Epílogo
Terminé de escribir este libro casi al terminar el 2018. Entonces Cuitláhuac García Jiménez apenas llevaba un mes como Gobernador y era un período demasiado corto como para evaluar su trabajo.
Pero diciembre se tiñó de sangre. Y enero también. Y febrero. Y así, en lo sucesivo. Lo que parecía la excepción, se convirtió en la regla. La transición política no significó una mejoría para el estado de Veracruz, al menos en materia de seguridad. Cientos de homicidios, decenas de feminicidios, asesinatos de niños y hasta masacres se registraron en estos primeros cinco meses, por estas circunstancias fue necesaria esta breve actualización.
Según datos que compartió el periodista veracruzano Ignacio Carvajal, quien mantiene el conteo del “ejecutómetro”, del 1 de diciembre de 2018 al 29 de abril de 2019 se cometieron en Veracruz 772 homicidios dolosos, de los cuales 680 fueron hombres y 92 mujeres.
A inicios de año llegó al municipio sureño de Agua Dulce el Secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, para dar una rueda de prensa sobre los índices de delitos de alto impacto que, supuestamente, habían bajado en la región. Tuvieron que recortar los datos de un mes para que fuera creíble, al menos estadísticamente, que sí había una disminución porcentual entre los delitos cometidos en un mes en específico, pero entre el 2018 y el 2019, es decir, con Miguel Ángel Yunes y con Cuitláhuac García.
En estos primeros meses también se registraron algunos fracasos, políticamente hablando. Por ejemplo, el juicio de desafuero del Fiscal Jorge Winckler Ortiz al final no procedió porque a la bancada de Morena le faltaron votos para alcanzar la mayoría necesaria para sacarlo, así que el aliado de Yunes se afianzó en la Fiscalía.
Pero quienes pagan los platos rotos son los ciudadanos que esperan justicia. Están (estamos) metidos en medio de una guerra política, de declaraciones mediáticas, de culpas mutuas cuando sucede algún evento grave. Por un lado, la Fiscalía de Winckler ahora sí dando ruedas de prensa en las que expone los índices delictivos y los descubrimientos de fosas que, de haber ganado el hijo de Yunes, no sabemos si hubiera actuado con la misma “transparencia”. Del otro extremo, el gobernador Cuitláhuac García y el secretario Eric Cisneros, quienes casi como deporte arroban la cuenta de la FGE en Twitter cada vez que ocurre algún hecho violento para exigirle que se realicen las investigaciones pertinentes.
De los grupos que más ha resentido esta pelea política, esta guerra de declaraciones, es el de los colectivos de búsqueda de desaparecidos. A mediados de abril de 2019, Jorge Winckler anunció el descubrimiento de otro posible megacementerio clandestino en la zona centro del estado, aunque guardó la ubicación por algunos días. Los reporteros veracruzanos, ávidos de descubrir lo que el Fiscal quería callar, encontraron la ubicación del predio en el municipio de Úrsulo Galván, incluso documentaron que el lugar no tenía resguardo como lo había presumido el funcionario. Finalmente, la Fiscalía admitió que ése era el emplazamiento con 36 puntos positivos, citó a los colectivos, también al personal de la Comisión Nacional de Búsqueda y les dieron permiso de ingresar al predio (cuyo origen está en una denuncia del 2013). A cambio, los colectivos se mostraron renuentes con la prensa. “La Fiscalía está muy pesada. Acordó que no quería periodistas”, me confió la integrante de uno de los colectivos más representativos de Veracruz.
La prensa en Veracruz tampoco parece ir por el mejor camino. La mayoría replica sin más el discurso hegemónico de la violencia con afán de ser considerada para un jugoso convenio, pues hasta abril, todavía no se iniciaba la repartición de contratos de publicidad. Hay un grupo en WhatsApp que se llama “Prensa Cuitláhuac” en donde circulan los boletines oficiales y no faltan los que en el mismo sitio comparten los enlaces de sus páginas digitales para que los funcionarios en turno sepan que el mensaje fue publicado, incluso, sin cambiarle una coma o un punto. Pero también ya se comienza a notar el hartazgo por parte del sector crítico ante la falta de respuestas oportunas frente a hechos que sacuden Veracruz.
