Juan Acevedo Peinado
Plantas sagradas
El linaje secreto del chamanismo sudamericano
Grijalbo
SÍGUENOS EN
@Ebooks
@megustaleerarg
PRÓLOGO
Por alguna extraña razón el mundo actual reniega por completo del conocimiento del pasado. Sin embargo, a pesar de que estos tiempos se caracterizan por el menosprecio de esa sabiduría ancestral y por el culto a lo material, empieza a haber esperanzas de reconciliación. Hoy en día vemos cómo la ciencia tropieza con la paradoja cuántica, nuestra vida diaria se llena de información y virtualidad, transitamos a gran velocidad por las redes planetarias y estamos recién nacidos a una nueva realidad. Sin darnos cuenta estamos viviendo el mundo de las energías y de la magia, que es el mundo que habitaban nuestros ancestros.
En este oportuno libro, Juan Acevedo Peinado nos cuenta cómo su camino se internó en aquellos hermosos misterios ancestrales para que sepamos qué es lo que hay que recuperar. Seguramente a Juan le pasó lo mismo que a mí, la realidad material nunca nos atrapó del todo y escuchábamos en nuestro interior una voz que no podíamos ignorar, un persistente recuerdo de otras realidades. Por eso yo siempre fui detrás de lo sutil, como un mago en busca de alguna varita, olfateando los rastros de antiguos conocimientos y adentrándome apasionadamente en el arte. De ese modo yo buscaba atravesar las puertas entre los universos. Gracias a este libro ahora sé que estaba buscando al Otorongo y que al mismo tiempo él me estaba acechando a mí. Evidencia de eso son las “casualidades” que se presentan cada vez con más frecuencia, como señales que marcan el camino.
Hace unos años, en un museo de La Rioja me topé con el arte de la cultura aguada, también llamada “cultura draconiana”, y mi sorpresa fue mayúscula. Vi cerámicas pobladas de hermosos dibujos del Otorongo y vi en ellos al dragón. Águila, jaguar, dragón son el mismo espíritu, es un guardián implacable y, a la vez, un maestro gentil que espera ante el portal que debemos atravesar. En este libro me encontré con la información que me faltaba para entender aquello. Muchas otras cosas importantes encontré en estas páginas y las quiero agradecer. Le agradezco por eternizar a Doña Tolita, por honrar a las plantas maestras y por alentar la reconciliación entre el mundo nuevo y el mundo ancestral. Juan sabe tanto como yo que para adentrarnos en el futuro nos va a hacer falta sumar la maravillosa sabiduría del pasado.
C IRUELO C ABRAL
Artista y escritor
PALABRAS PRELIMINARES
El despertar de las Mamaicunas.
Atravesando los ojos abiertos del Otorongo
El camino de las Mamaicunas, el camino que transita el Otorongo, no es otra cosa que un caminito que se lleva adentro de nosotros, ahicito donde se terminan muchas cosas, vea, muchas cosas que creíamos que eran y no son.
Las abuelas decían que siempre había sido ensí, que hace mucho mucho tiempo capaz las cosas fueron diferentes, pero ahorita son como son.
Al caminar este caminito nos vamos despertando, ¡endenserio! Mire si no, ¡las Mamaicunas no andan con pavadas! Nos muestran cosas, nos llevan a lugares, nos cambian la manera en que vemos las cosas, esa es la forma que tienen de enseñarnos, ¡así de sencillo!
Pero entrar en trato con ellas no es suficiente, no alcanza, porque somos muy sordos, vea, apenas se nos da la oportunidad nos ponemos zonzos de nuevo.
Voy a hablar un poco mal, vea —aunque a esta edad, ¿a quién le importa?
¡Los varones se ponen más boludos que antes y las mujeres más conchudas!
Es tal cual, mire sin más, y eso es triste…
Una de las cosas mejor guardadas de este camino es cómo presentarle pelea a estas cosas, cada cual a su manera. Son cosas tontas de todos los días, pero cuando uno se da cuenta, brillan como si nunca antes uno las hubiese visto, ¡como si nunca hubieran estado!
