Amin Maalouf - Identidades asesinas
Aquí puedes leer online Amin Maalouf - Identidades asesinas texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1998, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
Novela romántica
Ciencia ficción
Aventura
Detective
Ciencia
Historia
Hogar y familia
Prosa
Arte
Política
Ordenador
No ficción
Religión
Negocios
Niños
Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.
- Libro:Identidades asesinas
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1998
- Índice:3 / 5
- Favoritos:Añadir a favoritos
- Tu marca:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Identidades asesinas: resumen, descripción y anotación
Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Identidades asesinas" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.
Identidades asesinas — leer online gratis el libro completo
A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Identidades asesinas " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Denuncia apasionada de la locura que incita a los hombres a matarse entre sí en el nombre de una etnia, lengua o religión, Identidades asesinas es, a la vez, una tentativa de comprender por qué en la historia del hombre la afirmación del uno ha significado siempre la negación del otro. Desde su condición de hombre situado entre Oriente y Occidente que gravita sobre toda su obra, ya sea literaria —León el Africano, Las escalas de Levante—, ya sea histórica —Las cruzadas vistas por los árabes—, cuando se le pregunta a Amin Maalouf si se siente más libanés o más francés, responde que por igual: «Lo que me hace ser yo mismo y no otro —escribe— es que estoy a caballo entre dos países, entre dos o tres lenguas, entre varias tradiciones culturales. Ésa es mi identidad».
Amin Maalouf
ePub r1.1
Titivillus 23.07.16
Título original: Les identités meurtrières
Amin Maalouf, 1998
Traducción: Fernando Villaverde
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
Para Andrée
para Ruchdi
para Tarek
para Ziad
AMIN MAALOUF (Líbano, 1949). Su padre, poeta, pintor y periodista, fundó dos periódicos. Maalouf estudió economía, política y sociología. Trabajó en el diario An Nahar como responsable de la sección de internacional. De la mano de este medio viajó por países como Etiopía, Somalia, Bangladesh o Vietnam, en donde fue testigo de la batalla de Saigón. Entre las entrevistas que realizó es de resaltar la que mantuvo con la primera ministra hindú Indira Gandhi. En 1975, cuando estalló la guerra de Líbano, se exilió en Francia en donde trabajó como redactor-jefe de la revista Jeune Afrique.
Actualmente se dedica exclusivamente a la literatura.
Ha recibido los premios Maison de Presse por Samarcanda y el Goncourt por La roca de Tanios.
Desde que dejé Líbano en 1976 para instalarme en Francia, cuántas veces me habrán preguntado, con la mejor intención del mundo, si me siento «más francés» o «más libanés». Y mi respuesta es siempre la misma: «¡Las dos cosas!». Y no porque quiera ser equilibrado o equitativo, sino porque mentiría si dijera otra cosa. Lo que hace que yo sea yo, y no otro, es ese estar en las lindes de dos países, de dos o tres idiomas, de varias tradiciones culturales. Es eso justamente lo que define mi identidad. ¿Sería acaso más sincero si amputara de mí una parte de lo que soy?
Por eso a los que me hacen esa pregunta les explico con paciencia que nací en Líbano, que allí viví hasta los veintisiete años, que mi lengua materna es el árabe, que en ella descubrí a Dumas y a Dickens, y los Viajes de Gulliver, y que fue en mi pueblo de la montaña, en el pueblo de mis antepasados, donde tuve mis primeras alegrías infantiles y donde oí algunas historias en las que después me inspiraría para mis novelas. ¿Cómo voy a olvidar ese pueblo? ¿Cómo voy a cortar los lazos que me unen a él? Pero por otro lado hace veintidós años que vivo en la tierra de Francia, que bebo su agua y su vino, que mis manos acarician, todos los días, sus piedras antiguas, que escriben en su lengua mis libros, y por todo eso nunca podrá ser para mí una tierra extranjera.
¿Medio francés y medio libanés entonces? ¡De ningún modo! La identidad no está hecha de compartimentos, no se divide en mitades, ni en tercios o en zonas estancas. Y no es que tenga varias identidades: tengo solamente una, producto de todos los elementos que la han configurado mediante una «dosificación» singular que nunca es la misma en dos personas.
