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Toni Morrison - La fuente de la autoestima

Aquí puedes leer online Toni Morrison - La fuente de la autoestima texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2020, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial España, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Toni Morrison La fuente de la autoestima
  • Libro:
    La fuente de la autoestima
  • Autor:
  • Editor:
    Penguin Random House Grupo Editorial España
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    2020
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La fuente de la autoestima: resumen, descripción y anotación

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El último librode la gran premio Nobel de Literatura: su insoslayable legado moral e intelectual

El racismo puede ponerse un traje nuevo, comprarse unas botas nuevas, pero ni él ni su súcubo gemelo, el fascismo, son nuevos ni capaces de nada nuevo. Solo puede reproducir el entorno que respalda su propia condición: el miedo, el rechazo y una atmósfera en que sus víctimas han perdido las ganas de luchar.

TONI MORRISON

La fuente de la autoestima es la magnífica recopilación de ensayos y discursos de Toni Morrison en los que ofrece sus lúcidas reflexiones sobre la sociedad, la cultura y el arte de los últimos cuarenta años, y realiza una contundente crítica de sus obras y también de algunas ajenas. Morrison aborda temas sociales acuciantes como la inmigración, el empoderamiento de la mujer, la prensa, el dinero o los derechos humanos, la función de los artistas en la sociedad, la creación literaria y, al igual que en su emocionante discurso de recepción del Premio Nobel, el poder del lenguaje.

La crítica ha dicho...
«Morrison recordó que Estados Unidos se ha levantado sobre la raza, la esclavitud, la memoria, la identidad, la discriminación y la integración de la cultura afroamericana. Nunca se cansó de señalar la manera como los negros han sido tratados en su país. Y no ocultó las críticas a su raza. [...] Gran parte de todo eso está expresado en La fuente de la autoestima
Winston Manrique

«Toni Morrison es la gran narradora de la verdad afroamericana. Una de las personas que mejor ha contado y reflexionado sobre la situación de la población negra y su cultura en Estados Unidos y sobre la raza en general en el mundo. [...] Nunca se cansó de señalar la manera como los negros han sido tratados en su país. Y no ocultó las críticas a su raza. Granparte de todo eso está expresado en La fuente de la autoestima
The Huffington Post

«Este libro es un legado, [...] una suerte de testamento intelectual. En él, la Nobel de Literatura hace algo así como abrirnos la sala de máquinas de sus ficciones. [...] Una mezcla originalísima de inteligencia, fuerza y humanidad. [...] Imprescindible.»
Pablo Martínez Zarracina, La Rioja

«Una autora fundamental del siglo XX que en La fuente de la autoestima demuestra por qué está considerada una referencia moral, ética y cultural. Un testamento literario de una luchadora infatigable contra el racismo y a favor de los derechos humanos. Textos de mucha actualidad a pesar de haber sido escritos hace años.»
Use Lahoz, El Ojo Crítico (RNE 1)

«Morrison es algo más que la abanderada de la literatura norteamericana. Es nuestra mejor cantante. Y este libro, probablemente su canción más importante. [...] Resulta mágico ser testigo del trabajo de su mente e imaginación, tan fértiles y sutiles como el jazz.»
James McBride, The New York Times Book Review

«Conmovedor. [...] Magnífico. [...] Un gran libro, rico, heterogéneo, ¡aleluya! [...] Uno siente la tentación de examinar con detenimiento sus palabras: su agudeza y claridad moral son deslumbrantes, del mismo modo que su visión sobre cómo deberíamos caminar hacia un futuro menos injusto y con menos odio.»
TheGuardian

«Morrison fue por delante, llevándonos al futuro, como la luz de un faro.»
Zadie Smith

«Siempre adoré su franqueza y admiré la forma en que ocupó su lugar en el mundo. Creí en ella.»
Chimamanda Ngozi Adichie

«Ella lideraba y nosotros la seguíamos: nos enseñó la belleza del lenguaje y el poder que se desata cuando se une a un gran corazón y a una mente feroz.»
Salman...

