A Sara, Germán y Martí,
porque siempre aprendo mundos nuevos
a su lado.
A todas las personas y colectivos
que luchan por los derechos humanos
y el respeto hacia la diversidad
desde la transgresión
y el optimismo.
TRANSEDUCAR : LA EDUCACIÓN ARTÍSTICA COMO MOTOR DE CAMBIO SOCIAL
Este libro afronta uno de los grandes retos que debe asumir la sociedad actual como es la educación en las libertades individuales y colectivas, teniendo en cuenta que dicho reto supone incorporar la diversidad sexual en cuanto logro y opción de vida. El conjunto del trabajo se ha dispuesto de manera que van apareciendo, a lo largo de sus capítulos, aspectos que he considerado esenciales para generar un debate adecuado y sereno, un análisis de presente pensado para el futuro, en el que se tejen aquellos aspectos del pasado que han configurado el actual panorama de la diversidad sexual. Soy profesor de educación artística, lo cual me permite elaborar un discurso que tiene dos puntos fundamentales de apoyo: el arte y la educación. Del arte intento extraer las cuestiones más destacadas que pueden servir para contextualizar el tema, es decir, tanto la revisión de artistas y obras que nos facilitan el encuentro con la diversidad sexual como un replanteamiento de postulados teóricos que nos sirvan para desacralizar ciertos aspectos caducos. Por otro lado, cabe asumir que la educación de las personas genera un mecanismo grandioso y, en ese sentido, conocer sus particularidades supone poner en marcha un campo de análisis extremadamente complejo. Aquí pretendo abarcar aquellos matices que se ubican en el terreno de la educación en artes, aunque bien es cierto que en ocasiones debemos acercarnos a contextos educativos más amplios o generales. Por lo que se refiere a la diversidad sexual como cuestión social, soy partidario de elaborar un discurso más acorde con la realidad de los derechos humanos. En este sentido, creo que queda mucho camino por recorrer, y espero que mi modesta contribución sirva para ampliar las miras de una sociedad que está avanzando hacia una mayor exigencia en el ámbito de los derechos personales y sociales. El término transeducar, neologismo que da nombre al volumen, se enmarca dentro de esta dinámica de adecuación de las artes y lo educativo hacia las zonas porosas que nos permitan encuentros y efervescencias, traspasando fronteras, atendiendo a los espacios fronterizos, transitando por territorios poco explorados hasta ahora.
Resulta conveniente, o mejor aún necesario, empezar a tratar sobre diversidad sexual desde los entornos de la educación artística. Incluir esta cuestión en nuestros programas curriculares nos permitirá hablar abiertamente sobre muchos temas que hasta hace bien poco resultaban prácticamente tabús. Establecer un criterio de inclusión en lo que a disidencia sexual se refiere supone al mismo tiempo motivar al alumnado, impulsando actitudes respetuosas y potenciando los valores de las jóvenes generaciones. Con el fin de despojar nuestras aulas de miedos y ocultaciones, apelamos a los derechos de las personas. Ofrecemos al alumnado la posibilidad de opinar y establecer debates. Debemos apostar por una educación artística como motor de cambio social, ya que el territorio del arte permite reflexionar y actuar sobre la realidad en la que vivimos. Desde la educación en artes se pueden aprovechar numerosos recursos para mejorar y transformar dicha realidad sobre la base de criterios como el respeto, la colaboración, la participación y la equidad. Podemos defender los derechos humanos a partir de las geografías del arte y encaminar los esfuerzos hacia una mayor aceptación de la diversidad sexual en las aulas. Abordando estas cuestiones, visibilizamos una realidad social y cultural que sigue ausente en la mayoría de las aulas.
