Carmen Boullosa
En este volumen invaluable, Lucía Melgar y Gabriela Mora proponen al lector revisar propositivamente la persona de Elena Garro, poniendo en sus manos una serie de miradas partidas de diferentes ópticas y perspectivas, más una selección de autorreflexiones de la autora, acompañándolas de cronología, selección de bibliografía y notas biográficas. Toca al lector armar con las piezas del rompecabezas un retrato posible de la gran autora y de su vida.
Todas las piezas que conforman el volumen tienen valor propio, pero el lector no puede estar seguro de si ensamblarán adentro del mismo margen, pues no son homogéneas. Porque para algunos de los aquí recopilados, la obra y la autora se confunden —tal vez fuera éste el deseo de Elena Garro, la meta clara de un trayecto vital confuso, tornarse ella misma en personaje de su fantasía literaria—, otros se unen al culto irrestricto de la autora, y la mayor parte la analizan con ojos críticos y cuestionadores, así indudablemente amorosos, admirando la calidad única de su obra literaria. Incluso entre quieres guardan la línea entre su obra y su persona clara, aparecen contradicciones. Elena Garro provocó estas desfiguraciones de su historia.
El título califica a la Garro de “compleja”. En el libro podemos recopilar más calificativos: obscura, brillante, perturbadora, contradic toria pero fascinante, de luces y sombras, de “existencia grandiosa y miserable al mismo tiempo”. Como otros colaboradores, Electa Arenal subraya los contrastes: “rebelde y burguesa, valiente y cobarde, lista y tonta, pobre y rica, cuerda y loca, vanidosa y olvidadiza de sí, famosa e ignorada”. Concluye “me fascina y me repele, me espanta y me en tristece”. El “caso Garro” al que Melgar y Mora hacen mención desde las palabras preliminares, es examinado de maneras variadas, expuesto a luces distintas. ¿Mitómana, o brillante constructora de su propio mito? ¿Víctima de otros, de sí misma o manipuladora de la compasión ajena? ¿La deglutió “el caos en que convertía inmediatamente cualquier espacio que habitara, el resentimiento y el deseo de venganza, la ambivalente relación simbiótica con su hija... la traición y el abandono a sus amigos, las supersticiones, la mitomanía y el delirio de persecución” (cito a Patricia Vega)? O, como afirma Vilma Fuentes, ¿su obra la devoró (escribe que Isabel, protagonista de Los recuerdos del porvenir , “la perseguiría hasta verse encarnada en ella”)?
Este volumen, como tal, se coloca contra los admiradores irrestrictos y los detractores fanáticos, buscando lectores decididos a descifrar la, a “arrancar a Elena Garro del ostracismo, de la lejanía”, del rencor que ella guardaba y del santuario donde la han colocado sus admiradores, que tan mal le sienta. Sin duda este libro lo consigue. “A Elena Garro hay que cuidarla de ella misma”, decía Fernández Unsaín. Como se confirma aquí, también hay que protegerla de los Imparciales que deseó cultivar —algunas veces para despojarlos de algunos dólares, las más para resguardarse de ellos tras una cortina de humo—. Aquí se le hace justicia: Elena —acompañada de su sombra, Helenita— aparece como lo que es, la autora/personaje que va escribiendo con su vida un pasaje más de una novela descabellada.
El volumen contiene revelaciones que van más allá de pintar retratos diversos de Elena Garro y de iluminar sin la vela del santo a esta gran escritora. También encontrará el lector entre bambalinas fragmentos del México que vio nacer a Elena Garro y a otras grandes artistas, Nellie Campobello, Frida Kahlo, María Izquierdo, Pita Amor, Rosario Castellanos y poco después a Inés Arredondo, y podrá preguntarse qué las dotó de fulgurante talento y paradójicamente también del dolor —casi me atrevo a hablar de la tragedia—, que las persiguió en sus respectivas vidas. (Juan Vicente Melo decía que la paradoja alcanzó no sólo a las mujeres... Hablaba de la suya como una “generación de la desgracia”.)
