© Toni Ramoneda, 2014.
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PRÓLOGO
Este libro recoge los testimonios de algunos destacados políticos que han participado en la integración de España en la actual Unión Europea, han representado a esta institución y todavía hoy participan en ella. A partir de ahí, la obra se concibe como una voz sobre la democracia y su discurso. Una voz capaz de contribuir al desarrollo del pensamiento crítico o, cuando menos, a seguir creyendo en su posible existencia. El pensamiento crítico entendido como esta relación entre la necesidad de pensar con otros y el deseo de expresarse por uno mismo que caracteriza a la mayoría de edad ilustrada: «Ilustración significa el abandono por parte del hombre de una minoría de edad cuyo responsable es él mismo. Esta minoría de edad significa la incapacidad de servirse de su entendimiento sin verse guiado por algún otro».
Desde que diera su respuesta a qué es la Ilustración, el proyecto kantiano se ha transformado en un mito moderno en el que se confunde la responsabilidad individual con una capacidad de juicio desvinculada de toda influencia externa. Este mito de la emancipación es la creencia en un pensamiento propio, a-histórico y a-social, mientras que la emancipación es, por el contrario, un proceso, una forma de relacionarse con el mundo, que proviene de la toma de conciencia del vínculo innegable y necesario entre yo y el mundo, entre mi responsabilidad y nuestra responsabilidad compartida, y que en este libro se identificará con la reivindicación, cada vez más extendida, de una «democracia real». Ser mayor de edad supone entonces reconocer la presencia del otro en uno mismo, y la democracia real es aquella en la que cada uno asume como propia la responsabilidad del otro, con las exigencias éticas y políticas que ello trae consigo.
El adjetivo «real» no contiene, pues, un valor de veracidad, sino que se refiere al tipo de vínculo que un sistema democrático nos permite establecer con el mundo. «Real» no significa «verdadera» sino «vivida», «sentida», «afectiva» y, en última instancia, «incierta», porque el otro al que nos vinculamos es, a pesar de todo, «otro». De ahí que este libro, además de ser un ejercicio de democracia, explore la realidad europea, una realidad incierta tanto política como geográfica y económicamente. Una realidad construida sobre alteridades profundas.
Transformar la incertidumbre en valor político es también la apuesta de una aproximación a la realidad europea en términos discursivos, es decir, teniendo en cuenta las formas de representación mediante las cuales transformamos la incertidumbre respecto al mundo en el que vivimos en relatos compartidos sobre nuestras vivencias. Esta aproximación concibe la política como el conjunto de prácticas mediante las que reconocemos en estos relatos una voz que identificamos como propia y con las que creamos las condiciones, gracias al uso de la palabra, para que sean audibles las voces de cada uno. Esto supone tanto lanzar palabras a un público anónimo, como dirigirlas a alguien con quien estamos charlando, como escribirlas sobre un papel; pero para que nuestra voz pueda ser audible es necesario dar visibilidad a los contextos de enunciación a los que están vinculadas estas palabras: sus situaciones reales.
Por ello este libro contiene tres niveles de enunciación. El primero, que aparece en las citas al principio de cada una de las partes que lo componen, es el que tiene que ver con los enunciados que pueblan nuestro universo mediático. Se trata de palabras lanzadas al público como objetos que uno puede captar o dejar pasar: un jugador de fútbol español tras marcar tres goles en un partido del Mundial de Italia 1990, un entrenador portugués en una rueda de prensa de abril de 2011, un entrenador catalán en otra rueda de prensa antes del mismo partido, un comentarista francés tras un gesto violento del capitán de su equipo de fútbol en la final de la Copa del Mundo 2006 y un cartel anónimo en una celebración después de la victoria de España en el Mundial de 2010.
Cada situación, personaje y momento van ligados a unas palabras que, sin poseer un componente político, sin referir a una adscripción europea más allá de la identidad de sus portadores y sin incidir en el discurso de Europa, condensan una multitud de representaciones.
