Primera edición, 2016
Primera edición electrónica, 2016
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ISBN (versión impresa) 978-607-462-938-5
ISBN (versión electrónica) 978-607-628-132-1
Libro electrónico realizado por Pixelee
ÍNDICE
PRIMERA PARTE
CAMINOS RECORRIDOS
SEGUNDA PARTE
ABORTO Y SALUD: FACETAS DEL DEBATE
ÍNDICE DE CUADROS Y GRÁFICAS
INTRODUCCIÓN
UNA MIRADA A LA PROBLEMÁTICA DEL ABORTO
Cuando hablamos de aborto, hablamos de una mujer que ha tomado la decisión de no ser madre en ese momento de su vida y ha decidido interrumpir su embarazo, ha pasado por un hondo dilema y ha tomado la decisión que, en su conciencia y para ella, es la mejor, por difícil, dolorosa y arriesgada que sea. Esta mujer tal vez nunca quiso ser madre, tal vez no quiere ser madre, o nuevamente madre, quizá porque no tiene manera de criar, alimentar, educar a un hijo o hija, o no a un hijo o hija más; o no se siente capaz; o no quiere cargar el resto de su vida con un recordatorio de la violación o incesto que ya cambió su vida; o no quiere exponerse a morir o a quedar enferma o con discapacidad por continuar un embarazo de altísimo riesgo que, además, puede culminar con la muerte inmediata de un feto con malformaciones severas. Esta mujer, quienquiera que sea, enfrenta la misma pregunta: ¿cómo terminar su embarazo? Según dónde y cómo viva, tiene la opción de acudir a una clínica y utilizar un procedimiento seguro, retomar su vida y resolver así sus demás problemas; o buscar una clínica clandestina, o usar sus propios medios para salir de esta situación, aunque con ello exponga su vida, su salud y su bienestar. Ella, pues, ha tomado la decisión, pero la sociedad, sus leyes e instituciones son las que le permitirán llevarla a cabo con la libertad y dignidad que merece, o la obligarán a esconderse, a ponerse en riesgo, a enfrentar la posibilidad de morir en ese intento o ser objeto de estigma y severas penalidades.
Hablar del aborto es sacar a la luz la desigualdad e injusticia social en un país donde una minoría puede acceder a un aborto seguro si tiene recursos económicos o si vive en una ciudad donde éste es legal, si encuentra el personal de salud y judicial que le permita ejercer este derecho, si su situación corresponde a alguna de las causales legales que así lo determinan. Un país con enormes brechas sociales y económicas, con un marco legal abigarrado y funcionarios muchas veces omisos; donde una mayoría de mujeres, jóvenes y niñas, no tienen o no ven más opción que recurrir a una clínica clandestina o a sus propios medios para dar fin a un embarazo traumático. Un país en que el marco legal protege el derecho a la igualdad, a la autonomía y a la salud, más en la letra que en la práctica; donde los agentes del Estado laico han cedido ante el dogma y los prejuicios de grupos ultraconservadores, auspiciados o inspirados por la Iglesia católica o por Iglesias cristianas, dispuestos a coartar los derechos de las mujeres en nombre de una entelequia: el embrión como persona y “el derecho a la vida desde la fecundación-concepción”, como derecho superior si no absoluto. Las consecuencias de la desigualdad y la injusticia, evidentes de por sí en la vida de millones de mujeres y niñas, se manifiestan también en las decenas de muertes maternas y en las miles de hospitalizaciones provocadas por abortos inseguros. No son cientos de miles, pero cada una de esas muertes, discapacidades y enfermedades se habrían evitado si el procedimiento hubiera estado permitido por la ley o si ésta se hubiera cumplido puntualmente. Son muertes y afectaciones innecesarias, que reflejan la indiferencia de legisladores, políticos, ministerios públicos, médicos, clérigos e ideólogos ante la experiencia de vida de cientos de miles de mujeres que año con año optan por abortar y tienen que hacerlo muchas veces con altos costos, económicos y personales. Son ellas y sus familias quienes principalmente enfrentan estos costos, pero esta práctica y sus consecuencias afectan de hecho a toda la sociedad. ¿O no se ve afectada una sociedad que propicia o tolera muertes que pueden evitarse, o que pasa por alto secuelas que afectan de por vida a miles de mujeres?
En México, cualquiera que sea la estimación de muerte materna por aborto inseguro que se consulte, éste sigue siendo un problema de salud pública en cuanto que afecta la salud y bienestar de miles de personas y sus familias y representa una fuente de riesgo que, como ha demostrado la experiencia de muchos países, puede evitarse si se siguen las mejores prácticas, es decir si se garantiza el acceso al aborto legal, y si las políticas de salud incluyen tanto servicios seguros y accesibles como programas de prevención integrales, programas de planificación familiar y educación sexual científica. Hablar del aborto en este ámbito es situar en el centro el derecho de las mujeres a la salud y la responsabilidad que tiene el Estado de garantizarlo y hacerlo efectivo mediante políticas de salud pública adecuadas.
Cuando se recuerda que la salud no es sólo ausencia de enfermedad sino la capacidad de adaptarse y enfrentarse a un medio ambiente, de tomar decisiones y de desarrollarse con autonomía, queda claro que el derecho a la salud incluye los derechos sexuales y reproductivos y en particular el derecho a decidir si se quiere ser madre, cuándo, cuántas veces y con quién. Desde esta perspectiva, las políticas de salud y la legislación acerca del aborto están estrechamente relacionadas y se vinculan también con el marco internacional de derechos humanos, en el cual se postula el derecho de las mujeres a vivir sin violencia, con igualdad, autonomía y salud. El derecho a la protección a la salud es universal aunque no se cumpla; a partir de él una serie de convenciones, tratados y compromisos internacionales han establecido metas mínimas, y lineamientos y recomendaciones para lograrlas. Entre estas metas de interés para la comunidad internacional se ha establecido la necesidad de prevenir y evitar embarazos no deseados, embarazo adolescente y muerte y morbilidad materna. Como integrante de esta comunidad, México se ha adherido a estos mecanismos y está obligado a cumplir con sus lineamientos y, lo haga o no, ha reconocido implícitamente este compromiso y está obligado a dar cuenta de sus acciones ante los organismos internacionales.
Tanto en el ámbito internacional como en el nacional, hablar de aborto es también referirse a un debate en múltiples niveles. Problemas de salud, salud pública y derechos humanos se discuten y estudian desde la medicina, la demografía, el derecho y también desde la ética y la moral, ya que como todo aquello que tiene que ver con la vida, la dignidad, la igualdad, plantea también dilemas éticos y morales. Por implicar temas especializados y delicados, como el inicio de la vida, la definición misma de vida, y porque en última instancia en su centro se encuentra el derecho de las mujeres a decidir en libertad, igualdad y de manera informada, el debate en torno al aborto exige más reflexión que opinión. Desafortunadamente, en gran medida por este último motivo se ha convertido en un ámbito de polémica, con frecuencia polarizada, donde confluyen posturas ideológicas, religiosas, morales, éticas y jurídicas contrarias, e intereses políticos de diverso calibre.
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