A la memoria de mi padres.
A mis hijos.
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Larraquy, Marcelo
López Rega : el peronismo y la Triple A / Marcelo Larraquy. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Sudamericana, 2018.
(Investigación Periodística)
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-950-07-6218-2
1. Investigación Periodística. I. Título.
CDD 070.44
© Marcelo Larraquy, 2004, 2007, 2011
Edición en formato digital: noviembre de 2018
© 2018, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A.
Humberto I 555, Buenos Aires
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ISBN 978-950-07-6218-2
Conversión a formato digital: Libresque
II
La chispa divina
Victoria Montero conoció a Eva Perón el 22 de mayo de 1947 en Paso de los Libres, Corrientes, cuando era la apóstol del vendaval peronista que estaba transformando a la Argentina. Aunque las clases acomodadas la consideraban una putita impetuosa de la radiofonía que había usado la cama como una escalera, los excluidos de la sociedad la adoraban porque en pocos años recibieron de ella lo que ningún político les había dado ni les daría jamás.
Eva había nacido en 1919. Era hija ilegítima de Juan Duarte, un estanciero medio de la provincia de Buenos Aires. El día de la muerte de su padre, ella, su madre y los hijos de su madre fueron echados a empujones del velorio por la viuda y los hijos legítimos. A los 15 años Eva decidió escapar del polvo de las pampas con la compañía efímera de un cantante de tangos. Durante esos primeros tiempos vivió en pensiones y deslizó su presencia en telenovelas radiales y obras de teatro que, en jornadas de trabajo extenuantes y pagadas con monedas, le permitieron hacer pie en la ciudad. No tenía una calidad interpretativa que deslumbrara a los productores, y tampoco su rostro pálido y algo demacrado representaba el canon de la belleza, pero tenía en claro lo que buscaba.
En enero de 1944, cuando hizo suyo a Perón, ya tenía sobre sus espaldas ocho años de carrera artística, dos tapas de la revista Antena, participaciones menores en algunas películas y un programa en Belgrano, la radio más popular de la Argentina, donde interpretaba la vida de mujeres de la historia en clave de melodrama. Se decía que era amante de un coronel que la sacó de una pensión de La Boca y le instaló un departamento en la calle Posadas, en la Recoleta, para que se acomodase.
Eva aprovechó la primera oportunidad para deshacerse de él. En un espectáculo a beneficio de las víctimas del terremoto de la provincia de San Juan vio que la actriz que acompañaba al coronel Juan Perón en la primera fila dejaba su butaca para subir al escenario. Eva ocupó su lugar y nunca más se separó del militar. Esa misma noche durmieron juntos en una cabaña del Delta.
Perón y Eva se casaron el 22 de octubre de 1945. Perón tenía 50 años, era viudo y estaba en el primer plano de la política argentina. Unos días antes, el presidente, general Edelmiro Farrell, que veía cómo la figura del coronel tomaba vuelo propio, lo había obligado a renunciar a sus tres cargos en el gobierno: la vicepresidencia, el Ministerio de Guerra y la Secretaría de Trabajo y Previsión. Perón fue confinado a la isla Martín García, a fin de apartarlo de la política y arrojarlo al olvido, pero el 17 de octubre una movilización de trabajadores sindicalizados y otros sectores excluidos por la sociedad conservadora llegó hasta la Plaza de Mayo y forzó su libertad. La defensa de la transformación económica y la justicia social lanzó a Perón al centro de la escena política. Esa tarde, el líder militar habló por primera vez desde el balcón de la Casa de Gobierno. Aunque su verdadero rol en la crisis de octubre es todavía confuso, lo cierto es que Eva se convirtió en una daga dispuesta a clavarse en el corazón de quien se atreviese a atacar a su marido.
En febrero de 1946, Perón fue elegido presidente. Su esposa, a diferencia de las primeras damas que sólo se hacían visibles en el Tedeum de la Catedral, el chocolate del 9 de Julio en el Teatro Colón y el té de las Damas de Beneficencia, fue la abanderada de un terremoto social. Empezaban a llamarla Evita.
No sólo fue el emblema del activismo justicialista y la solidaridad: se constituyó en el nexo directo entre los trabajadores y su marido. Como sucesora del mismo Perón en la Secretaría de Trabajo, convirtió a la Confederación General del Trabajo (CGT) en su brazo político y, a medida que construía la identidad del movimiento peronista y criticaba la opresión de la oligarquía, neutralizó a los sindicatos que pretendían independizarse del gobierno y la CGT, persiguió a obreros comunistas y socialistas y aplastó huelgas rebeldes.
En 1947 cuando Evita viajó a Corrientes junto con Perón en visita oficial para inaugurar el Puente Internacional que une Paso de los Libres con Uruguayana, sus asesores tiraron monedas por las calles para ganarse el amor de los niños, que empezaron a correr detrás del auto descapotable. Después del corte de cinta y tras una jornada de placas, inauguraciones, almuerzos y cenas de honor, Perón regresó a Buenos Aires y Evita se quedó en Paso de los Libres para encontrarse con Victoria Montero.