No sé si es posible leer a Elena Garro sin recordar las fabulaciones que acompañaron a su persona —y que ella misma trazó con su cómplice Helenita—.
Porque más que estar frente a un altar consagratorio, con este libro en las manos el lector se preguntará como Huberto Batis en el diálogo con Carballo que incluye este libro: “Porque lo increíble de todo esto tan —digamos— de barro, es que ella puede convertirlo en oro en su literatura. ¿Cómo es posible que de esas nebulosas personales salga esa literatura?
Escritora secreta, mito público
Desde Un hogar sólido, Los recuerdos del porvenir y La semana de colores , la obra de Elena Garro ha fascinado a sus lectores. Aunque a su autora, como a otras escritoras, se le excluyera del famoso boom de los años sesenta, estos textos innovadores se inscriben entre las obras más importantes de la literatura en lengua española. El creciente número de lectores interesados en éstos y otros escritos de Garro confirman su calidad literaria y la riqueza de sus mundos dramáticos y narrativos. Precisamente por el embrujo que ejercen los textos garrianos resulta paradójico que, hasta hace muy poco, la escritora fuera una autora “secreta”, conocida entre círculos de iniciados, siempre dispuestos a recomendar alguno de sus textos favoritos a quienes todavía no la habían leído.
En México esta paradoja cobra un carácter doble en cuanto la figura de la autora, rondada y rodeada por una “leyenda negra” a partir de octubre de 1968, opacó su obra durante muchos años. Sin entrar en explicaciones de un fenómeno complejo en que se entrelazan factores políticos, personales y literarios, puede plantearse que en el “caso Ga rro” se comprueba el peso de elementos extraliterarios en la recepción y valoración de lo propiamente artístico, de los textos y sus autores. Llama la atención sin duda que una de las escritoras más importantes de la lengua española no recibiera el reconocimiento que, en otras circunstancias, se le habría dado. Lo que también es llamativo, sobre todo para quien observa el campo cultural mexicano desde afuera, es la persistencia, a pesar de la “leyenda negra”, de una imagen contradictoria pero fascinante de la Elena Garro que vivió en Europa y en México en los años 1940, 50 y 60. Se diría que en torno a la mujer de carne y hueso sólo pudieran acumularse términos hiperbólicos: Elena Garro “traidora” y “activista acelerada”, “mágica” y “viperina”, “derrochadora” y “miserable”. Tal vez cada uno de estos términos contenga una clave para acercarse al fenómeno de Elena Garro como figura pública, o tal vez sólo a través de un caleidoscopio en que la intensidad de todas estas facetas se mezcle y se matice, pueda llegarse a entender la fascinación y la repulsa, la admiración y la rabia, las exclamaciones y los silencios que todavía provoca el nombre de quien fuera coreógrafa, periodista, escritora, guionista, mujer de mundo y defensora de los campesinos, esposa de Octavio Paz y el gran amor de Adolfo Bioy Casares, “mexicana” y “española”. La historia cultural del siglo XX mexicano está aún por hacerse. Tal vez cuando se escriba se hayan atenuado los sentimientos y resentimientos en torno a Garro y pueda entenderse su “caso” (en su doble dimensión literaria y personal). En esta historia por escribir, la autora de Los recuerdos del porvenir , Y Matarazo no llamó... y Felipe Ángeles ocupará, si no un lugar central, sí un lugar significativo, por sus aportes literarios y por su contradictoria posición en tanto intelectual.
Sin pretender un equilibrio que quizá sólo una historia cultural futura logre alcanzar, este libro propone un prisma de lecturas de la figura de Elena Garro como un acercamiento posible a una mejor comprensión de su personalidad, de las circunstancias en que escribió y de las relaciones entre autobiografía y ficción que subyacen a muchos de sus textos. La historia de este libro, cabe señalarlo, responde a las características de la difusión de la obra garriana, al impacto de ésta en los intereses profesionales de las editoras y, también, a las imágenes que Elena Garro dejó en su memoria.
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