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Toni Morrison 1931 nació en Lorain Ohio Alternaba su trabajo de profesora - photo 1

Toni Morrison 1931 nació en Lorain Ohio Alternaba su trabajo de profesora - photo 2

Toni Morrison (1931) nació en Lorain, Ohio. Alternaba su trabajo de profesora de Humanidades en la Universidad de Princeton con la actividad literaria. En sus novelas se plantea la problemática de la población negra en Estados Unidos, sobre todo la situación de las mujeres. Es autora de las novelas Ojos azules (1970), Sula (1973), La canción de Salomón (1977, premiada con el National Book Critics Circle Award en 1978), La isla de los caballeros (1981), Beloved (1987, que obtuvo el Premio Pulitzer en 1988), Jazz (1992), Paraíso (1997), Amor (2003), Una bendición (2008; Lumen, 2009), Volver (Lumen, 2012) y La noche de los niños (Lumen, 2016). El origen de los otros es su último libro (Lumen, 2018). En 1993 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. Murió en agosto de 2019 en el pequeño pueblo neoyorquino de Grand View-on-Hudson con 88 años.

Riesgos

Los regímenes autoritarios, los dictadores y los déspotas se caracterizan a menudo, aunque no siempre, por su insensatez, pero ninguno es tan insensato para dar a escritores perspicaces y disidentes carta blanca a fin de que publiquen sus opiniones o sigan sus instintos creativos. Saben que con ello correrían un riesgo. No son tan tontos para ceder el control (manifiesto o artero) de los medios de comunicación. Entre sus métodos están la vigilancia, la censura, la detención e incluso el asesinato de los escritores que informan o agitan a la ciudadanía. Escritores que desestabilizan, que ponen en tela de juicio, que observan de otro modo, con mayor detenimiento. Los escritores (periodistas, ensayistas, blogueros, poetas, dramaturgos) pueden trastornar la opresión social que funciona como una especie de coma en la población, un coma que los déspotas llaman «paz», y restañar la hemorragia de la guerra que excita a halcones y especuladores.

Ese es el riesgo que corren los déspotas.

El nuestro es de otro tipo.

Qué desapacible, invivible e insufrible resulta la existencia cuando se nos priva del arte. Es urgente proteger la vida y la obra de los escritores en situación de riesgo, pero además de esa urgencia tenemos que recordar que su ausencia, el enmudecimiento de la obra de un escritor, su cruel amputación, supone para nosotros un peligro igual de importante. El auxilio que les ofrecemos equivale a ser generosos con nosotros mismos.

Todos hemos oído hablar de países que destacan por la huida de escritores de su territorio. Existen regímenes cuyo miedo a la escritura no sujeta a un control se justifica en el hecho de que la verdad es conflictiva. Es conflictiva para el belicista, el torturador, el ladrón empresarial, el mercenario de la política, el sistema judicial corrupto y para una ciudadanía comatosa. Los escritores que quedan sin perseguir, encarcelar u hostigar son conflictivos para el matón ignorante, el racista taimado y los depredadores que se alimentan de los recursos del planeta. La alarma y la desazón que suscitan los escritores resultan instructivas por ser claras y vulnerables, porque si no se vigilan se vuelven amenazadoras. En consecuencia, la histórica supresión de los escritores es el primer presagio del despojo continuado de otros derechos y libertades que se producirá a continuación. La historia de los escritores perseguidos es tan larga como la de la literatura en sí. Y los intentos de censurarnos, desposeernos, regularnos y aniquilarnos son síntomas claros de que se ha producido algo importante. Las fuerzas culturales y políticas pueden arrasar con todo menos con lo «inofensivo», con todo menos con el arte sancionado por el Estado.

