Lionel Dumarcet
LAS GRANDES
RELIGIONES DE ASIA
EDITORIAL DE VECCHI
A pesar de haber puesto el máximo cuidado en la redacción de esta obra, el autor o el editor no pueden en modo alguno responsabilizarse por las informaciones (fórmulas, recetas, técnicas, etc.) vertidas en el texto. Se aconseja, en el caso de problemas específicos —a menudo únicos— de cada lector en particular, que se consulte con una persona cualificada para obtener las informaciones más completas, más exactas y lo más actualizadas posible. EDITORIAL DE VECCHI, S. A. U.
Traducción de Gustau Raluy Bruguera.
Fotografía de la cubierta de un monje budista (© Alpha Omega).
Fotografías del interior del autor, excepto la de(© J. Marthelot/Alpha Omega).
© Editorial De Vecchi, S. A. 2017
© [2017] Confidential Concepts International Ltd., Ireland
Subsidiary company of Confidential Concepts Inc, USA
ISBN: 978-1-68325-556-7
El Código Penal vigente dispone: «Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o de multa de seis a veinticuatro meses quien, con ánimo de lucro y en perjuicio de tercero, reproduzca, plagie, distribuya o comunique públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importe, exporte o almacene ejemplares de dichas obras o producciones o ejecuciones sin la referida autorización». (Artículo 270)
Índice
Introducción
Asia en el espacio y en el tiempo
La primera palabra que nos viene a la mente cuando pensamos en Asia y en religión es, sin duda, budismo. Esta asociación, que no es incorrecta aunque sí parcial, irá ilustrada en la mayor parte de los casos por alguna de aquellas representaciones con sonrisas delicadas y expresión distante que desde hace mucho tiempo han dado la vuelta al mundo. También surgen referencias a la misteriosa China o al lejano Japón.
Sin embargo, estas imágenes de Épinal encajan bastante mal con una definición científica del mundo asiático.
Según algunos autores, desde el punto de vista geográfico este gigantesco continente se extiende desde el cabo Baba en Asia Menor, hasta el cabo de Dejnev en Siberia. Limita por el norte con el océano Ártico, por el este con el océano Pacífico y por el sur con el océano Índico. El límite oeste es más indefinido, en la medida en que Europa es «una península asiática».
En este vasto bloque, los especialistas distinguen Asia sudoccidental, Asia septentrional, Asia meridional y Extremo Oriente. La primera abarca Anatolia, Irán, Irak, Siria, Afganistán y la península arábiga. La segunda corresponde aproximadamente al territorio de la antigua URSS. La tercera incluye el subcontinente indio y el sudeste asiático. Por último, la cuarta está constituida por China y Japón.
La geografía humana aparece todavía más compleja con sus variedades antropológicas y lingüísticas.
Abordar toda esta extensión desde el punto de vista religioso implicaría tratar casi todas las religiones del planeta, y ello no es posible por cuestiones de límites editoriales y de competencia científica.
Visnú de Buddhanilkhanta echado, fechado en el 642, Nepal
La geopolítica, por ejemplo, ha borrado de este inventario Arabia, el Próximo Oriente, el Oriente Medio, mientras que la geografía humana ha suprimido el mundo ruso.
Para tratar la historia de las religiones nos atendremos a las religiones soteriológicas que han tenido su cuna en Asia, lo cual excluye al cristianismo de la zona eslava y el islam de numerosas regiones. Por lo que respecta al animismo, que se ha excluido también de este conjunto, hemos considerado —quizás erróneamente— que la enorme cantidad de variantes que propone este tipo de creencia, por un lado, y la pobreza estructural, por el otro, justificaban de facto su supresión de una obra como esta. Y, al contrario, la presencia del nestorianismo puede ser discutible. El corto periodo a lo largo del cual esta forma religiosa pudo expresarse en su región de origen y la difusión que ha podido tener en el espacio asiático han motivado esta decisión.
P ARTE I
DE LOS PRIMEROS HOMBRES A LA ACTUALIDAD
Desde la conquista del fuego hasta los primeros ritos funerarios
Si el mundo de los primeros hombres es difícil de valorar en el aspecto técnico, todavía lo es más en el ámbito intelectual.
Las creencias y los ritos sin duda formaban parte de una vida diaria bastante precaria. Sin embargo, esta «religiosidad» es prácticamente imposible de apreciar. Se puede suponer que durante varios cientos de miles de años los cazadores-recolectores que recorrieron el mundo desarrollaron los embriones de sistemas religiosos que no llegaremos a conocer nunca.
Uno de los elementos clave de la evolución de los homínidos —aparte de la posición erguida y la fabricación de herramientas— fue su capacidad de dominar el fuego. En Asia, entre los más antiguos testimonios de esta evolución técnica destaca el yacimiento chino de Zhoukoudian, situado a unos cuarenta kilómetros al sur de Pequín, cuya antigüedad se calcula en medio millón de años, y que está asociado con el Sinanthropus pekinensis.
Este hombre de Pequín o sinántropo estuvo precedido, en el territorio chino, por el Sinanthropus lantianensis, descubierto en 1963 en la región de Lantian, en Shaanxi (entre 700.000 y 1 millón de años a. de C.), y por el Homo erectus yuanmounensis, originario de Yunnan. Con respecto a este último, los arqueólogos chinos han datado entre 6 y 1 millones de años a. de C. los dos fósiles de mujer hallados.
China no es el único lugar en el que hay vestigios de antiguos homínidos asiáticos, porque también está el «hombre de Phou Loi», en Laos, que es parecido al sinántropo. También tenemos el Patjitaniano de Java, el Anyathiano de Birmania y el Soaniano de India, todos ellos más o menos coetáneos. En Asia, como en todas partes, la domesticación del elemento ígneo y el tallado de la piedra —necesario para la fabricación de armas— tuvieron ciertamente implicaciones en la creación de valores míticos y religiosos. El arma de caza se habría asociado a ciertas creencias arcaicas. Algunos autores creen que surgieron divinidades del tipo «Ser Supremo-Señor de los Animales, que protege a la vez la caza y los cazadores», creencias que tradicionalmente se encuentran en los pueblos cazadores.
El elemento más espectacular de la vida de los primeros chinos reside en los «descubrimientos macabros» asociados a su tipo de vida y que han tenido diferentes interpretaciones.
Algunos autores han planteado la hipótesis de que los cráneos y las mandíbulas inferiores descubiertos, datados entre 400.000 y 300.000 años a. de C., demuestran que ya se conservaban los restos de los familiares muertos. Según otros, nos encontraríamos en presencia de una antropofagia ritual, con consumo de la médula y del cerebro de las personas sacrificadas. Las dos teorías no son incompatibles y conocerán evoluciones importantes con el tiempo. El culto moderno a los antepasados, del que es heredero lejano, sigue siendo hoy en día el sistema de pensamiento religioso más tradicional de los chinos, si bien estos últimos han perdido la costumbre de conservar las osamentas de sus muertos. Granet recuerda que en las dinastías agnaticias el endocanibalismo «es un deber muy simple de la piedad doméstica», ya que hace posible la continuidad de las líneas reales, permitiendo «que una familia conserve su integridad sustancial. La prueba del canibalismo» se percibe «como una especie de rito preliminar de la entronización».
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