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Índice
Nota del editor
La primera edición de Ritmo: el eterno organizador fue publicada en noviembre de 2004 por Ediciones Copé, de Petróleos del Perú (PetroPerú). Se publicó en edición bilingüe (castellano/inglés), bajo la traducción de Susan Polansky, de la Universidad de Carnegie Mellon. El tiraje, de quinientos ejemplares, se agotó de inmediato.
En agosto de 2019, en conmemoración por los quince años de la primera edición, y a los cinco años de la partida física de Victoria Santa Cruz, se publicó la segunda edición, a cargo del Seminario Afroperuano de Artes y Letras, bajo la gestión y edición de Luis Rodríguez Pastor. Esta edición, cuyo tiraje fue de mil ejemplares, atendió la alta demanda generada por el creciente interés —particularmente entre los jóvenes— en conocer la obra de Victoria Santa Cruz.
Esta tercera edición (Debate, 2020) recoge los criterios llevados a cabo en la segunda edición. El objetivo es generar un encuentro de mayores proporciones del pensamiento de una peruana fundamental, en el contexto de la celebración del centenario de su nacimiento.
Presentación
Victoria Santa Cruz Gamarra (1922-2014) es integrante destacada de una familia afroperuana de relevante presencia en la cultura del Perú.
Su vida pública tiene, fundamentalmente, dos épocas.
La primera corresponde a su trayectoria artística, que comienza en 1959 con la fundación del conjunto Cumanana. Luego de un periodo de estudios en artes escénicas en la Universidad del Teatro de Naciones en Francia, retorna a Lima y funda, en 1967, la compañía Teatro y Danzas Negros del Perú. En 1969 es nombrada directora de la Escuela Nacional de Arte Folklórico para, finalmente, en 1973, fundar y dirigir el Conjunto Nacional de Folklore. Esta etapa, en la cual se desarrolló como creadora (compositora, coreógrafa, vestuarista, directora, autora teatral) termina en 1982 con el espectáculo Adiós al Perú.
Comienza así una segunda etapa, en la que Victoria desarrolla una trayectoria académica, desde su incorporación a la plana docente de la Facultad de Drama de la Universidad Carnegie Mellon (Pensilvania, Estados Unidos). Durante casi veinte años dictó un curso de su propia creación: «Descubrimiento y desarrollo del ritmo interior», que no es otra cosa que la formalización de los conceptos que rigieron su creación artística. Esta etapa se cierra en el año 2000.
A su retorno a Lima, se dedicó a un proyecto personal bajo los principios de «Salud, Equilibrio, Ritmo». Su presencia es acogida en los medios de comunicación y en entrevistas televisivas —como el programa de la televisión nacional Mediodía criollo—, que revaloran su trayectoria y aporte ante las nuevas generaciones, culminando con el especial Retratos. Al constatar que no existía testimonio grabado de los espectáculos montados en los años sesenta y setenta, desarrolla en 2004 el espectáculo en vivo La magia del ritmo, con la productora Claudia Chumbe.
A partir de 2014 —año de la partida de Victoria—, las nuevas generaciones la reconocen como una referente mayor de la cultura afroperuana. En los últimos años, una sola de sus obras ha hecho que su imagen trascienda más allá de nuestras fronteras: su cuadro rítmico Me gritaron negra, poema que es leído bajo diversos registros, tales como la defensa de las reivindicaciones étnicas, éticas, sociales…
Por lo mismo, empieza a despertarse una expectativa por conocer el pensamiento que subyace a las diversas facetas desarrolladas a lo largo de su vida. Ya que solo se cuenta con escritos breves en sus programas teatrales y con entrevistas, cobra más importancia la lectura de este texto, Ritmo: el eterno organizador, que es lo único que ella dejó intencionalmente publicado a ese respecto y que se publicó por primera vez bajo el sello de PetroPerú, ediciones COPÉ, en el año 2004.
Saludamos la iniciativa de Penguin Random House Grupo Editorial, que publica la presente edición para los lectores de habla hispana, y ayudará a difundir el pensamiento de Victoria Santa Cruz Gamarra, cuya imagen cada día va adquiriendo mayor dimensión, precisamente cuando nos encontramos a vísperas de cumplirse el centenario de su nacimiento.
Alina Consuelo Santa Cruz Bustamante
Cherbourg-en-Cotentin, Francia, 14 de noviembre del 2020
Prólogos
Octavio Santa Cruz Urquieta
Para referirnos con propiedad al libro Ritmo: el eterno organizador, que ahora aparece, considero adecuado remitirnos a sus antecedentes.
Hace más de cuatro décadas que el folklore afroperuano, abandonando una marcada trayectoria decreciente, realizó un diametral viraje hacia la época de efervescente divulgación que aún vivimos. Muchas expresiones culturales del negro y su mestizaje, florecidas a fines del Virreinato y comienzos de la República, se hallaban a mitad del siglo XX en el momento crítico de un proceso de agostamiento. El haber liberado a algunos aspectos de nuestra música y danza tradicionales de esa ruta hacia la disolución ha sido posible gracias a la dedicación, desde los años setenta, de varios grupos de artistas profesionales. Y la responsabilidad de haber liderado sus acciones la compartieron en un inicio los hermanos Victoria y Nicomedes Santa Cruz.
La restitución de danzas perdidas como el landó, el renacer de pasos y coreografías casi extinguidos como en la reformulación del festejo, la zamacueca y el ingá, entre otras, no son solo un logro personal de Victoria.
Hoy estos aportes son materia para los estudiosos del arte, y desde una perspectiva histórica —más allá de colaterales distorsiones comerciales— las manifestaciones de una mayoría de negros y mestizos de negro que hoy canta, baila y se expresa nuevamente son un saldo más que positivo.
Después de pasear exitosamente por el mundo las danzas de nuestra costa, sierra y ceja de selva dirigiendo el Conjunto Nacional de Folklore en los años setenta, Victoria se dedicó a tiempo completo a la docencia, así como el «Descubrimiento y desarrollo del Ritmo interior» se dio a conocer desde 1982 en la Universidad de Carnegie Mellon.
Faltando las últimas dos décadas de los escenarios nacionales, no es de extrañar, pues, que, para las generaciones actuales, el nombre de Victoria Santa Cruz sea, en el mejor de los casos, una leyenda.
En este contexto aparece ahora la última producción de Victoria, esta vez no entre marquesinas y candilejas sino desde la austeridad de la palabra.
Para quienes conocieron su obra, para quienes aún hoy le reclaman nuevos logros artísticos, la aparición de este libro puede ser gratificante. Ritmo: el eterno organizador es un texto que devela el pensamiento de Victoria Santa Cruz hasta donde le es posible a la palabra escrita. Para quienes trabajaron directamente bajo su dirección, cada comentario, cada reflexión podrá recordarles que en la danza, el canto y el arte nada es gratuito. Quienes hayan recibido indirectamente la influencia dancística de Victoria tal vez puedan saber ahora qué es lo que han estado haciendo todo este tiempo y encuentren aquí el pertinente correlato.