Dedicado con amor a mis nietos.
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La Biblia nos dice que en el principio solo estaba Dios. Él había existido siempre. Dios no tiene ni principio ni fin. No había sol, ni estrellas, ni tampoco seres humanos. Solo estaba Dios. Pero él no estaba solo, porque Dios es realmente tres personas: Dios Padre, Jesús el Hijo y el Espíritu Santo. Los tres juntos son Dios.
«Yo soy el Alfa y la Omega —dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso».
—Apocalipsis 1.8
También ver Mateo 28.19; Juan 1.1.
Todo lo que proviene de Dios es precioso, bueno, sabio y perfecto. Dios hizo el universo, y dentro de este la tierra. Dios hizo el sol, la luna y las estrellas. Él hizo las plantas, los animales, las aves y los peces. Y después, él hizo a las personas.
Dios, en el principio, creó los cielos y la tierra.
—Génesis 1.1
Su Padre celestial es perfecto.
—Mateo 5.48
También ver Génesis 1.1–2.25.
El primer hombre y la primera mujer que Dios creó fueron Adán y Eva. Dios les dio el hermoso jardín de Edén para que vivieran en él. Pero algo muy triste sucedió. Adán y Eva desobedecieron a Dios. Dejaron que Satanás les convenciera para hacer algo que Dios les había dicho que no hicieran. Sus pecados —todas las cosas malas que hicieron— los separaron de Dios. Toda persona que ha nacido desde entonces también desobedece a Dios.
Nadie es bueno, nadie en absoluto... porque todos hemos pecado y no tenemos derecho a gozar de la gloria de Dios.
—Romanos 3.10, 23 NBD
Porque la paga del pecado es muerte.
—Romanos 6.23
También ver Génesis 3.1–24.
¿Te has dado cuenta lo difícil que es ser siempre bueno, amable, cariñoso y generoso? ¿Lo difícil que es obedecer? ¿Lo difícil que es amar a Dios siempre con todo nuestro corazón? Y como cualquier otra persona, a veces hacemos cosas malas. Dios nos podría castigar, porque lo merecemos. Pero Dios nos ama tanto que quiere llenar su cielo hermoso con personas que vivan con él para siempre. Nuestros pecados deberían excluirnos del cielo, sin embargo, Dios nos invita a todos —a ti también— a acercarnos a él y pedirle perdón por nuestros pecados. Y él nos promete el perdón a cada uno si se lo pedimos.
Dios amó tanto al mundo, que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
—Juan 3.16 NBD
También ver Romanos 6.23; Efesios 1.7; 1 Juan 1.9.
¿Cómo puede Dios perdonarnos? Si Dios nos perdona, ¿quiere decir que las cosas malas que hacemos no son en realidad tan malas? Aunque Dios nos perdona y no nos castiga, él castiga cada uno de nuestros pecados. Esto puede resultar difícil de comprender, pero podemos confiar en Dios. Él siempre sabe lo que debe de hacer. Dios tiene un propósito.
¡Oh S EÑOR , qué bueno y perdonador eres; qué gran amor tienes por todos los que te piden ayuda! Escucha atentamente mi oración, oh Dios. Escucha mi urgente clamor.
—Salmos 86.5–6 NBD
También ver Salmos 103.8–18.
Jesús es una de las tres personas que son Dios. Jesús estuvo dispuesto a descender del cielo, hacerse un ser humano como nosotros y morir por nuestros pecados. Jesús vino a la tierra como un niño. Nació a María y José en un pueblecito llamado Belén. Él nació para morir por nosotros, porque nos ama muchísimo.
¡Pero él fue herido y maltratado por los pecados nuestros! ¡Se le castigó para que nosotros tuviéramos paz, lo azotaron y nosotros fuimos sanados por su sufrimiento!... ¡Pero Dios echó sobre él la culpa y los pecados de cada uno de nosotros!.
—Isaías 53.5–6 NBD
También ver Mateo 1.18–2.1; Juan 19.16–37.
Jesús se crió en un pueblo llamado Nazaret. Predicó acerca de Dios y su voluntad. En todo lugar adonde Jesús fue, hizo milagros. Nunca pensó, dijo o hizo nada malo. No desagradó a Dios ni una sola vez. Nunca pecó. Ni siquiera una vez. Jesús hizo todo lo correcto durante toda su vida y Dios se complació totalmente en él.
Y una voz del cielo decía: «Éste es mi Hijo amado; estoy muy complacido con él».
—Mateo 3.17
También ver Mateo 11.2–5; Lucas 4.14–21; Hebreos 7.26.
Dios, no obstante, nos demostró su amor al enviar a Cristo a morir por nosotros, aun cuando éramos pecadores. Con mucha más razón, ahora Dios nos salvará de la ira final al habernos hecho justos por la muerte de Cristo. Pues si cuando éramos enemigos nos reconcilió con él mismo por la muerte de su Hijo, ¡cómo no ha de salvarnos ahora por su vida!
—Romanos 5.8–10 NBD
También ver Filipenses 3.8–9; Colosenses 3.10.
Jesús es perfecto. Y aunque nunca ha tenido un mal pensamiento ni dicho una palabra desagradable, Jesús fue castigado como si hubiera cometido los más horrendos pecados. Y porque recibió el trato que los pecadores merecen, Dios puede tratar a los pecadores como si hubieran vivido la vida perfecta de Jesús.
Para completar su plan, Dios levantó a Jesús de la muerte al tercer día. Poco después, Jesús regresó al cielo.
Lo fantástico de ser perdonados es que un día podremos ir a ese lugar maravilloso e increíble llamado cielo. Ese es el lugar donde todos son buenos, felices, cariñosos y viven en paz para siempre.
Tal vez te preguntes: ¿Cómo puede Dios perdonarme de esta manera? ¿Tendré que hacer algo? ¿Le llevará a Dios mucho tiempo poder perdonarme? ¿Tendré que ser mayor de edad?
Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados..., que fue sepultado, que resucitó al tercer día según las Escrituras.
—1 Corintios 15.3–4
También ver Mateo 28.1–10; Hechos 1.9–11; Colosenses 1.3–6; 1 Pedro 1.4.
Escucha. Dios te perdonará ahora mismo para que tengas un lugar en el cielo. ¡Es un regalo! ¡Él te lo ofrece!
¿Quieres que Dios te perdone para que un día puedas vivir con él en el cielo? Hay dos palabras en la Biblia que nos dicen cómo este regalo puede ser tuyo.