ÍNDICE
M artha Santillán Esqueda relata las historias de cinco mujeres que cometieron actos considerados criminales en las décadas de 1930 y 1940, cuyos casos nos permiten asomarnos al entramado legal y judicial y a las representaciones de la mujer, sobre todo de la mujer transgresora, imperantes en esa época.
A la luz de las complejas estructuras sociales y culturales, incluso económicas y políticas del México posrevolucionario, la autora examina el concepto de feminidad y, por lo tanto, los espacios, tareas, conductas, sociabilidades, hábitos y gestos que les eran celebrados, permitidos o reprobados a las mujeres. Es decir, los casos relatados permiten entrever el escenario social y cultural en el cual estas mujeres delinquieron, ya que para entender sus actos es necesario conocer el ambiente en el que vivieron y dentro del cual fueron juzgadas por parte de los tribunales y la sociedad.
Los delitos estudiados se cometieron en la primera mitad del siglo xx , cuando ya había terminado la lucha armada, se afianzaban las instituciones posrevolucionarias y se hacían evidentes los reacomodos sociales y culturales. No hay que olvidar, sin embargo, que las ideas surgen más rápido que la implementación de las costumbres y patrones de sociabilidad, y que las transformaciones en la concepción de género —incluidas las correspondientes reformas legales y oportunidades educativas o laborales que se abrieron para las mujeres— estuvieron acompañadas de una campaña tendiente a reforzar el tradicional modelo femenino de conducta y los controles formales e informales que la sociedad imponía. De ahí que sea especialmente interesante estudiar a las criminales que vivieron y delinquieron en ese mundo cambiante y tradicional, abierto y restrictivo, paternalista y violento.
Clementina, María Antonieta, Amelia, Teresa y Carmen, las protagonistas de Mujeres criminales , fueron delincuentes y victimarias según el derecho penal y los tribunales; algunas, según el mismo código penal, también fueron víctimas de un delito en otro momento de su vida, y todas fueron blanco de algún tipo de violencia, ya sea física, sexual o cultural.
Los casos que nos presenta Martha Santillán, reconocida especialista en criminalidad femenina de mediados del siglo xx en la Ciudad de México, se sustentan en un serio trabajo de investigación en el Fondo Tribunal Superior de Justicia del Archivo General de la Nación y, en menor medida, en el Fondo Cárceles del Archivo Histórico de la Ciudad de México. El análisis de los expedientes judiciales se acompaña del examen de la legislación penal y sistema judicial vigentes en la época en que fueron cometidos los delitos, así como de la representación femenina en los medios de comunicación y en la cultura.
En estas historias, Martha toca diversos temas como el de las mujeres que matan a sus parejas sentimentales y la tolerancia legal y social a la violencia dentro de las relaciones amorosas y familiares; el homicidio cometido en el seno de la familia en el contexto de violencia sexual intrafamiliar, así como la complicidad masculina y la escasa atención por parte de los tribunales a las agresiones sexuales sufridas por las mujeres; la interrupción del embarazo, de las precarias condiciones en las que por lo general se realizaban los abortos y los consecuentes riesgos de salud para las mujeres, al mismo tiempo que analiza las concepciones de maternidad, sexualidad femenina y honra. Además, se analiza un presunto homicidio cuyo móvil fue el robo y dos panoramas: por una parte, la representación de la mujer fatal y los temores en torno al abandono del papel tradicional femenino y, por otra, la corrupción y violación de los derechos procesales en prácticas policiales y judiciales.
Los casos expuestos dan cuenta, además, de las discrepancias entre los juzgadores de diversas instancias judiciales y, en general, de los diferentes desenlaces, vinculados no solamente al delito cometido, sino a la trayectoria previa de las acusadas, pues despertaban mayor simpatía las que antes de delinquir se ajustaban a las pautas sociales y morales aceptadas. Así, dos de las mujeres fueron puestas en libertad (una, porque sus jueces consideraron que no existían elementos suficientes para condenarla, y otra, porque coincidieron en que actuó en legítima defensa propia), mientras que otras dos recibieron sentencias cercanas a la máxima (fueron condenadas por homicidio calificado, pero su condena se redujo tras la apelación).
Antes de concluir es preciso señalar que Mujeres criminales es una contribución original a la historiografía sobre el tema. La criminalidad femenina en la Ciudad de México durante el siglo xx ha sido poco estudiada. Se han abordado historias de «autoviudas» (por Rebeca Monroy Nasr, Luis de la Barreda, Laura Santoyo o yo misma) y casos de mujeres criminales en estudios sobre criminalidad en general (como los de Pablo Piccato, Saydi Núñez o los propios). Sin embargo, la delincuencia perpetrada por mujeres en el periodo que Martha Santillán abarca no ha sido ampliamente estudiado. Tampoco existen trabajos especializados en la criminalidad femenina de la Ciudad de México del siglo xix , aunque sí los hay para otras entidades del país, como Michoacán, Querétaro, Guanajuato, Sinaloa o Jalisco (a cargo de Lisette Rivera Reynaldos, Mayra Vidales Quintero, Rocío Corona Azanza o Laura Benítez Barba).
Martha Santillán dialoga con la historiografía, cubre un vacío y aborda el tema desde una perspectiva original y novedosa. Se adentra en lo que las criminales cuentan, en cómo lo cuentan y en el porqué lo cuentan de la forma en que lo hacen, así como en las interpretaciones de sus interlocutores. Rompiendo con la narración lineal, en cada capítulo se acerca a cada una de las protagonistas bajo una estructura similar, integrada por varios fragmentos: el relato de su vida, el crimen y el juicio; casos similares; y los posteriores debates o leyes promulgadas en torno al problema que cada situación involucra (violencia conyugal e intrafamiliar, violación, interrupción del embarazo o empleo de la fuerza en la obtención de confesiones). También reflexiona sobre los retos pendientes para erradicar la desigualdad de género y resolver asuntos tan relevantes como la violencia hacia las mujeres y el feminicidio. Santillán tiende así un hilo entre la historia y el momento presente, mostrando la importancia que tiene el estudio del pasado para lograr la transformación de las circunstancias actuales.
Elisa Speckman Guerra
E ste libro relata un trozo de la vida de unas pocas mujeres comunes que transitaron un mismo territorio: el del delito. Dos tiraron del gatillo de una pistola, otras se sometieron a dolorosos tratamientos para abortar y una golpeó con un tubo de fierro hasta matar. Corrían las presidencias de Lázaro Cárdenas (1934-1940) y Manuel Ávila Camacho (1940-1946).
En México, el siglo xx llegó aparejado de transformaciones importantes. La renovación de las estructuras políticas tras la gesta revolucionara era incuestionable. Los grupos en el poder se dieron pronto a la tarea de crear las leyes necesarias que, de acuerdo con los ideales de justicia social abanderados por la Revolución, sentaran las bases que favorecieran la mejora de las condiciones de existencia de la población en general. Con ello, sobrevinieron cambios sociales y culturales que fueron repercutiendo en la vida cotidiana de las personas.
Después de la creación de la Constitución de 1917 comenzaron a promulgarse codificaciones y normativas jurídicas diversas que propiciaron la emergencia de nuevas formas de sociabilidad y un reacomodo de los esquemas de género precedentes. La situación de las mexicanas mejoró de manera considerable al reconfigurarse la estructura familiar y al tener el amparo legal para desarrollarse en otros ámbitos ajenos al doméstico.