ALEJANDRO QUIROGA FERNÁNDEZ DE SOTO
GOLES Y BANDERAS
Fútbol e identidades nacionales en España
Marcial Pons Historia
2015
«Todo cuanto sé con mayor certeza sobre la moralidad y las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol»
(Albert Camus)
«Salimos de una dictadura para entrar en un centro comercial»
(Chocadelia Internacional)
AGRADECIMIENTOS
Escribir un libro académico sobre fútbol no deja indiferente a nadie. Algunos compañeros de la universidad piensan que investigar sobre deportes no es serio y adoptan una actitud un tanto condescendiente a la hora de hablar del tema. En el fondo piensan que uno se las ha arreglado para convertir en objeto de investigación algo que antes era sólo un hobby. Otros colegas, sin embargo, muestran un enorme entusiasmo, mayor del que suele ser habitual cuando se tratan otros temas académicos, y se ofrecen de buen grado a ayudar con la investigación. Estos compañeros recomiendan lecturas, charlan entusiasmados sobre el tema y comentan capítulos del manuscrito. Afortunadamente, durante la elaboración de este libro me he encontrado con muchos amigos y compañeros dispuestos a ayudar. Me gustaría agradecer especialmente su apoyo a Ferran Archilés, Miguel Ángel del Arco, Claudia Baldoli, Sebastian Balfour, Saúl Bermejo, Zira Box, Jaime Briones, Steve Cannon, Miguel Cabo, Guillem Colom, José María Faraldo, Martin Farr, Joxean Fernández, Marta García Carrión, Pedro Mari Goikoetxea, Eduardo González Calleja, Helen Graham, Miguel Guerrero, la familia Gustrán-Loscos, Eduardo Hernández Cano, Ann Davies, José Leal, José Luis Ledesma Fernando Molina, Feliciano Montero, Raúl López, Javier Moreno Luzón, Xosé Manoel Núñez Seixas, Luis Prados de la Plaza, Matt Perry, Luc Racaut, Pere Salas, Paco Romero Salvadó, Felix Schulz y John Walton. Óscar Martín merece mi mayor gratitud por su apoyo constante. Como siempre, Goyo Alonso ha estado ahí para ayudar, con su habitual generosidad como investigador y como amigo.
Estoy especialmente agradecido al Ministerio de Ciencia e Innovación y a la Universidad de Alcalá de Henares por concederme una beca de investigación Ramón y Cajal. Esta beca me ha permitido dedicar el tiempo necesario a investigar y a escribir el libro, proporcionándome además los fondos para crear un equipo internacional de investigadores que ha recopilado un gran número de fuentes primarias. Este libro no existiría sin la extraordinaria labor llevada a cabo por Mauricio Onetto en Francia, Stuart Durkin en Gran Bretaña, Carolina Labarta en Alemania, Pilar Diarte en Italia, Óscar Martín García en Madrid, Pablo Montes en Cataluña e Íñigo Imaz en el País Vasco. También estoy en deuda con Alison Pinington, que me prestó su inestimable ayuda en la elaboración del texto, y con Elena Gustrán, que tradujo el libro original del inglés al castellano. Por otro lado, no querría dejar de señalar que he escrito este libro siendo miembro de dos grupos de investigación: «La nación desde la raíz. Nacionalismo español y sociedad civil en el siglo XX», HAR2012-37963-C02-01, y «La restauración social católica en el primer franquismo 1936-1953», HAR2011-29383-C02-01, ambos financiados por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
Nadie debería escribir sobre fútbol sin al menos haber intentado jugar a este deporte. En los cinco años que he tardado en completar este libro, he vivido en Newcastle, Londres, Zaragoza y Madrid. En todos estos lugares he conseguido jugar al fútbol con diferentes equipos. Mis compañeros de la Universidad de Newcastle, mis amigos de Londres, los jugadores de Ecogrúas DaVinci de Remolinos (Zaragoza) y mis amigos de la infancia del Racing Culebras de Madrid me han permitido emprender este particular “trabajo de campo”. Ha sido un verdadero placer compartir con ellos la costumbre de darle patadas a un balón. De forma indirecta, me han ayudado a reflexionar sobre algunos de los temas del libro. Mi familia, que aunque disfruta de mi trabajo académico preferiría que dedicara mi tiempo y esfuerzo a escribir novelas históricas, también me ha apoyado en esta empresa. Ellos son, en parte, causantes de mi interés por el fútbol, aunque asumo yo solo y de un modo pleno la responsabilidad de haber sido toda mi vida seguidor del Rayo Vallecano.
