Trazos de Cristo en América Latina
Ensayos teológicos
© Jorge Costadoat Carrasco
© Ediciones Universidad Alberto Hurtado
Alameda 1869 • Santiago de Chile
• 56-02-8897726
www.uahurtado.cl
ISBN 978-956-8421-29-8
eISBN 978-956-9320-61-3
Registro de propiedad intelectual N° 182.931
Colección Teología de los tiempos
Este es el cuarto tomo de la colección TEOLOGíA DE LOS TIEMPOS Con la debidas licencias
Diseño de la portada: Nelson Torres
Imagen de la portada: ©flickr Julia Manzerova
Diagramación digital: ebooks Patagonia
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CONTENIDO
PRÓLOGO
En el curso de estos primeros años del pontificado de Benedicto XVI salta cada vez más a la vista que los procesos de recepción e interpretación del Concilio Vaticano II no están de ninguna manera concluidos y que, al contrario, existe la necesidad de una nueva aproximación a los documentos importantes del Concilio —no sólo a la Constitución Pastoral y de la Iglesia, sino también a los decretos y a las declaraciones como Dignitatis humanae y Nostra aetate—. Signos claros de este hecho fueron el debate sobre la Notificación de la Congregación para la Fe acerca de la teología de Jon Sobrino, en 2007, y las discusiones recientes con motivo de revocarse la excomunión de la Fraternidad de san Pío X , además de las ordenaciones de diáconos y sacerdotes realizadas por aquella en junio de 2009. Peter Hünermann, teólogo emérito en Tübingen y mentor de muchos teólogos latinoamericanos, habla de la necesidad de un efectivo “llegar la Iglesia a la modernidad”, y señala ante todo los impulsos eclesiológicos del Concilio, la libertad de religión, las cuestiones de democracia y derechos humanos y los nuevos diálogos con el mundo moderno, con otras confesiones cristianas y otras religiones.
Actualmente, los contextos religioso y de política internacional en Europa —y seguramente también en Latinoamérica— parecen inclinarse, más que hacia la modernidad, hacia una posmodernidad: se percibe un interés en la religión y en la “espiritualidad”, y, al mismo tiempo, una masiva pérdida de credibilidad de las instituciones religiosas, una gran individualización de la fe, un aumento de sectas y movimientos sincréticos y evangélicos —incisivo en los países del sur, pero notable también en Europa—, un “desplazamiento” entre confesiones y religiones, una religiosidad de tipo patchwork, compuesta por elementos indígenas y africanos. Además, al trasfondo de la precaria situación económica, se agrega extensamente una actitud de anything goes, una sensación de fondo nietzscheana de que todo es en vano, una actitud subyacente que destruye toda fe y que todavía refuerza a aquel fatalismo y pesimismo que, en vista de tantas historias de avasallamiento, caracteriza hasta hoy a muchas poblaciones rurales indígenas, sea en la región andina de Perú o Bolivia, sea en las aldeas de Centroamérica.
Es exactamente este el contexto en donde reviste importancia la presente publicación del jesuita chileno Jorge Costadoat: ella recuerda el camino de la Iglesia latinoamericana y los desarrollos teológicos desde los días del Concilio Vaticano II , y con ello precisamente este “llegar la Iglesia a la modernidad” cuya necesidad destaca Peter Hünermann. El libro es una recopilación de artículos que Jorge Costadoat ha publicado durante los últimos años en diferentes revistas de Chile y de otros países latinoamericanos; sin embargo, su estructuración presente da una imagen coherente, sensible y comprometida de la fe en Dios y del decir-Dios en la Latinoamérica posconciliar. Siguiendo las huellas de la Teología de liberación de Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino, Ronaldo Muñoz, Pedro Trigo y Juan Luis Segundo, en la primera parte del libro Jorge Costadoat insiste en el enfoque de preguntar por la voluntad divina partiendo de las historias y los sufrimientos de los pobres en Latinoamérica. Es exactamente esta la forma de inculturar en Latinoamérica el hablar de Dios que impulsaron el Concilio —ante todo la Constitución Pastoral Gaudium et spes— y las encíclicas posconciliares como Evangelii nuntiandi.
Este diálogo entre fe y cultura se basa en el fundamento de una perspectiva cristológica: Jesucristo es “el” intérprete de Dios y sólo en él debe orientarse quien pregunta por el Señor. Es justamente el camino que tomaron las cristologías latinoamericanas desarrolladas después del Concilio, cuyos rastros, especialmente de la teología de Jon Sobrino, investiga Jorge Costadoat en la segunda parte. Uno de los mayores méritos de la presente publicación es, seguramente, traer a la memoria este foco cristológico de la teología latinoamericana posconciliar. Aquí, una teología de los “signos de los tiempos” y un preguntar por Dios a partir de los pobres encuentran su fundamento, y una eclesiología latinoamericana su punto de orientación.
Cuando la Iglesia misma actúe de “intérprete” de Jesucristo, todos sus pasos cobrarán autenticidad: a esto apunta la tercera parte del libro. Es aquí donde se hace visible de qué “lugar hermenéutico” parte la publicación presente: como un hilo rojo, la Asamblea General del Episcopado Latinoamericano en Aparecida (2007) y sus nuevos impulsos misioneros guían los diferentes artículos. La Asamblea acaba de reconocer los desarrollos teológicos y pastorales realizados en Latinoamérica durante las últimas décadas y exhorta a estudiarlos y profundizarlos (cfr. DA 331). Bajo las condiciones religiosas y socio-políticas cambiadas continúa así una “teología de los signos de los tiempos”. Ante la individualización de los accesos a la fe, la misión y el testimonio adquieren una importancia radicalmente nueva en la Iglesia. Como ejemplo, Jorge Costadoat invoca al gran testigo de la Compañía de Jesús y de la Iglesia chilena, el Padre Alberto Hurtado (1901-1951), quien, por su “mística social” y sus múltiples compromisos sociales y teológicos, debe ser considerado un “precursor de la Teología de la liberación”. Aquí de manera conmovedora se cierra el círculo: “De algún modo, la Teología de la liberación ha vuelto al comienzo; pero en modo alguno con las manos vacías”, expresa Jorge Costadoat en vistas a los recientes desarrollos de la Teología de la liberación (p. 53). Y este vistazo a los orígenes que da Costadoat recae en un hombre que vivió intensamente aquello que, más de 60 años después, exigirá la Asamblea de Aparecida del vivir la fe cristiana: ser testigo e “intérprete” de Jesucristo. Con ello, Jorge Costadoat propone una pista importante para interpretar esta conferencia: se trata de encontrar vías hacia el futuro que se nutran del tesoro de la tradición eclesial y a la vez enlacen con los impulsos posconciliares de las teologías de liberación y de una Iglesia de los pobres: “Mucho antes que los teólogos latinoamericanos, Hurtado ha asegurado contra viento y marea aquella predilección de Dios que, enunciada por la Iglesia latinoamericana como ‘opción por los pobres’, constituirá la piedra angular de la Teología de la liberación.” (p. 316).