O. S. Hawkins - La clave de Pascua: Una jornada de 40 días a la cruz

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La clave de Pascua

© 2020 por Grupo Nelson®

Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.

Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson.

www.gruponelson.com

Título en inglés: The Easter Code

© 2019 por O. S. Hawkins

Publicado por Thomas Nelson, Thomas Nelson es una marca registrada de HarperCollins Christian Publishing, Inc.

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Editora en Jefe: Graciela Lelli

Traducción: Marina Lorenzin

Adaptación del diseño al español: Mauricio Díaz

ISBN: 978-1-40022-393-0

Edición Epub Septiembre 2020 9781400223961

Impreso en Estados Unidos de América

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E l Miércoles de Ceniza marca el comienzo de la Cuaresma para los cristianos alrededor de mundo. Se caracteriza por un período de abnegación en el cual los fieles, durante los cuarenta días antes de la celebración de la Pascua, se esfuerzan por «renunciar» a algo por Dios. Muchos testigos creen que la «renuncia» durante la Cuaresma es el camino para agradar a Dios. Sin embargo, la Biblia enseña con claridad que nunca podremos ganarnos la gracia, pues es «don de Dios, no por obras» (Efesios 2:8-9).

La clave de Pascua es un llamado a la libertad durante los días de la Cuaresma. Enfocarnos en el arrepentimiento de los pecados y la consagración de nuestro ser a Dios de una manera fresca y novedosa, es un recordatorio de que esta es una disciplina de trescientos sesenta y cinco días al año y no simplemente un período de prueba de cuarenta días. Somos llamados a una vida de dedicación y disciplina. Recuerde: somos limpiados y purificados solo por medio de la sangre derramada del Señor Jesucristo, no a través de nuestro pobre intento por agradar a un Dios santo. Si bien el ayuno, la abstinencia y la abnegación son objetivos dignos de todo creyente, jamás podrán concedernos el favor de Dios aparte de su gracia inmerecida para con nosotros. La salvación no se trata de culpa. ¡Tiene que ver con gracia!

En las siguientes páginas de este devocional, caminaremos con Jesús a lo largo del recorrido hacia Jerusalén. Mateo expresa: «Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día» (Mateo 16:21, énfasis añadido). A lo largo de este caminar con Jesús, estaremos visitando lugares en los que estuvo, personas con las que habló, parábolas que contó en el trayecto, promesas que dejó para la posteridad y las poderosas y expresivas oraciones que nos ofreció.

El viaje a Jerusalén culmina en una cruz romana a las afueras de las murallas de la ciudad de Jerusalén, pero ¡no concluye allí! Por eso en nuestro mundo evangélico no usamos el símbolo del crucifijo, sino una cruz vacía, para indicar que ni la muerte ni la tumba pudieron retener a Jesús. El Señor y Salvador eterno ha resucitado.

Aunque los devocionales tradicionales de Cuaresma omiten los domingos desde el Miércoles de Ceniza hasta Pascua y consisten en cuarenta devociones, La clave de Pascua está compuesta por cuarenta y dos, entre las cuales se incluyen el Domingo de Ramos y el Domingo de Pascua, con la promesa de la segunda oportunidad. Cada capítulo contiene un pensamiento devocional, una «palabra clave» para ese día, una Escritura y una oración diaria. La palabra clave sirve para ayudarlo a liberar las bendiciones de cada lectura. Anótela, llévela con usted y medite sobre su significado. Reclame la Escritura como propia, párese en ella y permanezca allí a lo largo del día. Que la oración diaria pueda convertirse en una parte de su caminar con Cristo al repetirla con frecuencia.

Es hora de comenzar esta gran aventura caminando a diario con Cristo... ¡en nuestro propio «trayecto a Jerusalén»!

A l transitar este día según las actividades diarias de nuestras vidas, veremos hombres y mujeres con cenizas en forma de una cruz sobre sus frentes. Ese es un recordatorio visible de este Miércoles de Ceniza de que «polvo [somos], y al polvo [volveremos» (Génesis 3:19). Hoy comienza un período de ayuno y abnegación. Es un buen recordatorio de que la única forma de agradar a Dios no es por lo que hagamos —o dejemos de hacer— sino por aceptar su generoso ofrecimiento de perdón, el cual fue hecho posible por medio de la sangre de Cristo que fue derramada en la cruz.

La salvación es obra de Dios, no nuestra. «Porque por gracia sois salvos» (Efesios 2:8a). Nuestra salvación comienza con Jesús, no con nosotros. No es una respuesta a las buenas obras que podamos hacer o a las obras impías de las que nos hemos abstenido. La salvación nos ha sido dada de manera completa a causa de su gracia, su favor inmerecido hacia usted y hacia mí. El Padre no envió a su Hijo unigénito para morir por nuestros pecados porque no cesábamos de rogarle y suplicarle que lo hiciera. Fue solo por su gracia.

La salvación es obra de Dios a la manera de Él, no a la nuestra. Es «por medio de la fe [...] no de vosotros, pues es don de Dios» (Efesios 2:8b). Quiero gritar esas palabras en este Miércoles de Ceniza: «¡Por medio de la fe [...] no de vosotros [...] no por obras!». Ninguna cantidad de buenas obras ni el abstenerse de ciertos placeres pueden hacer que gane el favor de Dios. La salvación nos es dada completamente por gracia, por medio de nuestra fe en Cristo... el don de Dios para nosotros.

No importa lo que haga o deje de hacer, ni lo que dé o sacrifique, su salvación no es por OBRAS, sino por FE. Recuerde hoy que Cristo pagó un alto precio para redimirlo. ¡Consumado es! Su parte es recibir ese don por la fe.