Inhalt
Bernie Sanders
Nuestra
Revolución
Un futuro en el que creer
Con prólogo
de Pablo Iglesias Turrión
Traducido del inglés
por Carlos García Hernández
Copyright © Lola Books GbR, Berlin 2018
www.lolabooks.eu
Copyright © de la traducción: Carlos García Hernández
Queda totalmente prohibida cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación total o parcial de esta obra sin el permiso escrito de los titulares de explotación.
Título original:
Our Revolution: A Future to Believe In
Text Copyright © 2016 by Bernie Sanders
Published by arrangement with St. Martin’s Press in association with International Editors’ Co Barcelona.
All rights reserved.
Imagen de portada: Bernie Sanders at a rally in New Orleans, Louisiana, July 26, 2015; foto: Nick Solari; fuente: flickr.com/photos/nicksolari/20033841412
Impreso en Clausen & Bosse, Leck
Printed in Germany
ISBN 978-3-944203-37-9
eISBN 978-3-944203-38-6
Primera edición 2018
Contenido
PRIMERA PARTE
CANDIDATURA A LA PRESIDENCIA
PARTE DOS
UNA AGENDA PARA UNA NUEVA AMÉRICA:
CÓMO TRANSFORMAR NUESTRO PAÍS
«Sanders o el sueño de una izquierda de Gobierno en Estados Unidos»
Pablo Iglesias Turrión – Secretario General de Podemos
Bernard Sanders se hizo conocido en España y en el mundo cuando se reveló como alternativa posible a Hillary Clinton para liderar el Partido Demócrata en las elecciones presidenciales de 2016. Sin embargo, Bernie es un viejo rockero de la política radical en Estados Unidos.
Neoyorquino y descendiente de judíos que huyeron de la persecución en Europa, durante los primeros años sesenta, cuando era estudiante, militó en la Liga Socialista de la Juventud y en los movimientos antirracistas y antibelicistas de la época. Ya en Vermont, el Estado donde desarrolló su larga y heterodoxa carrera política, se postuló en varias ocasiones como candidato independiente para ser gobernador y senador y, finalmente, en 1981 fue elegido alcalde de Burlington, un cargo para el que sería reelegido tres veces más. Desde 1990 Sanders representó a su Estado en el Congreso y en 2006 fue elegido senador, puesto que revalidó en 2012.
Las posiciones de Sanders siempre han sido críticas en relación con la política exterior de su país, las políticas neoliberales y las de discriminación racial, con independencia de que estas procedieran del Partido Republicano o del Partido Demócrata. Para el establishment político tradicional estadounidense, Sanders es un socialista, lo que allí vendría a ser «un rojo».
Por mucho que Sanders fuera una figura conocida en Estados Unidos, representante en gran medida de una larga tradición política liberal radical (en el sentido que los estadounidenses dan a la palabra liberal, esto es, de izquierdas), hasta aquella campaña de 2015 y 2016 resultaba inconcebible que una figura así pudiera disputar con posibilidades de éxito las primarias del Partido Demócrata.
Además, existe una duda que ha quedado sembrada desde que Donald Trump derrotara a Hillary Clinton en aquellas elecciones presidenciales: ¿habría podido Trump derrotar a Sanders, si este último hubiera sido finalmente el candidato demócrata?
Describir la complejidad de las condiciones que permitieron tanto la emergencia y la victoria de Trump como la sorpresa de Sanders en las primarias demócratas es una tarea inabarcable para este modesto prólogo. Se trata, por otro lado, de una labor que requeriría un conocimiento del mundo político estadounidense del que carezco. Sin embargo, querría aprovechar la invitación a prologar este libro para hacer algunos comentarios sobre dos cuestiones que me parecen cruciales. En primer lugar, sobre las mutaciones en la organización de las geografías ideológicas de los sistemas de partidos «occidentales» tras la crisis económica iniciada en 2007 y 2008. Y, en segundo lugar, acerca de las perspectivas para la izquierda en Estados Unidos —que ahora se ve a sí misma como fuerza con opciones de Gobierno— tras la campaña de Sanders y la victoria de Trump.
Respecto a la primera cuestión, en la actualidad existe un hecho innegable. Durante la última década, cuando ha tenido lugar la crisis financiera internacional que se inició con la explosión de la burbuja de las hipotecas subprime en Estados Unidos, se han producido alteraciones en los sistemas políticos y, en particular, en el funcionamiento de los sistemas de partidos en muchos de los países centrales de lo que se considera Occidente. Tales alteraciones eran, hasta ese momento, muy difíciles de imaginar.
En Francia hemos asistido a la consolidación del Frente Nacional de Marine Le Pen como alternativa de Gobierno, mientras que hemos visto desaparecer del centro de la política francesa al Partido Socialista, al tiempo que un rico banquero —que pasó por un Gobierno socialista como independiente— encabezaba un movimiento político que le ha llevado a la Presidencia de la República francesa.
En el Reino Unido asistimos a un inesperado brexit y a la consolidación de Jeremy Corbyn como líder del Partido Laborista y, según las encuestas, probable próximo primer ministro de este país.
En Italia, las últimas elecciones han arrojado una derrota histórica del Partido Democrático y de su líder, el europeísta Renzi, así como la consolidación del Movimiento 5 Estrellas y de la vieja Liga lombarda, escépticos respeto a la Unión Europea y nuevos partidos alfa de la política italiana.
En España, el surgimiento de Podemos y su consolidación — junto a las confluencias— como fuerza de Gobierno municipal y autonómico y como oposición parlamentaria, ha caminado en paralelo al progresivo debilitamiento del Partido Socialista, al tiempo que el crecimiento de Ciudadanos amenaza la posición del Partido Popular como primer partido de la derecha en nuestro país.
Hasta en Alemania la crisis del modelo de gran coalición ha afectado notablemente al Partido Socialdemócrata (SPD), que ha cedido a la extrema derecha el liderazgo en la oposición.
Mientras tanto, en Portugal los socialistas están teniendo éxito al aplicar políticas expansivas en un Gobierno pactado y sostenido nada menos que por el Partido Comunista y el Bloco de Esquerda.
Si existe algún elemento común en todos estos procesos múltiples y enormemente complejos es la crisis de los partidos socialdemócratas tradicionales en el marco de gobernanza neoliberal (el éxito de los portugueses al apostar por un programa y unos aliados de izquierdas es probablemente la mejor prueba del fracaso de las viejas estrategias socioliberales de la tercera vía) y el surgimiento de alternativas políticas outsiders, tanto de tonalidades xenófobas y reaccionarias como de tonalidades progresistas (Podemos o Francia Insumisa).
¿Puede entenderse la emergencia paralela de Sanders y de Trump como la versión estadounidense de esa misma crisis que está reconfigurando los sistemas de partidos europeos? Aceptando los límites consustanciales a cualquier pretensión de caracterizar sistemas políticos diferentes, pienso que sí.
Toca ahora intentar una posible respuesta a la segunda cuestión: ¿cómo ha quedado y qué opciones se le presentan a la izquierda estadounidense tras la campaña de Sanders? ¿Y cómo puede determinar sus posibilidades de éxito la Presidencia de Trump?