ÍNDICE
Portada
Dedicatoria
Cita
Introducción
Nosotros y nuestras circunstancias
La exigencia
Cuestión de actitud
Un método anticuado
La simplicidad
Solón
La capacidad de mejora
Los objetivos
La formación del carácter
Gestionar la adversidad
El poder de la palabra
Lo normal y lo correcto
Fotos
Créditos
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A todo el equipo, el Team Nadal.
En especial, a mi hermano Sebastián.
A todos, agradecido.
Hay que ser un fanático o un tonto para no tener dudas.
TONI NADAL
INTRODUCCIÓN
«Éstos son mis principios;
si no le gustan tengo otros.»
GROUCHO MARX
Quiero aprovechar la introducción de este libro para hacer una aclaración extensiva a todos los capítulos. Es mi declaración de no principios.
Si hubiera escrito o encabezado la mayoría de las frases como deseo, hubiera sido de lo más repetitivo y les hubiera conducido irremediablemente al hartazgo. Si se harta el lector, lo cual es también muy posible, que no sea, por lo menos, por leer en cada frase: yo creo que, según mi opinión, bajo mi punto de vista, pienso que, etc. Pero así es como las encabezaría todas si no respondiera a unas mínimas normas de estilismo.
Lo último que pretendo es sentenciar. Sólo procuro argumentar lo que he hecho en mi trayectoria profesional y vital, que es grosso modo la misma realidad. No me gustaría nada parecer dogmático. Me daría vergüenza y me parecería un atrevimiento dedicarme a dictaminar y a no dejar margen a otra argumentación u opinión. Sé que hay otras formas y caminos para perseguir retos y para vivir la vida. Bajo ningún concepto quiero aleccionar, aconsejar, enseñar, ni, mucho menos, predicar.
Por mi vehemencia, sé que parezco categórico; soy más bien todo lo contrario. Sé que doy una imagen de polemista, contradictorio y hasta desesperante. Los que me tratan a menudo me definen así; por tanto, no lo puedo negar. Sin embargo, esa imagen se debe a una inquietud permanente que no admite descanso. A mí lo que me gusta es rebatir, incluso a mí mismo, y esto me lleva a no dar, casi nunca, con una versión racionalmente definitiva de casi nada.
Una de las cosas que me dan más placer es hablar con personas que aportan nuevos puntos de vista, más o menos acertados; eso casi me da igual si los argumentos son lógicos, explicables y, por consiguiente, enriquecedores. Me gusta hablar con personas que profundizan en las cosas y que no se quedan en la simple superficie, con gente que reflexiona y que busca ahondar en sus convicciones.
A mí siempre me sorprende que uno sea irreductible en sus puntos de vista, opiniones y forma de pensar.
¿Cómo es posible, pienso muchas veces, que la gente tome posiciones tan firmes? ¿No tendrán dudas? Algunas veces tengo la sensación de que es producto de la irreflexión, de haber tomado una postura inalterable y de permanecer anclado en ella por comodidad. Supongo que esto nos hace parecer más solventes intelectualmente, más seguros y, por supuesto, con más personalidad.
Hasta hace unos años, todos los sábados celebrábamos en casa de mis padres una comida familiar. Somos muchos, unos veinticinco, y casi todos muy habladores y ruidosos; pero las discusiones más intensas en nuestra mesa son las que he mantenido desde siempre con mi padre.
Un día surgió un tema de conversación que no recuerdo o que no viene al caso y le pregunté: «Papá, y tú, ¿qué piensas de esto?». Él me miró, hizo una mueca histriónica que se situaba entre la reflexión, la indecisión y la mofa, y me dijo: «Casi me da igual, Toni. Elige tú primero».
Esa forma de ser —debo admitir como retrato fidedigno la valoración sarcástica de mi padre— me lleva a poner en tela de juicio todo lo que no sea empíricamente demostrable, y la enseñanza del tenis, o la formación en general, no lo es. Dudo que lo sea, para ser más exactos.
La finalidad de este libro es explicar en qué he basado mi labor de entrenador, cuál ha sido mi estilo de trabajo, pero para nada darlo como el adecuado para todo el mundo. Puede que no lo sea, ni tan siquiera para nadie más. Es más, estoy totalmente seguro de que es muy mejorable incluso para nosotros mismos. Pienso, de todas formas, que muchos de los principios que he aplicado son de utilidad para la mayoría de la gente.
Suelo repetir a menudo que si en vez de dedicarme a la enseñanza del tenis me hubiera dedicado a enseñarle a mi sobrino cualquier otra disciplina, hubiera aplicado básicamente los mismos principios. Intentaré describirlos en este libro y se verá, a mi pesar, que nada de esto lo he inventado yo.
Mi método se confunde con mi particular forma de entender la vida. He tenido un empeño en no separarlos jamás, simplemente porque pienso que todo en esta vida tiene un denominador común. Siempre he creído que el aprendizaje de mi sobrino a nivel profesional tendría una repercusión en su forma de vivir. Creo que lo que ha aprendido formándose como tenista le es útil también para su día a día y lo será para el resto de su vida.
Me he basado desde siempre en unos principios universales que han funcionado toda la vida y, por tanto, para mí han sido siempre los más lógicos. Mi forma de trabajar es simple y sencilla. No soy dueño de grandes teorías ni ejecutor de muchas complicaciones.
Durante toda la trayectoria deportiva de Rafael hemos trabajado más o menos igual. Su vida se ha complicado mucho a medida que ha ido cosechando éxitos profesionales, pero nuestro trabajo es básicamente el mismo que el que hacíamos cuando era niño. Sólo hemos ido cambiando pequeños matices y nos hemos ido adaptando poco a poco a las circunstancias.
Seguro que hay otras formas de alcanzar unos objetivos deportivos o profesionales; seguro que hay otras formas de entender la vida. Seguro que cada uno tiene su propia fórmula. Pero esto es lo que nos ha ido bien a nosotros; a mi sobrino como tenista y a mí como entrenador.
La única finalidad de este libro es, pues, contar, a quien le pueda despertar interés, nuestra fórmula, evidentemente válida pero no única, trabajosa pero buena, simple pero efectiva.
NOSOTROS Y NUESTRAS CIRCUNSTANCIAS
Todo el trabajo realizado hasta el día de hoy está enmarcado, y profundamente marcado, por la historia personal de Rafael y por la mía.
Nuestra historia es, en realidad, la suma de dos ambiciones distintas aunque complementarias que se han forjado de forma paralela. Por una parte, está la aspiración de Rafael Nadal, un niño que desde muy pequeño supo que su pasión era el deporte, y su sueño, dedicarse profesionalmente a él.