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Carlos Monsiváis - Los rituales del caos

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Carlos Monsiváis Los rituales del caos
  • Libro:
    Los rituales del caos
  • Autor:
  • Editor:
    Ediciones ERA
  • Genre:
  • Año:
    1995
  • Índice:
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Los rituales del caos: resumen, descripción y anotación

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Carlos Monsiváis

Los rituales del caos

Carlos Monsiváis

Los rituales del caos

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La edición digital no incluye algunas imágenes
que aparecen en la edición impresa.
Primera edición: 1995
ISBN: 978-968-411-529-3
Edición digital: 2013
eISBN: 978-607-445-167-2
DR © 2013, Ediciones Era, S. A. de C. V.
Calle del Trabajo 31, 14269 México, D. F.
Ninguna parte de esta publicación incluido el diseño
de portada, puede ser reproducido, almacenado o transmitido
en manera alguna ni por ningún medio, sin el previo permiso
por escrito del editor. Todos los derechos reservados.
This book may not be reproduced, in whole or in part,
in any form, without written permission from the publishers.
www.edicionesera.com.mx
PARA
Alejandra Moreno Toscano
Y
Enrique Florescano
Índice
La hora de la identidad acumulativa
¿QUÉ FOTOS TOMARÍA USTED EN LA CIUDAD INTERMINABLE?
La hora del consumo de orgullos
PROTAGONISTA: JULIO CÉSAR CHÁVEZ
La hora del consumo de emociones
VÁMONOS AL ÁNGEL
Parábolas de las postrimerías
TEOLOGÍA DE MULTITUDES
La hora de la tradición
¡OH CONSUELO MORTAL!
La hora de la sensibilidad arrasadora
LAS MANDAS DE LO SUBLIME
La hora del control remoto
¿ES LA VIDA UN COMERCIAL SIN PATROCINADORES?
La hora del gusto
LAS GLORIAS DEL FRACASO
Protagonista: Jesús Helguera
EL ENCANTO DE LAS UTOPÍAS EN LA PARED
La hora de las convicciones alternativas
¡UNA CITA CON EL DIABLO!
La hora de la pluralidad
¡YA TENGO MI CREDO!
Protagonista: el Niño Fidencio
TODOS LOS CAMINOS LLEVAN AL ÉXTASIS
Parábolas de las postrimerías
OCUPACIÓN DEMOGRÁFICA DEL SUEÑO
La hora del transporte
EL METRO: VIAJE HACIA EL FIN DEL APRETUJÓN
La hora de los amanecidos
LO QUE SE HACE CUANDO NO SE VE TELE
La hora del consumo alternativo
EL TIANGUIS DEL CHOPO
La hora de la máscara protagónica
EL SANTO CONTRA LOS ESCÉPTICOS EN MATERIA DE MITOS
Parábolas de las postrimerías
DONDE, POR FALTA DE SEÑALIZACIÓN, SE CONFUNDEN EL ALFA Y EL OMEGA
La hora cívica
DE MONUMENTOS CÍVICOS Y SUS ESPECTADORES
La hora del paso tan chévere
NO SE ME REPEGUE, QUE ESO NO ES COREOGRAFÍA
La hora del lobo
DEL SEXO EN LA SOCIEDAD DE MASAS
La hora de Robinson Crusoe
SOBRE EL METRO LAS CORONAS
La hora de codearse con lo más granado
LA PAREJA QUE LEÍA ¡HOLA!
Parábolas de las postrimerías
DE LAS GENEALOGÍAS DE LA RESPETABILIDAD
La hora de la sociedad del espectáculo
LA MULTITUD, ESE SÍMBOLO DEL AISLAMIENTO
La hora del ascenso social
Y SI USTED NO TIENE ÉXITO NO SERÁ POR CULPA MÍA (NOTAS SOBRE LA RELIGIÓN DEL MIEDO AL FRACASO)
La hora de las adquisiciones espirituales
EL COLECCIONISMO EN MÉXICO (NOTAS DISPERSAS QUE NO ASPIRAN A FORMAR UNA COLECCIÓN)
Parábolas de las postrimerías
EL APOCALIPSIS EN ARRESTO DOMICILIARIO
Sólo existe el buen verso, el mal verso, y el caos.
• T. S. Eliot •
Lo que caracteriza a la cultura de las nuevas generaciones es, antes que nada, el predominio de su mera existencia. Ya que la historia de este tiempo consiste en demografía, y no en la historia, lo que estas generaciones han sido y lo que han querido, constituye la historia de su tiempo.
• George W. S. Trow •
Within the Context of No Context.
Caos fue la primera fuerza que sopló sobre los campos
hizo centro en la entrada de un hormiguero para
hacer de una planicie
