Manuel Villegas López - Grandes clásicos del cine
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- Libro:Grandes clásicos del cine
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2005
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Grandes clásicos del cine: resumen, descripción y anotación
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El cine no ha venido hasta nosotros desde el fondo de los tiempos, como un rito de viejas magias. Ha nacido en el sótano de un café, en la calle y para las gentes de la calle. Este libro es el análisis de algunos de los más importantes clásicos, pioneros e innovadores de la historia del cine. Villegas López agudiza el análisis con un torrente de información, con ese estilo que le convirtió en un crítico respetado, admirado, sereno y lúcido, autor de una bellísima biografía de Charles Chaplin. El director de Luces de la ciudad llegó a decir de ese libro que era el mejor y más profundo estudio que se haya realizado sobre mis películas y la visión más hermosa, acertada y generosa de cuantas me han dedicado.
En Grandes clásicos del cine Villegas no ha pretendido hacer un diccionario, y menos una enciclopedia. La intención esencial de esta obra es contribuir a la comprensión del cine como factor capital de la nueva cultura de nuestro tiempo.
Manuel Villegas López
Pioneros, mitos e innovadores
ePub r1.1
Titivillus 14.10.16
Manuel Villegas López, 2005
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
A José Ángel Ezcurra,
director de la revista «Triunfo»,
con sincera admiración,
amistad y reconocimiento.
Nació el 29 de septiembre de 1912 en Ferrara, Italia. Toda su niñez y su primera juventud transcurren en esta región del norte italiano, y allí encontrará los elementos formativos de su personalidad artística. Aficionado a la pintura, la arquitectura y el teatro. En Bolonia comienza a estudiar Letras, luego sigue los cursos del Instituto Técnico y, cuando acaba, hace su licenciatura en Economía y Comercio. Escribe sus primeros artículos literarios en el periódico local; después, algunas críticas de cine. En aquella época de estudiante sus dos aficiones favoritas son el cine y el tenis, en el que gana numerosos torneos. Pertenece a una burguesía acomodada y vive entre la buena sociedad, en un mundo brillante, de gentes distinguidas, hoteles lujosos, deportes… También —como él mismo confiesa— fue principalmente educado entre mujeres, lo que le lleva a comprenderlas mejor que al hombre. Y la mayor parte de su juventud vivirá bajo el régimen de Mussolini, que da a la sociedad italiana sus especiales caracteres. Por último, su primer intento de hacer cine, en película estrecha, es un documental sobre locos, porque le atraen, ante todo, los rostros humanos como máscara de un alma devastada. Pero el intento fracasa, porque los dementes se excitan bajo las luces necesarias para la filmación.
Hay creadores que hacen su obra en el mundo que conocen y en el que viven, les guste o no. Otros van a la busca de ambientes distintos del propio para crear sus personajes y su universo artísticos. Antonioni pertenece a los primeros, y a lo largo de su obra va mostrando una cerrada predilección por estos y otros muchos factores de su formación: los paisajes desolados y lluviosos, el mundo de la alta burguesía elegante, preferencia absoluta por los personajes femeninos, la atracción única por los seres humanos, por su rostro y por su espíritu de disgregación… Todo ello bajo el signo de un manifiesto intelectualismo un tanto frío.
Su carrera de director es semejante a la de la mayoría de los que abordan el cine. En 1939 parte para Roma, donde encuentra un buen empleo en la organización de una exposición universal que no llegó a realizarse por la guerra. Pero prefiere entrar en la revista «Cinema», entonces órgano del cine oficial, pero donde se gesta el futuro neorrealista italiano; allí se relaciona con la mayoría de los que han de hacerlo en sus aspectos teóricos y prácticos. Pasa alguna temporada sin trabajo y tiene que ir vendiendo sus trofeos ganados en el tenis, resistiéndose a la ayuda familiar. Entra como alumno del Centro Experimental de Cinematografía, donde sólo permanece tres meses. Y comienza a redactar argumentos, muchos de los cuales no se hacen. Su primera colaboración efectiva fue con Rossellini, en el guión de Un pilota ritorna. A fines de 1942 entra en la productora de Michele Scalera, colaborando como ayudante en I due Foscari, de Enrico Fulchignoni. Al mismo tiempo hace el servicio militar y alterna el trabajo del estudio con el cuartel. En esta época aprende el manejo de la cámara de un práctico operador. Es enviado a Francia como codirector nominal de Los visitantes de la noche, de Marcel Carné, en representación de la parte italiana de la producción. Pero no tiene ninguna intervención en el film. En cambio, le seduce el ambiente, los hoteles lujosos donde vive, y piensa en realizar una película con los secretos de ellos.
De vuelta a Italia, se inicia como documentalista con un asunto de ambiente popular, Gente del Po, en el mismo año —1942— en que Visconti está realizando Obsesión. El neorrealismo está en el ambiente y surge por todas partes, aún prematuro. El documental queda inacabado por las incidencias de la guerra: la caída de Mussolini en julio de 1943, la ocupación alemana, el desembarco aliado… En aquella Italia dividida en dos, Antonioni queda aislado de su familia y, entretanto, muere su madre. Al final de la guerra recupera su película, de la que sólo quedan trescientos metros, y la presenta en 1947. Es su primera aparición como realizador. Durante dos años hace una serie de documentales, en general sobre temas populares sobre los que apenas volverá en sus films de argumentos. Escribe sobre cine en varias revistas. Y colabora en guiones de los realizadores Visconti, De Santis, Fellini… Estos contactos, como antes con Rossellini, significan para Antonioni un aprendizaje al menos teórico, la pasión por la obra exigente y bien hecha y el conocimiento profundo, desde dentro, del neorrealismo italiano.
Así es posible que pueda dirigir su primera película sin haber realizado antes más que algunos documentales. Un productor de Turín le da la ocasión y le acepta Crónica de un amor, a pesar de no gustarle el asunto. Antonioni comienza su carrera en 1950, a los 38 años, y su primera película es magistral y plena de personalidad. En ella está definido todo lo que será la obra futura de este director.
En realidad, esta obra aparece como una película única, con distintos episodios y personajes semejantes, en torno a una sola cuestión esencial: el hombre, pero el hombre que se disgrega sobre su propia alma desolada. Los vencidos es el drama de la juventud, crímenes de adolescentes sobre sucesos verdaderos en tres países distintos; esos delitos sin sentido, por el gusto del acto gratuito y peligroso. La dama sin camelias es el fracaso de una muchacha que sueña con llegar a estrella de cine, que alcanza a tocar por un momento todo lo que desea y se hunde en la mediocridad de pequeña actriz comercial. En Tentativa de suicidio, uno de los episodios del film colectivo Amor en la ciudad, vuelve sobre la idea de su primer film fracasado: interroga frente a la cámara a personas verdaderamente escapadas de su suicidio, y busca penetrar con la cámara en el fondo de su espíritu, que un día estuvo roto. Las amigas es el estudio de un grupo de mujeres que giran sobre su propia existencia, sin camino, como no sea el suicidio. El grito —por excepción en un ambiente obrero— es el hombre que no ama más que a una mujer, a la que pierde, que marcha por su vida sin encontrar un rumbo y acaba tirándose desde la torre de la refinería donde trabaja. Todas estas películas de Antonioni no tienen éxito y se realizan en medio de grandes dificultades económicas. Antonioni es, durante diez años, hasta 1960, un «director maldito», cuyas obras nadie quiere, porque se considera que no son capaces de ser comprendidas en el mundo entero por más de cinco mil personas.
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