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Alfonso Ussía - Del coscorrón a la seda

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Alfonso Ussía Del coscorrón a la seda
  • Libro:
    Del coscorrón a la seda
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2003
  • Índice:
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LAS ALEGRES ERRATAS

El periodismo tiene muy pocas caras alegres. El periodismo de información no es un concilio de alegrías, y el periodismo de opinión, del que yo formo parte, es más bien una pequeña tortura diaria de incomprensiones y tristezas. En el fondo, y aunque os parezca vulgar, la cara alegre del periodismo surge en los momentos menos esperados gracias a la equivocación, la errata, la incultura del propio periodista o el fallo descomunal. El humor en el periodismo no está sólo en el contenido de los artículos o comentarios a él consagrados, sino en la involuntariedad del patinazo en lo solemne. Así, nadie que escriba de humor o con humor, ha podido superar el impacto social de aquel periódico navarro que en su primera página, y a tres columnas anunciaba: «A pesar de la crisis vocacional el señor obispo ordeñó ayer a sesenta nuevos sacerdotes». Y eso, a pesar de la crisis vocacional, crisis que de acuerdo con la noticia, no termino de entender.

El periodismo de humor se alberga y ampara en las revistas de humor cuando la libertad es restringida, que es una manera muy diplomática de definir la falta de libertad. Los regímenes autoritarios y poco complacientes con la libertad de opinión, suelen tolerar, como pura coartada, la existencia de medios de comunicación exclusivamente humorísticos, en donde la crítica se viste de sonrisa, casi siempre de amarga sonrisa, a sabiendas de su pequeña difusión. Así, y por ceñirnos a nuestra cercanía, durante los años del anterior régimen se permitió, no sin sustos, el vuelo de la maravillosa Codorniz, la inteligencia del Don José y la libertad joven de Hermano Lobo. Con la libertad de expresión asegurada, el humor se ha refugiado en el columnismo político, donde hoy en día, gracias a Jaime Campmany, Antonio Burgos, y otros ilustres colegas de la especie, lo agrandan y difunden, en compañía del humor gráfico del genial Antonio Mingote, Gallego y Rey, Chumy Chúmez y tantos y tantos estupendos creadores del humor diario.

El humor como tal humor, limpio de polvo y paja, no vende, y lo que hoy no se vende, apenas tiene posibilidad de vivir. Sería muy problemático para Wenceslao Fernández Flórez, o Julio Camba, o Art Buchwald, o Giovanni Guareschi o su tocayo Giovanni Mosca, escribir todos los días en los periódicos. Como tal humor, sólo se respeta el que no es humor sino consecuencia de la chabacanería y falta de buen gusto hoy imperantes, que no son otra cosa que el reflejo del mal gusto y la chabacanería de la propia sociedad.

El humor, la cara alegre del periodismo, tiene cobijo también en la facilidad y voluntariedad que tienen muchos periodistas para manipular la verdad a fin de convertirla en verdad a medias.

La faramalla, la verdad parcial que siendo rigurosamente cierta desemboca en la mentira. La manipulación virtuosa. Visitaba por primera vez los Estados Unidos de América el arzobispo de Canterbury. Se lo advirtieron en el muelle de Southampton, momentos antes de embarcar rumbo a Nueva York: «Cuidado con la prensa americana, Su Gracia. Allí no serán tan respetuosos con Su Dignidad. Si le preguntan con inoportunidad o impertinencia, responda preguntando a su vez. No lo haga Su Gracia si no está seguro de su respuesta».

El buque arribó a Nueva York. Una veintena de periodistas aguardaba a Su Gracia junto a la escala principal del barco. Por el portalón apareció el señor arzobispo y ya en tierra se puso a disposición de los periodistas. Uno de ellos le preguntó: «¿Qué opina Su Gracia de la cantidad de casas de putas que hay en Manhattan?». El arzobispo recordó la sabia recomendación de la cautela y muy tímidamente preguntó: «¿Hay en verdad muchas casas de ésas en Manhattan?».

Al día siguiente, el periódico del osado reportero daba noticia de la llegada a Nueva York del arzobispo de Canterbury, y como complemento a los titulares, la siguiente explicación: «Lo primero que hizo el arzobispo al pisar Nueva York fue preguntar: “¿Hay muchas casas de putas en Manhattan?”».

Y así fue, pero no tanto, y fue así, pero tampoco.