un remolino que su centro hundía.
• Ricardo Castillo, La oruga
Lo único que puede decirse del caos es que es
bueno para la libre empresa.
• John Kenneth Galbraith •
…Como si existiese una eternidad de gentes, lo mismo que hay una eternidad de tiempo y de espacio.
• Charles Dickens •
Historia de dos ciudades
Prólogo
Las formas enredadas —solemnes, divertidas o grotescas— de la vida en sociedad se identifican ante sí mismas de modo más bien típico: multitudes que se hacen y rehacen cada minuto, carnavales previstos e imprevistos, capacidades adquisitivas, placer por extraviarse en los laberintos de la energía o de la inercia. Aquí la avidez todo lo devora, la resignación todo lo santifica, el relajo todo lo conoce y desconoce a la vez. Visto desde fuera, el caos al que aluden estas crónicas (en su acepción tradicional, precientífica) se vincula, básicamente, a una de las caracterizaciones más constantes de la vida mexicana, la que señala su “feroz desorden”. Si esto alguna vez fue cierto ya ha dejado de serlo. Según creo, la descripción más justa de lo que ocurre equilibra la falta aparente de sentido con la imposición altanera de límites. Y en el caos se inicia el perfeccionamiento del orden.
En el centro, el consumo. En el mundo de las grandes supersticiones contemporáneas, la compra y el anhelo de compra se han convertido en el don para reflejarse en el espejo del prestigio íntimo, y, en el juego donde las imágenes son lo esencial, lo que se alaba es la creencia en el consumo (de fe, de atmósferas privilegiadas, de sensaciones únicas, de productos básicos y superfluos, de shows), al que se califica como fuerza que verdaderamente encauza a la sociedad.
Sin embargo, el consumo es uno entre tantos factores en el espacio donde concurren las variedades del caos. Hay otro elemento inevitable, ubicuo. Si, como se dice, el poder es la raíz de la noción misma de espectáculo, a lo que se presenta con ese nombre se le reconocen virtudes totalizadoras y los atributos de lo armónico. Gracias al espectáculo, según se declara con otras palabras, pero de manera inequívoca, el desorden se aquieta, las multitudes admiten las disciplinas del pasmo, y tiene lugar la mezcla perfecta de imposición autocrática y nivelación democrática.
La hipótesis anterior cuenta con el apoyo de sectores muy amplios, seguros de que tras el falso caos se alza la normatividad del espectáculo. Pero a esta dictadura de la fascinación electrónica (de los manuales del sojuzgamiento) le falta, para ser convincente, tomar en cuenta los valores de la diversión, “el lenguaje fluido de la anti-ideología”, según Guy Debord. La diversión genuina escapa a los controles, descree de las bendiciones del consumo, no imagina detrás de cada show los altares consagrados al orden. La diversión genuina (ironía, humor, relajo) es la demostración más tangible de que, pese a todo, algunos de los rituales del caos pueden ser también una fuerza liberadora.
La hora de la identidad acumulativa
¿QUÉ FOTOS TOMARÍA USTED EN LA CIUDAD INTERMINABLE?
En el terreno visual, la Ciudad de México es, sobre todo, la demasiada gente. Se puede hacer abstracción del asunto, ver o fotografiar amaneceres desolados, gozar el poderío estético de muros y plazuelas, redescubrir la perfección del aislamiento. Pero en el Distrito Federal la obsesión permanente (el tema insoslayable) es la multitud que rodea a la multitud, la manera en que cada persona, así no lo sepa o no lo admita, se precave y atrinchera en el mínimo sitio que la ciudad le concede. Lo íntimo es un permiso, la “licencia poética” que olvida por un segundo que allí están, nomás a unos milímetros, los contingentes que hacen de la vitalidad urbana una opresión sin salida.
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