© 2016 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
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Título en inglés: Charismatic Chaos
© 1992 por John MacArthur
Publicado por Thomas Nelson Inc.
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
A menos que se indique lo contrario, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera Actualizada, © 1989, Editorial Mundo Hispano.
ISBN: 978-0-71808-241-3
ISBN: 978-0-71808-239-0 (eBook)
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A mi amigo Jacob Kusmich Dukhonchenko –defensor de la verdad, hombre de Dios, pastor fiel, líder de la iglesia en Ucrania, quien soportó medio siglo de opresión comunista, una década de prisión, y al mismo tiempo manteniéndose firme en la fe en nuestro Cristo– y quien ahora podría estar luchando su batalla más grande en una Rusia libre para preservar la sana doctrina y la pureza de la iglesia. La muralla del comunismo mantuvo confinada a la iglesia pero a la vez la protegió de la herejía. Ahora la muralla está derribada y él se enfrenta al desafío de construir una nueva muralla de protección contra el influjo de enseñanza falsa.
Contenido
Y no se embriaguen con vino, pues en esto hay desenfreno. Más bien, sean llenos del Espíritu, hablando entre ustedes con salmos, himnos y canciones espirituales; cantando y alabando al Señor en su corazón; dando gracias siempre por todo al Dios y Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo; y sometiéndose unos a otros en el temor de Cristo.
Efesios 5:18-21
Pero el fruto del Espíritu es: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley.
Gálatas 5:22-23
Le agradezco mucho al personal de “Grace to You” por su apoyo durante este proyecto. Dave Enos hizo la mayoría de la edición preliminar, sugiriendo la división de los capítulos y la corrección de la versión 1978 de The Charismatics en preparación para esta edición actual. Allacin Morimizu leyó el manuscrito en varias etapas y preparó los índices. Phil Johnson pasó varias horas revisando el manuscrito final, combinando la materia nueva con la versión de 1978.
También, quiero dar las gracias a Len Goss, Stan Gundry y el personal editorial en Zondervan por su paciencia extrema y su flexibilidad con los plazos. Al fin y al cabo, asumieron la hazaña de preparar este libro para publicación en solo unas semanas.
Introducción
Cuando la edición original de este libro fue publicada por primera vez en 1978, yo no estaba preparado para la amplitud y variedad de respuestas que generaría. Por supuesto, yo esperaba alguna reacción, porque prácticamente cada libro que ha sido publicado sobre el tema ha producido desacuerdo. Los asuntos que trata parecen despertar las más profundas emociones de la gente. Tal vez no es posible hablar o escribir sobre el movimiento carismático sin inquietar a alguien.
Curiosamente, sin embargo, las expresiones de aceptación que recibí fueron las que me pillaron más desprevenido. Literalmente millares de personas me han escrito para agradecerme el haber aportado un tratamiento bíblico y doctrinal de la cuestión carismática. Entre ellos se contaban muchos pastores y otros líderes cristianos que estaban agradecidos por el abordamiento bíblico de un asunto que ellos temían tocar. Me asombró descubrir cuántos cristianos piensan que al movimiento carismático le falta apoyo bíblico, pero son renuentes a decirlo en voz alta.
En los años desde la publicación inicial del libro he obtenido una nueva comprensión de la razón de tanta confusión en cuanto a los dones carismáticos en la iglesia. Un poderoso factor de intimidación obra contra los que quieren tratar bíblicamente con el asunto. Evaluar la doctrina o la práctica carismáticas es visto comúnmente como inherentemente divisivo o desconsiderado. Los extremistas carismáticos pueden promover casi cualquier idea que se les ocurra en la televisión y la radio cristianas, pero los que intentan examinar críticamente tales enseñanzas a la luz de la Escritura, son silenciados.
Yo hablo por conocimiento de primera mano. Nuestro programa de radio: “Grace to You” (Gracia a vosotros), se escucha diariamente en una cadena de radio de más de doscientas estaciones. Casi todas ellas comparten nuestra perspectiva doctrinal y compromiso con la suficiencia absoluta de la Escritura. Sin embargo, la mayoría de ellas se resiste a transmitir series que traten con 1 Corintios 12-14, Hechos 2, Romanos 12, u otros pasajes que enfrenten la falta de equilibrio carismático. Muchas de ellas están comprometidas con filosofías que explícitamente prohíben cualquier enseñanza que pueda desafiar las creencias de sus participantes carismáticos.
Un ejecutivo de una cadena me escribió: “Reconsidere por favor su propósito de tratar el tema del movimiento carismático y otros temas controversiales en su emisión de radio. Aunque compartimos sus convicciones sobre esos asuntos, muchos de nuestro oyentes no. Esas personas son hermanos queridos en Cristo y creemos que no es útil a la causa del Señor atacar lo que ellos creen. Estamos obligados a mantener la paz entre los hermanos y la unidad en el cuerpo de Cristo. Gracias por ser sensible a estas inquietudes.”
Esa clase de pensamiento sacrifica la verdad en favor de una paz superficial. Tal actitud se está extendiendo a la iglesia contemporánea. En realidad les ha dado a los extremistas carismáticos la libertad de proponer puntos de vista fantásticos mientras imponen un código de silencio sobre los que objetan. Los que sí hablan, inevitablemente son tildados de divisivos, de estridentes o de faltos de amor. El legado de una posición así no es la unidad y la paz, sino la confusión y el desorden. Podemos ver las pruebas en los centenares de iglesias, juntas misioneras, escuelas y otras organizaciones cristianas que han permitido que la influencia carismática se infiltre y quede sin respuesta. Al final sacrifican completamente su posición no carismática o sufren el efecto devastador de una división.
Y así la confusión se extiende porque las voces que promulgan las enseñanzas excéntricas ahogan los débiles murmullos de los que desafían a los cristianos a examinar las Escrituras para ver si esas cosas son así (comp. Hech. 17:11).
No es desconsiderado analizar las diferencias doctrinales a la luz de la Escritura. No es necesariamente negativo expresar desacuerdo con la enseñanza de otro. De hecho tenemos la obligación moral de examinar lo que se proclama en el nombre de Jesús, y exponer y condenar la enseñanza falsa y la conducta antibíblica. El apóstol Pablo creía que a veces era necesario refutar a la gente por nombre en sus epístolas que debían ser leídas públicamente (Fil. 4:2, 3; 1 Tim. 1:20; 2 Tim. 2:17). Juan, el apóstol del amor, escribió una candente condena de Diótrefes, un líder de la iglesia que estaba ignorando la enseñanza del apóstol (3 Jn. 9, 10). Como muestra su segunda epístola, el criterio de Juan sobre el verdadero amor estaba completamente ligado a la verdad. De hecho, el amor separado de la verdad no es más que sentimentalismo hipócrita. Ese sentimentalismo se está extendiendo entre los evangélicos hoy en día.
El desafío bíblico no es evitar la verdad que es controversial, sino hablar la verdad en amor (Ef. 4:14), y yo me he esforzado por cumplirlo. Tengo muchos amigos carismáticos que aman sinceramente al Señor y aunque disentimos en algunos asuntos fundamentales, los considero hermanos preciosos. Me duele que algunos de ellos crean que mi crítica del movimiento carismático es hiriente, pero la Escritura es la regla con la que debe medirse toda enseñanza, y mi único deseo es encender la luz de la Palabra de Dios en un movimiento que ha tomado a la iglesia contemporánea por sorpresa.
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