En pocos meses pareciera que el estado estuviera condenado a irse al caño. Voraces incendios forestales acabaron con cientos de hectáreas de bellos bosques de niebla en Perote, en una amplia área natural protegida. Aunque no lo crean, la falta de interés de las autoridades que gobernaron Veracruz en el pasado aportó su granito de arena a esta tragedia, pues resultó que esta zona tenía años sin podas de mantenimiento, así que cuando inició el fuego, había demasiado combustible como para controlar el conato sin que consumiera medio bosque de por medio. ¡Ay de Veracruz!
Me gustaría, para terminar, narrarles algunos hechos suscitados al inicio del 2019 y que valen la pena rescatarse como contexto para una conclusión abierta de este libro.
El 14 de marzo por la noche viajaba hacia la Ciudad de México, cuando en un grupo de WhatsApp de reporteros compartieron información de un ataque contra la Fuerza Civil de parte de integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación. Una decena de camionetas emboscó a elementos de la Fuerza Civil y el saldo de la refriega fue de un policía asesinado, además de una patrulla quemada, la cual pude observar claramente mientras el camión cruzaba la carretera Cosamaloapan-La Tinaja, a la altura del acceso a Tierra Blanca. Para la medianoche, el convoy de sicarios se movilizó hasta Tierra Blanca y rafagueó la base de la Policía Estatal y a la comandancia de Jáltipan le arrojaron una granada que le destruyó la fachada. A través de “narcolonas” (ya no, “narcomantas”) replicaron idéntico mensaje desde el puerto de Veracruz hasta los municipios del sur: el CJNG le declaró la guerra abiertamente a la Fuerza Civil, a la que acusó de apoyar a Los Zetas. Aquel fin de semana los destacamentos de la Fuerza Civil fueron retirados de los municipios sureños para concentrarse en Xalapa, ante posibles ataques a las bases. La población tuvo miedo de viajar por carretera: por ejemplo, a la terminal de Acayucan llegaron camiones de pasajeros de las líneas Sotavento y Sur grafiteados con las iniciales del grupo delictivo. Y en la carretera Costera del Golfo, cerca de Catemaco, algunos tráileres fueron incendiados y sus cajas también estaban pintadas con las cuatro letras de la organización criminal.
El segundo hecho destacable en el arranque de año fue la masacre de Minatitlán. Era “Viernes Santo” (19 de abril) y un grupo de personas celebraba el cumpleaños de una mujer quincuagenaria en la palapa “La Potra”, en la colonia Obrera; propiedad de Hebert Reyes, trabajador petrolero conocido entre sus compañeros como “El Potro”. Cerca de las cinco de la tarde, Hebert hasta enlazó una transmisión en vivo desde la fiesta en donde sonaba “Perfume de Gardenias”. Para las 9 de la noche, él y otras doce personas estaban muertas.
La escena revolvía el estómago. Una parte del piso estaba completamente llena de sangre proveniente de cuatro cadáveres contiguos, boca arriba o boca abajo, según los descubrieron las ráfagas de fuego y plomo. Y ahí, con su camisita amarilla, un bebé de un año que acababa de celebrar su primer aniversario tres días atrás, yacía con el pecho destrozado por las balas sobre un riachuelo de su propia sangre que corría paralelo a uno más espeso, el de otro integrante de la fiesta que pereció a unos metros de él.
En total fueron trece víctimas: siete hombres y cinco mujeres. Los sobrevivientes de la masacre contaron que un grupo de personas armadas entró a la palapa para buscar a una persona, que resultó ser Julio César González Reyna, conocido en Minatitlán como “La Becky”, mujer transexual dueña del bar “La esquina del chacal”. Esta persona ya había sufrido el asesinato de su hermana en 2014, cuando fue secuestrada y posteriormente encontrada sin vida cerca de Minatitlán. Según los testigos, hombres y mujeres, tanto adultos mayores como el bebé de un año, indiscriminadamente recibieron balazos con saña, incluso algunas mujeres de la tercera edad fueron obligadas a mirar el asesinato de sus familiares y amigas que horas antes celebraran un cumpleaños.