Gracias a dos sabios estudiosos y compiladores del desbarajuste periodístico, Evaristo Acevedo, estupendo humorista, y Eduardo Ruiz de Velasco, estupendo periodista, la errata de prensa se ha convertido en una maravillosa asignatura que todos los que nos dedicamos al periodismo estudiamos con fervor. Erratas de prensa, equivocaciones de radio, meteduras de pata televisivas. Nadie, que los escuchara, olvidará fácilmente la noticia que en el Telediario de TVE nos adelantó, hace cinco años, uno de los más serios locutores del ente público: «Han regresado a España, tras su viaje oficial a la República Federal Alemana, SS. MM. los Reyes de España Don Juan Carlos y Doña Fabiola».

Por desgracia, y por culpa de los adelantos técnicos, las erratas en los periódicos han iniciado su declive, si bien es imposible, por fortuna, terminar con la especie. La gran creadora de sonrisas, en nuestra prensa de hoy, es la publicidad por palabras, donde a veces se junta el despiste de quien recibe los anuncios y la originalidad de quien los pone. Veamos varios ejemplos: «Busco tapón lejía Conejo regiones Extremadura, Galicia y Valencia. Gratificaré».

«Tengo diecisiete años y deseo contactar con chicos y chicas de la capital para cursos de parapsicoñogía».

Se anuncia una conferencia en Vizcaya. El anuncio no es muy claro. «Mañana a las siete de la tarde, en el casino de Sopelana, pronunciará una conferencia acerca de “Consideraciones económicas y humanas sobre el Antonio Zarzalejos, del turismo de Vizcaya”, don José provincial de Información y Turismo».

De cualquier manera hay mucha diversidad en el mundo de la errata. Erratas de imprenta y erratas del periodista que escribe sin saber lo que hace. Erratas llevadas y traídas por el entusiasmo y erratas en las que se puede sospechar una cierta proclividad hacia el cachondeo del redactor jefe, el firmante del artículo o la noticia o el mismo responsable de los talleres. Repasemos una pequeña antología de estos malos pasos y analicemos su espíritu.

Todas las que a continuación vamos a escuchar se producen en el anterior Régimen, y por ello hay que valorarlas con la adaptación de los tiempos. Para muchos prebostes del Movimiento Nacional todo lo que fuera arte contemporáneo equivalía a comunismo. Picasso, Miró, Gris, el propio Tapies, no eran los pintores preferidos del Régimen. Se salvaba Dalí, pero no del todo. En unas declaraciones a ABC de Sevilla, el director general de Bellas Artes comentaba los destrozos que un desalmado había producido en un cuadro de don Salvador, y decía textualmente: «Es muy triste que sucedan cosas así, porque los cuadros no deben ser destruidos, aunque sean de Dalí». Eso es amor al arte, como comprenderán ustedes.

Dos noticias aparecidas en el ABC de Madrid le valió en los años cuarenta el remoquete de diario clasista, cosa que no es cierta. La verdad es que el clasista, seguramente inconsciente, era el redactor o redactores que resumieron los hechos. En uno, que narraba un terrible accidente ferroviario se escribía que «afortunadamente todas las víctimas viajaban en tercera», y en otro, una reseña sobre un incendio en una casa del barrio de Salamanca con muy ilustres vecinos, el redactor terminaba así: «A Dios gracias, sólo falleció la portera». Ese señoritismo se refleja involuntario en un texto que resume una serie de robos de vehículos en Alicante. Los perjudicados son, según el corresponsal de ABC en Alicante, don Pelegrín Pascual y don José María Ardisa, propietarios de los automóviles robados, y Lorenzo Hernández, dueño de una motocicleta igualmente sustraída. Es decir, que al dueño de la motocicleta le quitan el don. Es Lorenzo a secas.

Las erratas producidas por saltos en la confección del periódico siempre aparecen divertidas cuando algo serio se descoyunta. Escuchen la muy celebrada que se publicó en el diario Ayer de Jerez de la Frontera a principios de los sesenta: «Triduo a Santo Domingo de Guzmán. Ayer, miércoles, dio comienzo en el Real Convento de Santo Domingo el triduo solemne en honor del glorioso fundador de la Orden de Predicadores. A las 7.40, misa vespertina, “Papá se ha enamorado” (mayores de dieciocho años), Santo Rosario, plática y bendición eucarística».

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