Elena Talavera - Tu casa, tu estilo

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visión en realidad?

Decorar un espacio puede suponer un reto estresante. He visto con mis propios ojos a personas muy capaces y hábiles derrumbarse ante el dilema de escoger un lino gris para un sofá, o sufrir noches de insomnio por tener que decidir entre distintos tonos de pintura blanca para una pared. Incluso fui testigo de la reacción histérica de una amiga (creativa y con buen gusto), que acabó en un mar de lágrimas al enfrentarse con una decisión relativamente sencilla cuando remodelaba un cuarto de baño. Y no me extraña, porque ejecutar un buen diseño impone cierto respeto y no siempre es tarea fácil.

Elena Talavera parece decorar sin apenas esfuerzo. Tiene un talento innato que ha sabido desarrollar con éxito, por lo que hoy es en un referente del diseño en México. Lleva a cabo sus proyectos de manera analítica, pero a la vez orgánica. Es una experta en simetría y orden, y sus diseños emanan sofisticación y elegancia. Crea propuestas contemporáneas, limpias y refinadas cuyas señas de identidad son los colores serenos y los estampados lisos. En el diseño de sus espacios prima el bienestar de las personas que los habitan, por lo cual da prioridad a ambientes cómodos, generadores de paz y armonía.

He de confesar que, cuando Elena se acercó a mí para que escribiera el prólogo de su libro, mi primera reacción fue de grata sorpresa seguida de pánico. Sorpresa, porque no todos los días te piden que escribas el prólogo de un libro. Pánico, porque consideraba que no era la persona indicada para hacerlo. Me preguntaba qué podía aportar yo a un libro de Elena Talavera, si su universo y el mío eran completamente opuestos.

A diferencia de Elena, suelo mezclar estilos y épocas sin orden ni estrategia, quizá con el afán de sorprender e incluso provocar. Decoro los distintos espacios de mi casa de manera intuitiva, procuro no seguir tendencias y huyo de convencionalismos. Mi mayor inspiración son mis raíces: nací en Irlanda, soy de madre inglesa, padre español y me crié en África. La célebre cita del gran poeta irlandés Oscar Wilde que dice: «Hay solamente una cosa en el mundo peor que el que hablen de ti, y es que no hablen de ti», podría aplicarse a los ambientes que me gusta crear. Los colores vivos y los estampados forman parte fundamental de mi estética, y busco rodearme de piezas con historia y objetos desechados que rescato con ilusión de anticuarios y mercados de pulgas. Ahora pueden entender mi duda ante la invitación de Elena a formar parte de este libro.

Tras reflexionar y estudiar detenidamente su propuesta durante varios días, llegué a la conclusión de que Elena y yo tenemos más en común de lo que en un principio pudiera parecer. Ambas somos mujeres inquietas, apasionadas, curiosas, creativas y emprendedoras, que respiramos y vivimos por y para el diseño y la belleza. Nuestros mundos giran alrededor de los muebles, las piezas de decoración y, a nuestra manera, buscamos que esos objetos inanimados habiten nuestros espacios y los llenen de vida. Para ambas, la estética no es una frivolidad, sino un elemento fundamental en nuestra vida. Aspiramos a inspirar a través de nuestros particulares «mundos» y esto nos aporta felicidad. Gozamos de una sensibilidad especial para la decoración y sentimos una curiosidad singular por todo lo que nos rodea, pero lo más importante: entendemos que nuestra casa es nuestro santuario y que mejorar el entorno en donde vivimos es mejorar nuestra calidad de vida, ya que ambas cosas están inseparablemente entrelazadas.

Siempre he considerado que la decoración es un arte y, por ende, no debe sujetarse a reglas. A pesar de ello, hay pautas que podemos seguir para facilitarnos enormemente el camino hacia un buen diseño.

Todos tenemos nuestro propio estilo, pero averiguar cuál es tu estilo no es nada sencillo. Constantemente somos bombardeados con imágenes de casas «perfectas», con infinidad de artículos que nos dictan cuáles son —supuestamente— las cinco, diez o veinte tendencias a seguir. El diseño de interiores, al igual que la moda, ha sido por mucho tiempo algo aspiracional y es fácil dejarse llevar por un estilo u otro con el afán de emular ese look «perfecto». Pero la realidad es que imitar el estilo de otra persona siempre nos llevará al fracaso, nunca lograremos duplicarlo a la perfección y, de hecho, jamás será nuestro.

Una vez que identifiquemos nuestro propio estilo, será por demás placentero expresar nuestra individualidad. Es una experiencia gratificante y nos aportará una sensación de libertad que puede resultar estimulante, incluso embriagadora. Igualmente, es fascinante identificar el estilo único de otra persona y verlo plasmado en un diseño suyo. Me encanta apreciar el carácter original de alguien y disfruto de su autenticidad, creatividad y gusto, por muy diferentes que sean a los míos. A fin de cuentas, por mucho que hayamos deseado ser iguales a otra persona, no podemos más que ser nosotros mismos: tener la confianza y la seguridad no sólo de aceptarlo, sino de celebrarlo a través de nuestra propia expresión es un descubrimiento maravilloso. Todos tenemos algo que expresar y nuestras casas deberían ser un reflejo real de quiénes somos.

Con este libro, Elena busca democratizar el diseño de interiores sin tratar de imponer reglas rigurosas ni dar instrucciones inflexibles y poco realistas. Más bien —con esa generosidad y buen ojo que la caracterizan— guía a sus lectores y los lleva de la mano, compartiendo con ellos una serie de consejos prácticos y fáciles de aplicar que ella misma emplea magistralmente en sus proyectos. Sus recomendaciones, basadas en años de aprendizaje y experiencia, nos ayudarán a que le perdamos el miedo al proceso de decorar nuestras casas, con el fin de que disfrutemos cada paso, a nuestra manera y sin perder nuestro propio estilo o individualidad. Porque decorar una casa es también crear un hogar, y esto nos aporta felicidad y una profunda sensación de bienestar.

A menudo me preguntan si cualquiera puede llegar a ser un buen decorador de interiores y si el talento o el buen gusto son dones con los que uno nace. Creo fervientemente que con mucha pasión y entrega —y a base del estudio constante y la práctica— se puede llegar muy lejos. El ojo se educa, no lo duden .

SUSANA ORDOVÁS

Hace un tiempo Guadalupe Loaeza, mi gran amiga, me invitó a un programa de televisión en el que me propuso darle a su público diez recomendaciones para arreglar su casa. Mientras preparaba la presentación, las ideas empezaron a brotar de mi mente y mi corazón. Al enumerar en el programa los diez consejos, me di cuenta de que son muy prácticos para cualquier presupuesto y personalidad, y no hay que gastar miles de pesos para llevarlos a cabo: basta con un poco de sentido común. Ese programa fue la semilla de este libro que me permite cumplir otro de mis sueños: compartir mi pasión por el diseño de interiores y ayudar a los lectores a crear, paso a paso, ese mundo ideal en donde todos queremos vivir. A diseñar una casa feliz.

El interiorismo llegó a mi vida desde muy joven, aunque en ese momento no tuviera claro hasta dónde me llevaría. Todo empezó porque, desde que iba en la universidad , tendría como veinte o veintiún años, ya tenía ganas de trabajar y obtener mi propio dinero. Entonces le dije a mi mamá: «Oye, quiero poner una tienda: fui a la feria del regalo y hay muchas cosas». En ese entonces aún eran populares las tiendas de regalos de bodas. Y mi mamá me dijo: «Vamos a hacerlo. Solo habla con tu hermana. Yo les ayudo. Busquemos un local».