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Carlos Monsiváis - Los mil y un velorios: Crónica de la nota roja en México

Aquí puedes leer online Carlos Monsiváis - Los mil y un velorios: Crónica de la nota roja en México texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2016, Editor: Penguin Random House Grupo Editorial México, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Carlos Monsiváis Los mil y un velorios: Crónica de la nota roja en México
  • Libro:
    Los mil y un velorios: Crónica de la nota roja en México
  • Autor:
  • Editor:
    Penguin Random House Grupo Editorial México
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    2016
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Los mil y un velorios: Crónica de la nota roja en México: resumen, descripción y anotación

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Una reflexión mordaz y desgarradora sobre el crimen como expresión de lo cotidiano y lo excepcional en la sociedad mexicana.

Desde su primera versión, aparecida en 1994, Los mil y un velorios ha mantenido el inigualable estilo de Carlos Monsiváis.

Una crónica que recupera la memoria roja de los mexicanos y se adentra en los laberintos actuales de la delincuencia organizada.

En esta amplia crónica de la nota roja, Carlos Monsiváis recupera los casos más sonados (Goyo Cárdenas, el Pelón Sobera, los Narcosatánicos, la Mataviejitas, etc.) y se adentra en los laberintos del narco y los crímenes de odio, haciendo en todo momento una reflexión mordaz y desgarradora sobre el crimen como expresión de lo cotidiano y lo excepcional en la sociedad mexicana.

La crítica ha opinado:

En una tradición dominada por la seriedad, el hieratismo y la pregunta existencial dela identidad (Paz, Rulfo, Fuentes, Elizondo...), Monsiváis reivindicó la risa como un medio para lidiar con una realidad adversa. Al ser antisolemne e irreverente, la obra de Monsiváis resultó una bocanada de aire puro en medio de la gazmoñería y la solemnidad literarias -Jezreel Salazar, Revista de la Universidad de México-

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LOS MIL Y UN VELORIOS

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A Jesús Ramírez Cuevas Cabría imaginar un mundo en el que jamás haya habido - photo 7

A Jesús Ramírez Cuevas

Cabría imaginar un mundo en el que jamás haya habido asesinatos. En un mundo así, ¿cómo serían los otros crímenes?

ELÍAS CANETTI

Y Jehová dijo a Caín: ¿dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: no sé; ¿soy yo guarda de mi hermano?
Y él le dijo: ¿qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.

GÉNESIS 4: 9 Y 10

Nunca me dijeron que el dolor fuese tan parecido al miedo.

C. S. LEWIS

Advertencia aún más preliminar

En 1994 escribí, previa invitación de mi amigo René Solís, Los mil y un velorios, un librito de la colección Alianza Cien. Quince años después, con las correcciones y los añadidos inevitables, vuelvo a este texto, que en rigor y por atender a la demografía funeraria debería llamarse Los cien mil y un velorios. En 15 años, el cambio mayor es la emergencia feroz, a momentos militarizada, del narcotráfico, que modifica radicalmente el sentido de la nota roja y lo traslada casi a diario al altar de las ocho columnas. Desaparece la singularidad de los asesinatos y de los asesinos, y la masificación del delito es, también, la deshumanización masiva.

Nota preliminar

¿Es la nota roja una gran novela colectiva, con episodios culminantes como hitos de la pequeña historia? Para acercarme, muy parcialmente, al fenómeno, he intentado una crónica de la nota roja en la Ciudad de México en el siglo XX (sé que al hacerlo reincido en la actitud centralista y de antemano me disculpo con los esfuerzos homicidas en las regiones). Me he guiado por la selección de aquellos casos a cuyo desvanecimiento se oponen los recuerdos obsesivos, los míos entre otros, y he leído diversos cronistas, entre ellos al notable Güero Téllez, el perseverante David García Salinas, Francisco Pulido, Fabián Ruiz, Ana Luisa Luna, Víctor Ronquillo, Victoria Brocca, Myriam Laurini y Rolo Díez. He dejado de lado, por razones de espacio, las realidades y leyendas del penal de las Islas Marías, y expedientes extraordinarios como Lola la Chata, Ramón Mercader, el asesino estalinista de Trotsky, las Poquianchis, los dinamiteros fallidos Emilio Arellano y Paco Sierra y el ex luchador Pancho Valentino que asesinó al sacerdote Fullana Taberner. El tema avasalla, cualquier aproximación es limitada, y sólo quise dar constancia de la perdurabilidad de un género, y su relación feroz y entrañable con la sociedad.

