Reveles revelador
Egresado de la escuela de periodismo Carlos Septién García, José Reveles Morado se ha hecho reportero a lo largo de 40 años de ejercicio profesional. Pasó pronto de la rutinaria cobertura de hechos más o menos importantes a la indagación de sucesos o el análisis de fenómenos, es decir, al periodismo interpretativo, al de investigación, el que permite insertar el acontecer cotidiano en marcos amplios que le hacen cobrar sentido más allá de su fugacidad.
Muy temprano Reveles transitó de la escritura en diarios y revistas a la redacción de capítulos de libros. Escribió la obra que comunicó la triste historia del presidente que no fue, el delegado de Perón en la presidencia de la república argentina. Una cárcel mexicana en Buenos Aires (Proceso, 1980) narra las vicisitudes de Héctor Cámpora, mientras que las de Joaquín Hernández Galicia quedaron expuestas en el libro, en coautoría con Salvador Corro, La Quina, el lado oscuro del poder (Planeta, 1989).
Tiempo más tarde, ya en el pleno dominio de sus artes de indagación y de expresión, Reveles halló que el lema de campaña de Felipe Calderón en el proceso electoral de 2006, que aludía a su honestidad, debía contrastarse con su hallazgo sobre Las manos sucias del PAN (Planeta, 2006), una penetrante investigación sobre la asignación de recursos presupuestales a proyectos y agrupaciones relacionados con los mismos legisladores panistas que influían para determinar el gasto público desde San Lázaro y luego fungían como gestores para hacer que las partidas fluyeran desde las oficinas administrativas correspondientes hacia destinos que no siempre tenían existencia real.
Ahora Reveles ha escrito una suma de horrores, que resulta de posar su aguda mirada sobre acontecimientos que, si bien es cierto son del dominio general porque han pasado por los medios de información, tienen una tercera dimensión que sólo se conoce mediante la búsqueda y el hallazgo de lo no evidente, de lo que se oculta, de aquello en que pocos reparan. Ha escrito un libro que en 30 apartados aborda una veintena de asuntos que tienen un común denominador, la corrupción.
La esencia del libro fue inspirada por Nelson Vargas, ex director de la Comisión Nacional del Deporte que, después de un año en espera de noticias sobre su joven hija secuestrada, y tras haber aportado él mismo datos que en una pesquisa a derechas hubieran conducido a la localización de Silvia, estalló en la expresión mexicana usual para indicar descastamiento.
El secuestro de Silvia Vargas Escalera, el de Fernando Martí, el de un empresario cuyo verdadero nombre es sustituido por el de Sebastián a fin de protegerlo frente a amenazas que siguieron a las terribles horas en que fue privado de la libertad, son algunos de los casos narrados con destreza literaria por Reveles. El reportero no se limita a reproducir la información ya conocida, a lo cual contribuyó él mismo en las páginas de El Financiero, el diario de cuya redacción forma parte en la sección de investigaciones especiales. Por lo contrario, sus crónicas sobre esos delitos aportan una nueva y terrible perspectiva, la de la complicidad de agentes de la autoridad en delitos que deberían perseguir y no protagonizar.
Si no se diera por sentado que los lectores de Reveles tienen un criterio maduro y una base emocional sólida, habría que vender este libro con una nota que advirtiera de los peligros que su lectura puede suscitar, pues espíritus menos hechos al conocimiento de la cruda realidad se espantarían con los relatos aquí expuestos. Pero quienes tienen delante de sí los materiales de Reveles han mostrado con ese gesto que desean saber con certidumbre lo que acontece a su alrededor, pues de la conciencia de lo que ocurre se puede pasar a la acción ciudadana que permita eliminar las nefastas conductas de quienes tuercen la ley en vez de aplicarla.
Como en un escenario dantesco, en estas crónicas huérfanas —que son, en palabras de su autor, “aproximación a la verdad en un sistema de gobierno diseñado para el ocultamiento, en una sociedad que está ávida de saber”— desfilan realidades como la implicación de militares, en servicio o desertores, con todas las bandas de narcotraficantes; la práctica de secuestros y otros delitos por miembros de las corporaciones que ha dirigido Genaro García Luna, el secretario de Seguridad Pública inmune a la denuncia y a la crítica merced a su extraña vinculación con el presidente de la República.
El suceso en que perdió la vida el secretario de Gobernación Juan Camilo Mouriño amerita varios apartados en la obra de Reveles, porque la comprensión cabal del acontecimiento requiere asedios desde diversos miradores, comenzando por los intríngulis burocráticos relativos a la compra del aparato que vino a tierra el 4 de noviembre y a la contratación del personal que lo tripulaba, hasta las contradicciones e insuficiencias del vocero presidencial para ese efecto, el secretario de Comunicaciones y Transportes.
En otro asunto de semejante y aun mayor envergadura que este posible atentado, Reveles se aproxima a plantear que el estallido de granadas en Morelia el 15 de septiembre de 2008 no fue, como la propaganda oficial predicó, un acto de narcoterrorismo sino más probablemente un autoataque al que sólo faltaría fijar el móvil. Por lo pronto, queda claro que un primer intento por hallar culpables del estallido de la noche del Grito, y muy probablemente también el segundo han fracasado por su inverosimilitud.
Reveles se inició muy joven en La Prensa y luego trabajó seis años en el Excélsior dirigido por Julio Scherer, a cuyo lado siguió trabajando, como muchos de sus compañeros, luego del golpe de julio de 1976, hasta la fundación de la agencia de noticias Cisa y el semanario Proceso que constituyeron la respuesta de un grupo de periodistas al intento de Echeverría de silenciarlos. Jefe de información de esa revista durante siete años, Reveles creó dos más bajo su dirección, Filo Rojo y De Par en Par. En esas publicaciones, en su trabajo cotidiano para El Financiero, en conferencias y estudios ex profeso se ha ido definiendo con nitidez el papel del periodista como promotor y defensor de los derechos humanos y la democracia. Que no otros valores quedan servidos con su pericia profesional, su talento periodístico, su reciedumbre personal.
M IGUEL Á NGEL G RANADOS C HAPA
En el país donde no pasa nada
(a manera de introducción)
El ejército mexicano terminó 2008 con un insólito llamado a la población para que lo auxiliara en su obligación de combatir eficazmente a los delincuentes. Ocho cabezas de militares decapitados habían aparecido días antes en Guerrero como muestra de que el poderío de la criminalidad organizada está muy lejos de ser mínimamente mermado.