Charles Lessage, Philippe Olivier, M. Centini, A. Penna,
Surabhi E. Guastalla y Veronique Delarve
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Prólogo
Nuestra época tiende a ser incrédula. «Nadie ha visto jamás un ángel —se razona—, y por tanto estos no se merecen el regalo de la fe, la opción de creer en ellos». Se juzga el mundo sólo a través de la capacidad de nuestros sentidos para captar aquellos aspec tos o manifestaciones capaces de ser captados por ellos.
Sin embargo, hay muchos tipos de existencia. ¿Se negará a creer alguien que Don Quijote posee una clase de existencia más real que muchas personas, árboles o rocas presentes en el mundo? ¿Podemos negar que exista algo que nadie ha visto jamás, como las posibles rocas de Plutón o la parte de la costra terrestre situada a mil kilómetros de profundidad? En ambos casos llegamos a la certeza de su existencia mediante el razona miento, una forma de conocer tan poderosa y cargada de certeza como la derivada directamente de los sentidos.
«Hay un consenso sobre la existenci a de estos elementos», ar güirá algún lector racionalista, decidido a no dejarse descabalgar. Pero sigamos, ¿qué clase de consenso? ¿El numérico? Recorde mos que una gran parte de la humanidad no conoce la existencia de los satélites de Saturno, de los reyes godos o del contenido del átomo. A través de estas incómodas preguntas imitamos al em barazoso Sócrates haciendo de comadrón de las ideas. Es lo de menos que el lector crea en los ángeles, el caso es que su mundo permanece desarrollado, estudiado y clasificado con el mismo rigor con el que un entomólogo puede llegar a conocer un millón de especies de insectos.
Invitamos pues al lector a que se despoje de sus prejuicios —pues no es otra cosa el apego a determinados hábitos gnoseo lógicos impuestos por la actual experiencia— para penetrar en un mundo nuevo, hecho de unas realidades distintas a las conven cionales y que no dejarán de sorprenderle. Los autores de este tratado han estudiado a fondo el complejo mundo de los ángeles, presente no sólo en todas las religiones, sino también en la vida diaria. El contacto con Dios, de cualquier forma que este sea con cebido, es esencial y forma un capítulo básico para organizar y dar sentido a nuestras vidas. Tanto el panteísta como el creyente de a pie, e incluso el agnóstico racionalista, coinciden en la necesidad de unos puentes de comunicación con los aspectos desconocidos del universo. Si alguna virtud redime al hombre de su prosaica materialidad y finitud es esa curiosidad que lo impulsa a poseer, a conocer, a ampliar su círculo de conocimientos.
Este libro quiere establecer, recorrer y explorar estos puentes. Su lectura no será de ningún modo superflua al lector, al menos al que sea capaz de trascender de sus propios límites y descorrer una mínima parte del tupido velo que lo separa de las verdades no obvias.
J OSEP M ARIA A LBAIGÈS i O LIVART
Introducción
Podría parecer que cualquier cuestión que tenga como protago nistas a los ángeles es un tema de poco peso —exactamente como la pluma de una de sus alas—, pero nada más lejos de la reali dad. De hecho, los argumentos que se utilizan para negar la rea lidad de los ángeles pueden usarse de igual forma para negar la existencia de Dios.
Se trata, desde luego, de argumentos respetables con los que la realidad de los ángeles se relegaría a una mera proyección fan tástica de nuestras circunvoluciones cerebrales; como mucho, de jaría espacio al análisis literario de una tradición poética de fábulas que se repiten en todo el mundo.
Así, la angelología se entendería como corolario de la teología: solamente si se cree en la existencia de Dios es posible aceptar la existencia de los ángeles.
Sin embargo, esto no tiene por qué ser necesariamente así. De hecho, Dios está seguramente capacitado para existir y obrar sin una corte de ángeles rodeándole.
Por otra parte, si el universo tiene un sentido, una racionalidad, una armonía o una finalidad, entonces está claro que los hombres —y con ellos, los animales y las plantas—, que ocupan sólo un fragmento infinitesimal de este universo, no son necesariamente las únicas criaturas que habitan en él.
Sería perfectamente lógico que, junto a los hombres, existieran otras criaturas, habitando mundos diversos y paralelos, con fiso nomías y características distintas e inmersas en dimensiones des conocidas, que huirían de la lógica con que estamos obligados a conducir nuestra vida en la tierra.
Que estas entidades pudieran tener una consistencia etérea y puramente espiritual o estuvieran privadas de esta materialidad que, al menos en parte, nos caracteriza no nos tendría que sor prender tanto, sobre todo desde que la física contemporánea nos ha enseñado que la materia, tal como se concebía en el pasado, con una consistencia espacial tangible e indestructible, no existe en realidad porque se trata sólo de una condensación parcial y temporal de la energía que invade todo el universo. Dejemos, pues, espacio a los ángeles; sintámoslos junto a nosotros; reco nozcámoslos como hermanos, como compañeros de viaje en esta fascinante y misteriosa peregrinación que es la existencia.
Pero ¿qué es un ángel? Las enciclopedias lo definen como «mensajero» o «ministro» (del hebreo mal’akh ), con un sentido específicamente religioso de ser sobrehumano, intermediario entre el cielo y la tierra, entre Dios y los hombres. Los ángeles son seres que Dios utiliza para realizar las anunciaciones a los hom bres y para que se cumpla su voluntad en la tierra.
El término hebreo se tradujo en griego como aggelos , de donde deriva nuestra palabra ángel .
Los ángeles son los habitantes de un reino intermedio entre Dios y el hombre y, como tales, llenan un vacío. En sus contactos con el mundo humano pueden llegar a asumir formas absoluta mente imprevisibles. En este libro pondremos al descubierto todo lo que hay que saber sobre estos maravillosos seres.
Los ángeles: ¿leyenda o realidad?