La democracia también son estos gestos que nos hacen espectadores de un mundo mediático. Podemos ignorarlos pero no negarlos: ahí están.
El segundo nivel tiene que ver con la construcción de un discurso sobre la Unión Europea y la democracia a partir tanto de un trabajo personal de investigación como de las entrevistas realizadas a diferentes personalidades políticas españolas. Mi interés teórico sobre Europa se remonta a la realización, entre los años 2003 y 2007, de una tesis doctoral en el ámbito de las Ciencias de la Información y de la Comunicación en la Universidad Lyon 2. Me interesé entonces por los discursos mediáticos sobre Europa durante las elecciones europeas de 2004 en Francia y España. Quise observar si la existencia de un discurso político europeo podía dotar de sentido a esta contienda electoral y tuve que reconocer que la elección respondía a consideraciones nacionales difíciles de calificar como europeas.
A su vez, llevé a cabo un trabajo teórico a partir de dos autores, Jürgen Habermas y John R. Searle, mediante el cual propuse abordar la comunicación política como una práctica discursiva creadora de realidades institucionales. Este es el marco teórico del que me sirvo aquí para articular estos tres niveles de enunciación en un movimiento por el que los miembros de un grupo social podemos dotar de sentido a nuestras instituciones políticas. Pero este movimiento es una forma de acción que debe lidiar con los dos conceptos fundamentales de la filosofía política moderna: la ideología y la utopía. De este modo, un tercer autor, Paul Ricoeur, se invita en este libro con el fin de que esta concepción discursiva de Europa no quede vacía de su componente ideológico y su horizonte utópico.
En 2004 la campaña del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) estaba liderada por Josep Borrell y la de Iniciativa per Catalunya, por Raül Romeva. Diez años más tarde, ambos políticos se han prestado a ser entrevistados para hablar acerca de la realidad política de la Europa actual.
Así llegamos al tercer nivel, el que tiene que ver con las palabras directamente ligadas a los actores políticos institucionales. Este libro se nutre de las entrevistas a Antoni Castells, Raimon Obiols, Josep Borrell, Pedro Solbes, Cristina Narbona, Raül Romeva, María Badía y Sylvie Guillaume. Todos ellos son líderes políticos relacionados con la izquierda y, salvo Romeva, en concreto con el partido socialista. Les he pedido a todos que me hablaran tanto de su experiencia personal como de su compromiso político y de su experiencia institucional en el ámbito europeo, y lo han hecho con extrema amabilidad y cortesía. Sus palabras, pues, aparecen en este libro como las voces de su posición política y personal.
Pero esta posición y estas voces no se corresponden con la posición ni con la voz de un partido político, de un movimiento o de una ideología. Las palabras son de quienes las pronunciaron, por supuesto, y así las cito; pero la voz de este libro es el resultado de los tres niveles de enunciación. Es la voz de «Europa como discurso»: una apuesta por la democracia real.
No me corresponde juzgar el éxito o el fracaso de esta apuesta que puse en marcha en la primavera de 2012, pero quiero señalar que sin el apoyo de Joaquim Palau esta voz no habría existido. Quiero recordar la extrema hospitalidad de Cristina Narbona y Josep Borrell, la amabilidad de Pedro Solbes, el tiempo que me dedicó Raimon Obiols, la disponibilidad de Raül Romeva, la rapidez con la que Antoni Castells no solo me atendió sino que me ayudó a seguir con el proyecto, el esfuerzo de María Badía por encontrar un momento pese a mis prisas y complicaciones, y la franqueza de Sylvie Guillaume. No puedo dejar de lado las atenciones de Daniel del Pino y Alberto Sicilia en mi paso por Madrid, ni la lectura atenta y crítica de Joan Pere Plaza Font, y espero que sigan las conversaciones raras y las lecturas cruzadas con Marina Garcés. Quiero reconocer también el interés y los comentarios de Ester Pino. A Sarah Cordonnier le debo mucho más de lo que podría expresar aquí.