Actualmente, en muchos lugares del mundo, personas de todas las edades y estratos sociales están sometidas a discriminaciones de orden legal, cultural, educativo y político a causa de la homofobia y de la heteronormatividad imperante. Esta terrible situación que padecen tantos individuos y colectivos en el mundo influye negativamente en su salud y su bienestar. Para el alumnado y el profesorado que sufre acoso por su disidencia sexual no existe la posibilidad de ejercer sus derechos, sino que es víctima de maltrato y asedio. Quien decide expresar sus sentimientos como una opción personal legítima ve mermadas sus posibilidades de funcionar desde una normalidad académica y laboral en este sentido. Todo ello provoca un malestar y un odio contenido que impide llevar adelante una vida sana, lo cual es un síntoma de debilidad del sistema educativo, ya que se trata de una cuestión directamente relacionada con los derechos humanos. Tenemos que luchar por conseguir mayores logros en el ejercicio de la democracia. Nuestra responsabilidad es de orden social. Estamos capacitados para avanzar en esta línea de logros sociales, tal y como lo expresan las normativas impulsadas por el Consejo de Europa y la Unesco. Sigue habiendo mucho camino por recorrer en el terreno de las libertades personales y sociales.
Desde el arte se abren diversas posibilidades de acción, entendiendo la educación artística como una geografía plural y porosa que atiende a la relación entre los individuos y su entorno. Artistas de todas las épocas de la historia tuvieron que someter su sexualidad al rigor que exigían el poder religioso y los esquemas machistas dominantes. Víctimas de una hipocresía social altamente sofisticada, aunque en el fondo brutalmente tosca, artistas de todos los tiempos han sufrido por no poder expresar libremente sus afectos y sus deseos. Hoy podemos elaborar lecturas desprejuiciadas de las obras de David Hockney, Pierre et Gilles o Nan Goldin sin tener que evitar su trama sexual, algo que nos ayuda a comprender mucho mejor sus peculiares discursos creativos. En las clases de arte hemos de hablar al alumnado de la obra de Michelangelo Buonarroti, Leonardo da Vinci, Tiziano, Keith Haring, Andy Warhol, Pepe Espaliú, Wolfgang Tillmans, Nan Goldin, Pepe Miralles, Cabello/Carceller, Gilbert & George, Félix González-Torres o Carlos Motta, sin vernos obligados a ocultar su orientación sexual, ya que intentar comprender a estos artistas y no tener en cuenta su implicación en la lucha por los derechos LGTB es muy complicado. Además, no tiene sentido. Esconder estas realidades resulta anacrónico, del mismo modo que cuesta entender por qué motivo en algunos catálogos, libros o exposiciones sobre Francis Bacon, Robert Rauschenberg, Jasper Johns, Jackson Pollock o Cy Twombly se insiste en ocultar su opción sexual, de manera que perdemos buena parte de la perspectiva que plantean y nos alejamos de sus posibles y enriquecedoras lecturas. Si ocultamos a nuestro alumnado estas realidades sobre la vida y la obra de grandes artistas, estamos en realidad perpetuando un registro de actitudes homofóbicas y recalcitrantes. Si seguimos escondiendo esta hermosa realidad, somos cómplices de una ocultación malsana y frustrante. Hablar sin miedo de las cuestiones de la vida y del arte significa ejercer los derechos y las libertades por las que tantas personas han luchado a lo largo de la historia.
Quien intenta ocultar muchas de estas cuestiones en sus clases pierde de vista que la estética propia de la diversidad sexual está al alcance de nuestro alumnado en muchos elementos de la cultura popular y de los medios de comunicación, además de contar con una gran difusión a través de las redes sociales, un espacio que tanto controlan los jóvenes. Los videoclips de Miley Cyrus, Elton John, Ricky Martin, Lady Gaga, Madonna, Pet Shop Boys, Conchita Wurst, Culture Club, George Michael, Freddie Mercury y tantos otros ejemplos constituyen una realidad muy cercana a varias generaciones que ya han admitido que la diversidad forma parte de su cultura. ¿Por qué motivo no nos acercamos también en nuestras aulas a estas muestras de la cultura popular para analizar las imágenes que representan? ¿Es por la misma razón por la que no estamos revisando en clase films tan recomendables como
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