I

El horrorosísimo tribunal

En el virreinato, por razones políticas y religiosas, algunos episodios del Tribunal de la Santa Fe o anécdotas de la vida cotidiana reaparecen como leyendas de fantasmas y aparecidos o como relatos infantiles. Con sus estilos peculiares, madres y nanas difunden procesos inquisitoriales y los someten a un “baño de ternura”. Así, por ejemplo, la historia del judío sentenciado por el hecho de serlo a la muerte y la incautación de bienes y que en la hoguera se burla de la parquedad en el uso de la leña: “¡Échenle más! ¡Échenle más, que mi dinero me cuesta!”

Lo terrible, contado entre sonrisas en las veladas familiares, se vuelve relato de aparecidos. ¿O qué son, si no cuentos de hadas “heterodoxos”, las leyendas de La Llorona, esa Medea terquísima, y del hidalgo Juan Manuel, que les pregunta a sus víctimas: “¿Qué horas son?”, con el único objeto de emitir la frase que acompaña a la puñalada: “¡Dichoso tú que sabes la hora en que mueres!”?

Ya en el siglo XVIII la Nueva España está dispuesta a entenderse con los crímenes sin fábulas de por medio. El más notorio, que figura en El libro rojo de Vicente Riva Palacio y Manuel Payno, es el caso de la familia Dongo. En octubre de 1790 se encuentran los cadáveres de don Joaquín Dongo, un rico comerciante, y 10 familiares y criados, con los cráneos hechos pedazos. El motivo: el robo de 22 mil pesos. Días después son ahorcados los tres culpables. Éste será el suceso por excelencia de la “nota roja” virreinal, por la saña y por la intrusión del delito en el espacio de la respetabilidad.

Los primeros cultivadores de la nota roja son los autores de corridos y los grabadores. En la Ciudad de México de la dictadura de Díaz, el grabador José Guadalupe Posada (1868-1913) convierte los crímenes más notorios en expresión artística y ve en los hechos de sangre los cuentos de hadas de las mayorías. No la viejecita que vivía en un zapato ni el gato con botas, sino El horrorosísimo crimen del horrorosísimo hijo que mató a su horrorosísima madre o Una mujer que se divide en dos mitades, convirtiéndose en bola de fuego. En las Gacetas Callejeras, Posada transforma hechos de la naturaleza social en “sensaciones”, en aquello “tan real” que es inverosímil, tan cercano que sólo si el arte o el escándalo lo transfiguran se advierte su definitiva lejanía. Así, el horrible crimen de María Rodríguez, quien mató a su compadre de 10 puñaladas porque él no quiso acceder a sus deseos, o el Tigre de Santa Julia, bandido famoso, o la Bejarano, asesina por antonomasia, o los robachicos que secuestran para vender. Los títulos son una medida exacta del morbo: “Drama sangriento en la Plazuela de Tarasquillo. Asesinato de la Malagueña” / “El asesinato de Leandra Martínez por su hermano Manuel” (1891) / “¡Horribilísimo y espantosísimo acontecimiento! Un hijo infame envenena a sus padres y a una criatura en Pachuca” (1906) / “El ahorcado de la calle de Las Rejas de Balvanera. Horrible suicidio del lunes 9 de enero de 1892”.

La Gaceta Callejera de Vanegas Arroyo publica a diario corridos —novelas comprimidas en verso— complementados por los grabados de Posada. Allí la ciudad “invisible” halla un representante flexible y ecléctico, que será, por separado y en conjunto, anticlerical y supersticioso, misógino y devoto de la Virgen, creyente en el diablo y en las infinitas apariciones de la Guadalupana. No hay contradicción: no es asunto de Posada la popularidad de los delincuentes y si los danzantes del Señor de Chalma practican el otro culto a la razón; él se concibe como medio expresivo, un relato visual sin distinciones entre lo que pasa y lo que debería pasar.

Las noticias de los crímenes son pasiones gritadas o vividas a voz en cuello donde encarnan caprichosamente el sentido de justicia y el sentido de libertad. En el tránsito metafórico, los crímenes dejan de ser sacudimientos colectivos y devienen leyendas hogareñas. Olvidadas las víctimas, desvanecido el escalofrío inicial, queda el estupor complacido ante los relatos que fija el grabado y rehace una cultura oral que es, masivamente, el gran medio de comunicación de esos años que incorpora, en plan de igualdad, asesinatos, leyendas y relatos de milagros.

El público ve en la nota roja una de las prolongaciones del sentido de la religiosidad popular. Idénticos los juegos entre fantasía y realidad (demonios y llamas voladoras visitan asesinos y pecadores en trance de muerte); idénticas las conclusiones morales: “La tierra se traga a José Sánchez por dar muerte a sus hijos y a sus padres”, o los grabados sobre “los 41 maricones encontrados en un baile de la Calle de la Paz el 20 de noviembre de 1901”. Posada es fidedigno y es creativo: dialoga desde sus grabados con su público y deja de lado las moralejas, lo fundamental es la imagen “diabólica”, el instante de una muerte o de un arrepentimiento.

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