantas sagradas expresa bellamente un marco de referencia de sabiduría terrestre, no sólo en las amplias citas de ancianos indígenas, sino también en la forma en que se presenta la información, en la perspectiva misma que Stephen ha seguido en su propio aprendizaje. Deja claro que no hay que ser de cierto color ni de cierta raza ni procedencia étnica para buscar y encontrar una manera de estar en armonía con la tierra de Norteamérica. Parece natural que acudamos a los aborígenes cuando buscamos estos antiguos conocimientos de herbalismo, pero debemos despertar a nuestra plena humanidad y comprender que la sabiduría espiritual de la Tierra es un derecho propio de todos. Sólo tenemos que dedicar la atención a su revelación. Para encontrar la armonía, es imprescindible que despertemos ante esta antigua potencialidad vibrante.
Stephen observa que “a las personas que ven las cosas a través del prisma occidental les es difícil comprender la perspectiva necesaria para poder mantener este tipo de relación [sagrada] con las plantas”. A medida que avance en la lectura del libro, se encontrará inmerso en esa perspectiva y notará que ésta se infiltra a través de las grietas que hemos creado entre nosotros y otras formas de vida. Experimentará un jubiloso despertar ante estas modalidades, que son naturales para todos los seres humanos. Si avanza un trecho lo suficientemente largo por este camino con Stephen, sentirá que dentro de usted despierta una sensación especial, antigua e intrínseca.
Medicina con plantas sagradas nos ofrece distintas maneras de contribuir a la sanación del gran cuerpo de la Tierra si concentramos la atención donde comenzó el sustento de la vida humana, o sea, en el reino vegetal. Cada capítulo es una expresión elocuente de los poderes casi mágicos que se obtienen al escuchar verdaderamente a las formas de vida que nos rodean, de honrar la conciencia vital de todos los seres y objetos, de respetar profundamente la sabiduría de todas las manifestaciones de vida. Evidentemente, nuestra salvación no llegará mediante la conquista de la naturaleza, como hemos hecho durante generaciones con atroces consecuencias, sino mediante nuestra conversión en “maestros del mundo silvestre”, como algunos han calificado a los pueblos aborígenes que a lo largo del tiempo han entendido plenamente como los seres humanos nos encontramos entretejidos en la telaraña de la vida.
Lo más refrescante y alentador de lo que se expresa en este libro es que no precisamos de títulos universitarios avanzados ni tenemos que estudiar con los gurús más encumbrados para sanarnos a nosotros mismos y a nuestro planeta. Simplemente necesitamos aprender la lección femenina de abrirnos ante las manifestaciones vitales de nuestro entorno inmediato y esto nos hará recordar los conocimientos profundos que poseemos por derecho propio.
Nuestras profecías siempre nos han indicado que los verdaderos maestros de esta nueva época serán los agricultores y las personas de quienes depende nuestro sustento vital. Por eso me alegró leer en el último capítulo del libro de Stephen las palabras de Bill Mollison, a quien considero un modelo de vida dedicada al bien. Bill está consagrado a ayudarnos a reconstruir una cultura sostenible (lo que se conoce como “permacultura”) mediante la creación de un agricultura y una forma de vida sostenibles. A su forma maravillosamente extravagante, nos insta a que leamos el “libro” de la naturaleza y que utilicemos todos los demás libros como abono. Los ancianos de mi tribu me han dicho que los árboles son los maestros de la ley, y durante mucho tiempo he reflexionado sobre lo que esto significa. A medida que reduzco gradualmente mi ignorancia, me resulta obvio que la verdadera universidad es la del bosque, donde se evidencia una riqueza vital sostenible que está al alcance de quien interactúe con este mundo en forma directa y abierta.
No sólo los árboles, sino todo el reino vegetal, tienen mucho que enseñarnos. Son nuestros antepasados en este entrañable planeta, al que han vuelto habitable para los seres humanos gracias a su ciclo de oxigenación y al ciclo del agua. Además de esta simbiosis material, han integrado las cuestiones emocionales que a los bípedos nos suelen resultar tan problemáticas. Al compartir su inteligencia vibratoria a través de la ingestión y de la comunión, nos podemos volver más completos e integrados y extender así a las formas de vida que nos rodean una vibración sanadora. La resolución emocional de los problemas que enfrentamos en nuestras relaciones es lo que permitirá que el mundo recupere su integridad.
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