Presentación
El fenómeno del cambio climático es una de las preocupaciones insoslayables de la humanidad actual. Gobiernos, empresas, el mundo científico y las organizaciones de la sociedad civil han puesto esta temática en el primer lugar del debate y las prioridades públicas, especialmente en los últimos veinte años.
Hasta hace unas décadas, la discusión estaba centrada en si la crisis generada por los efectos del calentamiento global era efectivamente real o, por el contrario, era parte de un ciclo natural que nuestro planeta vivía sucesiva y periódicamente.
Sin embargo, hoy pocos niegan que estamos frente a uno de los mayores desafíos de la humanidad y las opiniones difieren básicamente en las estrategias para abordarlo. Inundaciones, tormentas, huracanes, el aumento del nivel del mar, el derretimiento de los glaciares y las sequías extremas, entre otras manifestaciones de la naturaleza nos recuerdan que el problema existe, es real y es urgente.
En el caso de Chile, nuestra peculiar condición geográfica nos obliga a atender con profundidad y celeridad esta problemática. La mixtura que representa tener uno de los desiertos más áridos del mundo, por el norte; los hielos eternos por el extremo sur; una cordillera accidentada con importantes alturas y el océano que acompaña prácticamente toda nuestra extensión territorial, nos transforman en un lugar privilegiado para entender el fenómeno en sus diversas peculiaridades y manifestaciones.
Aprender del cambio climático es, en síntesis, un requisito fundamental de la sobrevivencia futura de nuestro propio país.
Por esta última razón, nuestro Instituto Profesional de Chile —IPCHILE— ha querido patrocinar la interesante publicación del libro Chile y el cambio climático , cuyo autor es el destacado periodista Manuel Fernández Bolvarán, que tiene una amplia trayectoria en la cobertura y análisis de materias vinculadas a la innovación y la ciencia, además de su labor como editor nacional del diario El Mercurio .
La presente publicación es un testimonio concreto del interés que las instituciones de educación superior debemos otorgar al conocimiento de estas materias, que particularmente en el caso de nuestra área, la educación superior técnico profesional, que forma a quienes ejercerán los liderazgos operativos en las medidas que se irán implementando para mitigar, contener y modificar las realidades del cambio climático.
Por nuestra parte, en IPCHILE, en el ámbito de nuestras competencias, hemos incorporado en nuestra malla la carrera de Técnico de Nivel Superior en Gestión Ambiental y Sustentabilidad, orientada a formar técnicos con los conocimientos y competencias para enfrentar los desafíos propios del cuidado medio ambiental y la gestión de recursos sustentables en los procesos industriales.
Del mismo modo, hemos incorporado diversas tecnologías que ayuden a minimizar impactos negativos en el ecosistema, reduciendo de paso, los costos de mantención de los procesos. Un ejemplo de ello es la incorporación de la tecnología de iluminación LED en nuestras instalaciones y el uso de tecnología inteligente para ahorro de energía y disminución del uso de papel, entre otros aspectos.
La señal que estamos dando a nuestros estudiantes y a la comunidad académica al apoyar este libro, consiste en poner en evidencia que todos tenemos una importante labor que realizar para acometer este desafío, que supone cambios de conducta, restricciones que deberemos asumir, distintas modificaciones sustanciales en los sistemas productivos y reemplazo paulatino pero sostenido de procesos cuyos efectos nocivos estén acreditados.
Chile, en las últimas décadas, ha adoptado decisiones importantes en este camino, dentro de las cuales destaca el proceso de diversificación de la matriz energética. Las instituciones de educación también tenemos un rol orientador hacia la sociedad en esta materia y, por ello, nos sentimos orgullosos de presentar esta importante publicación.
Anamari Martínez Elortegui
Rectora de IPCHILE
Epílogo
La negociación al interior de la COP25 en Madrid siguió toda la noche del viernes 13 de diciembre. Al amanecer del día siguiente, se hicieron públicos los nuevos borradores de la declaración final y causaron estupor entre las organizaciones ambientalistas.
Vanessa Pérez-Cirera, líder de la delegación de World Wildlife Fund (WWF) (Fondo Mundial para la Naturaleza) lo plasmó en una declaración: «El extremadamente débil borrador publicado esta mañana es impactante, especialmente en términos de ambición climática. Estamos en una crisis y las referencias en este borrador respecto de aumentar las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC) en 2020 han sido virtualmente eliminadas. (…) No podemos poner en marcha el Acuerdo de París con metas que nos conducen a un aumento de 3 °C de la temperatura del planeta. Esto no es lo que se acordó en París».
Alden Meyer, director de estrategia de Union of Concerned Scientists, fue aún más duro en sus palabras y dijo a la prensa: «No he visto nunca una desconexión mayor que la que estamos viendo en esta COP entre lo que la ciencia requiere y el mundo demanda, y lo que los negociadores del clima están debatiendo en términos de impulsar acción climática».
Días después se sabría que la publicación de este borrador fue una medida tomada por la organización para mostrar lo duras que eran las posturas de varios países y tratar de generar una reacción a nivel de opinión pública para incentivar algún tipo de acercamiento.
Pasadas las tres de la tarde del sábado, en una reunión de todas las Partes encabezada por la presidenta de la COP25, Carolina Schmidt, se presentaron nuevos textos para un posible acuerdo. En el debate, los países seguían mostrando posiciones encontradas y críticas con lo que se estaba alcanzado, mientras ella urgía a evaluar los documentos «en su balance total y con un espíritu inclusivo, comprometido, responsable y flexible; debemos mostrarle al mundo que el multilateralismo funciona».
En paralelo, el curso que estaban tomando los diálogos desataba críticas que eran reproducidas por diversos medios de comunicación. En medio de la jornada, el diario español El Mundo publicó un artículo titulado «Reproches a Chile por cómo está conduciendo la negociación de la Cumbre del Clima». El texto aseguraba que en el recinto IFEMA la sensación era de «cansancio, hartazgo y también decepción ante el modo en que la presidencia chilena está llevando las conversaciones».
Una nueva reunión de todas las Partes, cerca de la medianoche madrileña, fue la instancia que Schmidt escogió para hacer un sentido llamado —esta vez, «desde el corazón»— a seguir dialogando para avanzar «con ambición en las demandas que la gente espera de nosotros». Planteó su esperanza de que las posturas pudieran acercarse durante la madrugada e instó a seguir trabajando, sin dormir por segunda noche consecutiva, hasta lograr un acuerdo ambicioso: «Estamos enfrentando una dura crisis climática y tenemos que ser capaces de estar a la altura».
Recién en la mañana del domingo 15 de diciembre de 2019 tuvo lugar el plenario final de la COP25, que a esas alturas ya se había convertido en la más larga de la historia. Las fricciones entre las Partes se manifestaron en una sesión que no estuvo libre de tiranteces, que incluso amenazaron con derribar ahí mismo el texto de la declaración final.
El balance de la COP25, como era de esperar, dejaría sensaciones encontradas. Luego de catorce días de negociaciones, hubo avances reflejados en la declaración final apoyada por las Partes, como la adopción de un plan de acción en materia de género, que apunta a fortalecer y apoyar a las mujeres para que lidien de mejor manera con los efectos del calentamiento global. Esta iniciativa volverá a ser revisada en 2025.