Por último, debo darle las gracias a Carmina porque, a pesar de no estar interesada en el fútbol lo más mínimo, me ha ayudado enormemente con este proyecto. Quiero agradecerle su apoyo constante: el libro le debe mucho; su autor le debe mucho más.
INTRODUCCIÓN
Cuando empecé a barajar la idea de escribir este libro en la primavera de 2008, la selección española de fútbol era conocida fundamentalmente por sus fracasos. A diferencia de los clubes españoles, que sí ganaban títulos internacionales, la selección mostraba generalmente coraje y buenas maneras pero, al final, no cumplía con las expectativas. España era la encarnación de un Quijote que luchaba contra molinos de viento, orgulloso pero condenado al fracaso. Cuando acabé el libro, casi cinco años más tarde, España estaba considerada uno de los mejores equipos de todos los tiempos: había ganado la Eurocopa de 2008, la Copa de Mundo de 2010 y la Eurocopa de 2012 jugando un fútbol moderno, con estilo y altamente sofisticado. Ningún otro equipo nacional en la historia de este deporte había ganado tres torneos importantes seguidos y sólo unos pocos habían conseguido la calidad y la maestría de los españoles: don Quijote había muerto. Los españoles eran ahora la personificación de la modernidad, la elegancia, el trabajo en equipo y la sofisticación.
Lo verdaderamente significativo es que estas descripciones del equipo no se ceñían sólo a los futbolistas, sino que retrataban características nacionales de los españoles supuestamente encarnadas en la selección. A través de los comentarios futbolísticos, los medios de comunicación han reescrito en los últimos años las narrativas sobre la identidad nacional española. La información sobre el fútbol ha desempeñado un papel clave en la construcción discursiva de España asociando ciertos rasgos, mitos y estereotipos con la selección española y correlacionando los estilos de juego a las características psicológicas y culturales de la nación.
Los recientes triunfos de la selección española no sólo han sustituido el viejo discurso de fracaso nacional por una nueva narrativa de éxito en los medios de comunicación, sino que también han llevado a millones de españoles a las calles a celebrarlo. Los títulos europeos y la Copa del Mundo dieron lugar a masivas celebraciones por todo el país, acompañadas por cantos patrióticos y exhibición de símbolos nacionales. Este tipo de celebraciones patrióticas había sido habitual en muchos países europeos en las últimas décadas, pero no tenía precedentes en España. Las razones fundamentales de esta excepcionalidad española son dos. En primer lugar, el legado de la dictadura de Franco erosionó profundamente la legitimidad del nacionalismo español. Desde el establecimiento de la nueva democracia a finales de los años setenta y durante décadas, las identidades nacionales españolas pasaron por una crisis de legitimidad que conllevaba que cualquier exhibición pública de patriotismo español se asociara inmediatamente a la extrema derecha. En segundo lugar, e intrínsecamente relacionado con lo anterior, la falta de legitimidad de la nación española ha sido especialmente llamativa en Cataluña y el País Vasco. En estos territorios, los movimientos nacionalistas catalanes y vascos han fomentado identidades nacionales alternativas a las españolas con un éxito considerable. No obstante, las celebraciones populares de las victorias de la selección española en las calles de Cataluña y del País Vasco son buena prueba del poder que tiene el fútbol para levantar pasiones y de la variedad de identidades nacionales existente en dichos territorios.
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