Y uno se anoticia de verdades que nunca pensó, capaz algún leído se las imaginó, pero nunca las pensó de endeveras.
Y ahí, agárrese los pantalones m’ijo, nada de lo que nos contaron era cierto, y nuestra vida era una boludez o una conchudez, depende cada quien.
Hay algo adentro de las personas, en su cabeza, en su corazón, en su cuerpo, algo que las obliga a vivir mal, y para muchos eso se repite hasta el día de su muerte.
¡No ponga cara de que entiende, como si supiera, si ni siquiera se da cuenta de lo boludo que es!
No se ofenda con esta vieja. No me mire con esa cara, ya va a ver, le estoy haciendo un regalo, un regalo muy valioso.
D OÑA T OLITA
Una de las mamanchis (ancianas madres), guía y consejera en la huella del Otorongo, y parte del linaje secreto
INTRODUCCIÓN
Para muchas tradiciones, el “despertar” es una meta necesaria para alcanzar el entendimiento profundo de las cosas.
Para las cosmovisiones americanas el mundo es un territorio donde cazamos y somos a su vez cazados, donde la naturaleza predatoria del universo se explicita declaradamente.
De allí que la idea de guerrear sin descanso contra esta imposibilidad de ser conscientes de nuestra naturaleza se torna en un eje central de las prácticas conocidas en occidente como chamanismo.
Muchas de estas tradiciones, que han sido practicadas durante milenios, han caído hoy en desuso o simplemente fueron dejadas de lado bajo la excusa de que pertenecen a un pasado poco civilizado, a un mundo de creencias que ha sido superado por la ciencia y los conocimientos modernos.
Sin embargo, hombres y mujeres actuales enfrentamos los mismos desafíos que en la antigüedad; la marca indeleble de ello está en que continuamos viviendo plagados de conflictos, angustias y problemas que nos apartan de la posibilidad de encontrarnos con nosotros mismos y nuestras posibilidades como especie.
Ciertas perspectivas nos muestran que muchas de esas situaciones no responden ni a hechos concretos ni a realidades, sino solo a actos de consenso. Adherimos a los mismos y aceptamos que el mundo y nuestras vidas son tal cual nuestro paradigma nos permite apreciarlas.
Vivimos cargando un pasado que muchas veces nos agobia, expectantes de un futuro donde todo cambie para mejor, sin embargo, nos perdemos del único tesoro, la implacable vivencia del presente.
Aquí y ahora existe un mundo colmado de magia.
En la firme certeza de que muchos de estos principios se han transmitido durante siglos con diferentes voces y desde distintas latitudes, los que estamos a duras penas conscientes de estos principios, convenimos en que utilizarlos es un fin válido y necesario, conjugándolos en un acto consciente y pragmático.
Creo que este libro es ante todo un acto, el de intentar transmitir de una manera sencilla y lo más fiel posible las enseñanzas y el aprendizaje que a lo largo de los años he recolectado en forma personal y grupal respecto a un conjunto de ideas y conocimientos pertenecientes a una tradición sistemáticamente olvidada, la cual es mencionada en el mundo en que me tocó moverme como “el linaje secreto”. Este linaje secreto perpetúa una forma de entender y vivir en el cosmos que proviene mayoritariamente de mujeres, probablemente una línea ininterrumpida desde los días de los matriarcados precolombinos ancestrales, hace miles de años, para algunos 14.000 o más. Uno de sus ejes es una simbiosis particular con un grupo de vegetales, denominadas plantas sagradas o plantas maestras, entendidas como seres que por sus particularidades y evolución son capaces de guardar y transmitir información concreta. Estos vegetales son conocidos en ese mundo como Mamaicunas, mamanchis, madres ancestrales, ñaupamamas, madres de antes de la creación. Esta tradición pretende que el aprendiz alcance a lo largo de su vida diferentes maestrías como la visión, la curandería y el recuerdo para así poder establecer nuevamente un contacto directo con el espíritu de la Gran Madre de todas las cosas. Se trata de un conocimiento que se resiste a desaparecer, y ha esperado pacientemente su momento para emerger de las profundidades de ese olvido.
Página siguiente