Jessica Bruder. Clifton (EE.UU.) Periodista estadounidense que escribe sobre subculturas y enseña escritura narrativa en la Columbia Journalism School. Para escribir País nómada, pasó meses viviendo en una autocaravana, documentando a los estadounidenses itinerantes que abandonaron sus viviendas tradicionales y salieron a la carretera, viajando de un trabajo a otro para hacerse un lugar en una economía precaria. El proyecto abarcó tres años y más de 15.000 millas de viaje, de costa a costa y de México a Canadá. También es autora de Burning Book y actualmente escribe sobre la confianza en la era de la vigilancia. Ha colaborado con destacados medios como The New York Times, WIRED, Harper’s Magazine, The Washington Post, The Associated Press, The International Herald Tribune, The New York Times Magazine y The Guardian. Su trabajo fotográfico ha sido publicado por The New York Times, The New York Observer y la revista Blender. Bruder tiene una licenciatura en inglés y francés del Amherst College y un máster en redacción de textos para revistas de la Columbia Journalism School. Ha recibido becas del Bellagio Center y Yaddo en apoyo a sus trabajos. Pero antes de todo esto, fue camarera en Starbucks, snowboarder, nerd de la guitarra eléctrica, dependienta de una tienda de música y consejera de un campamento junior. Es miembro orgullosa del Instituto Madagascar y las Flaming Lotus Girls. Actualmente vive en Brooklyn con un perro llamado Max y muchas plantas.
Título original: Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century (2018)
© Del libro: Jessica Bruder.
© De la traducción: Mireia Bofill Abelló
Edición en ebook: septiembre de 2020
© Capitán Swing Libros, S. L.
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ISBN: 978-84-122324-0-0
Diseño de colección: Filo Estudio - www.filoestudio.com
Corrección ortotipográfica: Javier Olmos Sanz
Composición digital: leerendigital.com
Fotografías: Jessica Bruder.
Fotografía: "La Posada Hazte Sitio nevada en el campamento Hanna Flat". Cedida por Linda May.
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País nómada
Desde los campos de remolacha de Dakota del Norte hasta los campamentos de National Forest de California y el programa CamperForce de Amazon en Texas, los empleadores han descubierto un nuevo grupo de mano de obra de bajo costo, compuesto principalmente por temporeros estadounidenses adultos. Al descubrir que el Seguro Social se queda corto y ahogados por las hipotecas, decenas de miles de estas víctimas invisibles de la Gran Recesión se han echado a la carretera en vehículos recreativos, remolques de viaje y furgonetas, formando una creciente comunidad de nómadas: migrantes trabajadores que se autodenominan workampers. En un vehículo de segunda mano que bautiza «Van Halen», Jessica Bruder sale a la carretera para conocer a estos sujetos más de cerca. Acompañando a su irreprimible protagonista Linda May y a otras personas en la limpieza de inodoros de un campamento, en el escaneo de productos en un almacén, en reuniones en el desierto y en el peligroso trabajo de la cosecha de remolacha, Bruder relata una historia convincente y reveladora sobre el oscuro vientre de la economía estadounidense, que presagia el precario futuro que puede esperarnos a muchos más. Pero, al mismo tiempo, celebra la excepcional capacidad de recuperación y creatividad de estos estadounidenses que han renunciado al arraigo ordinario para sobrevivir. Como Linda May, que sueña con encontrar tierras en las que construir su propia casa sostenible «Earthship», son personas que no han perdido la esperanza.
Índice
Prefacio
M ientras escribo estas líneas, se hallan dispersos por todo el país.
En Drayton (Dakota del Norte), un extaxista de San Francisco de sesenta y siete años trabaja en la recolección anual de remolacha azucarera. Su jornada comienza al amanecer y acaba tras la caída del sol. Con temperaturas que descienden bajo cero, participa en las tareas de descarga de los camiones que transportan toneladas de remolacha desde los campos de cultivo. Por las noches duerme en la furgoneta que ha sido su hogar desde que Uber lo desalojó del sector del taxi y pagar el alquiler se convirtió en un empeño imposible.
En Campbellsville (Kentucky), una antigua contratista de obras de sesenta y seis años recorre kilómetros sobre el suelo de cemento de una nave industrial de Amazon durante el turno de noche empujando una carretilla mientras va clasificando y almacenando las mercancías. Es una tarea monótona, pero se esfuerza en concen trarse para no confundir los códigos de barras, con la esperanza de eludir el despido. Por la mañana regresa a su minúsculo remolque, aparcado en uno de los parques de caravanas que Amazon alquila para albergar a trabajadoras y trabajadores nómadas como ella.
En New Bern (Carolina del Norte), una mujer que ahora vive en un minirremolque ovoide —tan minúsculo que puede acoplarse a una moto— está acampada en casa de una amiga mientras busca trabajo. Pese a contar con un máster universitario y a los centenares de solicitudes enviadas durante el último mes, esta joven de treinta y ocho años, oriunda de Nebraska, sigue sin conseguir un empleo. Sabe que están contratando gente para la recolección de la remolacha, pero tendría que cruzar medio país y no dispone de dinero suficiente para costearse el viaje. Uno de los motivos por los que ahora vive en un remolque fue la pérdida del puesto de trabajo en una organización sin ánimo de lucro, hace ya varios años. Cuando se agotó la subvención que sufragaba su contrato, no pudo seguir pagando el alquiler junto con la devolución del crédito suscrito para financiar sus estudios.
En San Marcos (California), una pareja en la treintena instalada en una autocaravana GMC Motorhome de 1975 vende calabazas junto a la carretera desde un tenderete anexo a una instalación de feria con animales vivos que han montado en apenas cinco días en un terreno baldío. Dentro de pocas semanas, comenzarán a vender árboles de Navidad.
En Colorado Springs (Colorado), un hombre de setenta y dos años que habitualmente reside en una furgoneta se hospeda con familiares mientras se recupera de la fractura de tres costillas a resultas de un accidente sufrido mientras realizaba tareas de mantenimiento en una zona de acampada.
Siempre ha habido poblaciones itinerantes, trabajadores ambulantes, vagabundos, espíritus inquietos, pero ahora, en el segundo milenio, está surgiendo un nuevo tipo de tribu nómada. Personas que jamás imaginaron que podrían llevar una vida itinerante se han lanzado a la carretera. Han renunciado a vivir en casas y apartamentos tradicionales para instalarse en lo que algunos llaman «viviendas sobre ruedas» —camionetas, autocaravanas de segunda mano, autobuses escolares, furgonetas adaptadas, remolques o simplemente viejas berlinas—, huyendo de las disyuntivas imposibles a las que debe hacer frente la antigua clase media. Tales como verse en la tesitura de tener que decidir entre:
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