Alguien me dijo en una ocasión que existen dos reacciones humanas frente a la percepción del caos: ponerle un nombre y recurrir a la violencia. Cuando el caos es sencillamente lo desconocido, se le puede poner un nombre sin dificultad: una nueva especie, una nueva estrella, una nueva fórmula, una nueva ecuación, un nuevo pronóstico. También pueden trazarse mapas o inventarse nombres propios cuando elementos geográficos o paisajísticos o poblaciones no los han recibido anteriormente o se les han arrebatado. Si el caos resiste, bien porque se reforma o bien porque se rebela contra el orden impuesto, la violencia se considera la respuesta más frecuente y más racional para enfrentarse a lo desconocido, lo catastrófico, lo salvaje, desenfrenado o incorregible. Las reacciones racionales pueden ser la censura, el encierro en campos de reclusión o cárceles, o la muerte, de forma individual o en una guerra. Existe, no obstante, una tercera respuesta al caos, de la que no he oído hablar: el silencio. Ese silencio puede equivaler a pasividad y estupefacción; o bien a un miedo paralizante. Pero asimismo puede centrarse en el arte. Hay que cuidar y proteger a los escritores que ejercen su oficio cerca o lejos del trono del poder más puro, del poder militar, de la construcción de imperios y de las contadurías, los escritores que construyen significado frente al caos. Y es justo que dicha protección surja de otros escritores. Resulta imprescindible no solo salvar a los escritores asediados, sino salvarnos a nosotros mismos. Si me paro a contemplar, con pavor, la supresión de otras voces, de novelas por escribir, de poemas susurrados o engullidos por miedo a que lleguen a oídos desaconsejados, de lenguas proscritas que perviven en la clandestinidad, de preguntas de ensayistas que cuestionan la autoridad y nunca llegan a plantearse, de obras de teatro que no se montan o de películas que no se ruedan veo ante mí una pesadilla. Como si todo un universo se dibujara con tinta invisible.

Algunos traumas sufridos por determinados pueblos son tan profundos, tan crueles, que, a diferencia del dinero, a diferencia de la venganza, incluso a diferencia de la justicia, o de los derechos, o de la buena voluntad de los demás, solo los escritores logran traducirlos y transformar el dolor en significado para aguzar la imaginación moral.

Para la humanidad, la vida y la obra de un escritor no son un regalo, sino una necesidad.

PRIMERA PARTE
La patria del forastero
Los muertos del 11 de septiembre

Hay quien tiene la palabra de Dios y quien tiene canciones de consuelo para quienes han perdido a un ser querido. A mí, si consigo reunir el valor necesario, me gustaría dirigirme directamente a los muertos, a los muertos de septiembre. A esos hijos de antepasados nacidos en todos los continentes del planeta: Asia, Europa, África, América; nacidos de antepasados que llevaban falda escocesa, obi, sari, guelé, sombrero de paja de ala ancha, kipá, pieles de cabra, calzado de madera, plumas y pañuelos para cubrirse el pelo. Pero no me gustaría decir una sola palabra hasta haber dejado a un lado todo lo que sé o pienso sobre los países, la guerra, los dirigentes, los gobernados y los ingobernables; todo lo que sospecho sobre las corazas y las entrañas. Primero me gustaría refrescar la lengua, abandonar recursos forjados para conocer el mal: gratuito o estudiado; explosivo o siniestro aunque discreto; da igual que surja de un apetito o un hambre saciados; de la venganza o de la mera compulsión que lleva a ponerse en pie antes de derrumbarse. Me gustaría purgar mi lenguaje de hipérboles, de su impaciencia por analizar los niveles de crueldad; por clasificarlos, por calcular su categoría superior o inferior entre otros de su especie.

Hablar con los destrozados y los muertos resulta demasiado difícil con la boca llena de sangre. Es un acto demasiado sagrado para pensamientos impuros. Y es que los muertos son libres, absolutos; no se dejan seducir por el bombardeo.

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