En ocasiones, cuando he terminado de explicar con todo detalle las razones por las que reivindico plenamente todas mis pertenencias, alguien se me acerca para decirme en voz baja, poniéndome la mano en el hombro: «Es verdad lo que dices, pero en el fondo ¿qué es lo que sientes?».
Durante mucho tiempo esa insistente pregunta me hacía sonreír. Ya no, pues me parece que revela una visión de los seres humanos que está muy extendida y que a mi juicio es peligrosa. Cuando me preguntan qué soy «en lo más hondo de mí mismo», están suponiendo que «en el fondo» de cada persona hay sólo una pertenencia que importe, su «verdad profunda» de alguna manera, su «esencia», que está determinada para siempre desde el nacimiento y que no se va a modificar nunca, como si lo demás, todo lo demás —su trayectoria de hombre libre, las convicciones que ha ido adquiriendo, sus preferencias, su sensibilidad personal, sus afinidades, su vida en suma—, no contara para nada. Y cuando a nuestros contemporáneos se los incita a que «afirmen su identidad», como se hace hoy tan a menudo, lo que se les está diciendo es que rescaten del fondo de sí mismos esa supuesta pertenencia fundamental, que suele ser la pertenencia a una religión, una nación, una raza o una etnia, y que la enarbolen con orgullo frente a los demás.
Los que reivindican una identidad más compleja se ven marginados. Un joven nacido en Francia de padres argelinos lleva en sí dos pertenencias evidentes, y debería poder asumir las dos. Y digo dos por simplificar, pues hay en su personalidad muchos más componentes. Ya se trate de la lengua, de las creencias, de la forma de vivir, de las relaciones familiares o de los gustos artísticos o culinarios, las influencias francesas, europeas, occidentales, se mezclan en él con otras árabes, bereberes, africanas, musulmanas… Esa situación es para ese joven una experiencia enriquecedora y fecunda si se siente libre para vivirla en su plenitud, si se siente incitado a asumir toda su diversidad; por el contrario, su trayectoria puede resultarle traumática si cada vez que se confiesa francés hay quienes lo miran como un traidor, como un renegado incluso, y si cada vez que manifiesta lo que le une a Argelia, a su historia, su cultura y su religión es blanco de la incomprensión, la desconfianza o la hostilidad.
La situación es aún más delicada al otro lado del Rin. Pienso en el caso de un turco que nació hace veinte años cerca de Fráncfort y que ha vivido siempre en Alemania, cuya lengua habla y escribe mejor que la de sus padres. Para su sociedad de adopción, no es alemán; para su sociedad de origen, tampoco es un turco auténtico. El sentido común nos dice que debería poder reivindicar plenamente esa doble condición. Pero nada hay en las leyes en las mentalidades que le permitan hoy asumir en armonía esa identidad compuesta.
He puesto los primeros ejemplos que me han venido a la cabeza, pero podría haber citado muchos otros. El de una persona nacida en Belgrado de madre serbia y padre croata. El de una mujer hutu casada con un tutsi, o al revés. El de un norteamericano de padre negro y madre judía…
Son —pensarán algunos— casos muy particulares. No lo creo, sinceramente. Las personas de esos ejemplos no son las únicas que tienen una identidad compleja. En todos nosotros coinciden pertenencias múltiples que a veces se oponen entre sí y nos obligan a elegir, con el consiguiente desgarro. En unos casos, la cuestión es, de entrada, evidente, pero en otros hay que hacer un esfuerzo para reflexionar con más detenimiento.
En la Europa actual, ¿quién no percibe una tensión que de necesidad va a ser cada vez mayor, entre su pertenencia a una nación multisecular —Francia, España, Dinamarca, Inglaterra…— y su pertenencia a la unión continental que se está construyendo? ¿Y cuántos europeos sienten también, desde el País Vasco hasta Escocia, que pertenecen de una manera poderosa y profunda a una región, a su pueblo, a su historia y a su lengua? ¿Quién, en Estados Unidos, puede pensar en el lugar que ocupa en la sociedad sin remitirse a sus lazos con el pasado, sean africanos, hispánicos, irlandeses, judíos, italianos, polacos o de otro origen?
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Libros similares «Identidades asesinas»
Mira libros similares a Identidades asesinas. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.
Discusión, reseñas del libro Identidades asesinas y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.