José Pablo Feinmann - Filosofía y derechos humanos

© 2019, José Pablo Feinmann

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Primera edición en formato digital: mayo de 2019

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ISBN edición digital (ePub): 978-950-49-6685-2

A modo de prólogo

Se suele pensar que los libros sobre derechos humanos son aburridos, ya que uno puede imaginar lo que dirán. No es un prejuicio tan errado. Por lo general se trata de compendios de legislación normativa que pocas veces se cumple o listados de violaciones a dicha normativa cometidas en distintos puntos del planeta que convocan a la indignación o a la tristeza. Pues bien, no es el caso de este libro. Aburrido difícilmente sea un adjetivo que pueda endilgársele a José Pablo Feinmann.

La propuesta, como el título lo indica, es abordar la cuestión de los derechos humanos desde una perspectiva filosófica, rastreando sus orígenes con mayor profundidad que la de una enumeración de convenciones o leyes. Es así que el surgimiento de la violencia comienza por rastrearse en Dios y en Satanás, para pasar desde su fundación mítica a la experiencia del colonialismo, de los procesos revolucionarios y, sobre todo, de la contrarrevolución.

No se trata, por lo tanto, de un decálogo de buenas intenciones normativas ni de una mera enumeración de casos, sino de la posibilidad de bucear en los orígenes de una noción compleja, nacida de las entrañas de la civilización occidental y que convivió, paradójicamente, con las peores matanzas y calamidades producidas por esa misma civilización. Filosofía y derechos humanos , constituye, de algún modo, la historia de la contradicción permanente en el desarrollo del pensamiento occidental, una contradicción que no cae en el facilismo de mirar la realidad con un solo ojo, sea este iluminista o poscolonial. Es, por lo tanto, claramente un libro moderno, tan moderno como su sartreano autor.

Con la claridad que lo caracteriza, Feinmann entreteje los casos clásicos de la bibliografía sobre la violencia estatal masiva (el genocidio ittihadista cometido contra el pueblo armenio, el genocidio nazi, el genocidio reorganizador de la última dictadura militar argentina) como otras situaciones históricamente menos visibles pero fundamentales para comprender las líneas de articulación entre los casos elegidos, desde las doctrinas contrarrevolucionarias francesas en Indochina y Argelia y su influencia en nuestra región hasta la «caza de brujas» del senador McCarthy en el mundo político y artístico de los Estados Unidos de la guerra fría, modalidades persecutorias que comienzan a renacer en la nueva derecha regional.

El recorrido histórico permite atravesar desde las ideas bíblicas, pasando por San Agustín y llegando hasta los filósofos clásicos de la modernidad (Kant, Hegel, Marx, Nietzsche, Heidegger) en su vinculación con la cuestión de la violencia. Pero, a la vez, también la literatura, la música o el cine se encuentran presentes para dar cuenta de cada momento histórico, de sus desafíos y de sus problemáticas, de aquellas figuras que desde un Kafka hasta un Shostakovich interactuaron con su realidad histórica.

Aunque toda evaluación es subjetiva, para mi gusto personal uno de los puntos más altos del libro lo constituye la profunda crítica a Heidegger vinculada no tanto ni sólo a su rol personal en el ascenso del nazismo, sino a las implicancias de la creación del «eje Atenas-Berlín», como desafío al sentido ético del judeo-cristianismo. Este planteo se articula claramente con las tempranas intuiciones de Emmanuel Levinas (1906-1995) en Algunas reflexiones sobre la filosofía del hitlerismo , publicado en 1934 a meses del triunfo del nazismo y en donde el filósofo judeo-lituano planteaba que en la remisión heideggeriana a la autenticidad radicaba el corazón de la filosofía hitlerista, el «despertar de sentimientos elementales». Dice Levinas: «El hombre ya no se enfrenta a un mundo de ideas donde escoger su verdad gracias a una decisión soberana de su libre razón —el hombre se encuentra de entrada ligado a algunas de dichas ideas, tal como está vinculado por nacimiento a todos aquellos que comparten su sangre». La reiterada mención a la «tierra y la sangre» que vemos aparecer una vez más con el resurgimiento contemporáneo del fascismo y su condena y persecución al «inmigrante», al otro que no participa de dicha comunión del Ser.

Luego de sobrevivir la experiencia concentracionaria, Levinas plantearía en su obra cumbre, Totalidad e infinito (1961), que la ética es anterior a la ontología. Es dicho planteo el que recoge inteligentemente Feinmann cuando observa que la construcción del eje Atenas-Berlín requiere aniquilar al elemento disruptivo (Jerusalén) y la herencia ética que implica, despreciada como «falta de autenticidad» y como origen de la culpa y el remordimiento judeo-cristianos que el nazismo se propone «superar».

Pero esta es apenas una de las perlas de un texto repleto de sugerencias, desde la diferenciación entre guerrilla y terrorismo (y la disputa con las lógicas de los dos demonios) hasta las vicisitudes del stalinismo, la ontología del campo de concentración o los efectos de la tortura en el conjunto de la sociedad.

José Pablo Feinmann nos entrega un libro duro, complejo, profundo. Algunas de las ideas presentadas en textos anteriores como La filosofía y el barro de la historia o La sangre derramada , se resignifican aquí para dar cuenta de un recorrido por la historia de los derechos humanos y, de algún modo, por la propia historia de la violencia estatal en la modernidad y la configuración de sus sentidos.

En momentos en que las modas posmodernas borran la genealogía de los conceptos para permitir su apropiación por un sentido opuesto (por ejemplo, con la invasión a Libia en 2011 producida con la excusa de «proteger» a los civiles libios de las «violaciones a los derechos humanos» y que generó muchas más víctimas de las que decía querer evitar), vale la pena tomarse el tiempo para acompañar a Feinmann en este recorrido y enfrentar nuestro presente un poco menos desarmados.

Daniel Feierstein, enero de 2019

Capítulo 1
La cuestión de la violencia

¿Sin negatividad no habría historia?

En un libro que aborda la temática de los derechos humanos, resulta absolutamente necesario tratar la cuestión de la violencia. Porque, precisamente, los derechos humanos intentan proteger a las personas de la violencia que les inflige el aparato estatal desbocado, excesivo, brutal, vejatorio. Y hoy más que nunca es preciso defender estos derechos, porque lo que reina en la historia es la violencia.

No estamos ante una historia angélica, una historia de amor, sino una historia violenta, una historia de odio que avanza por su lado malo. Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) decía: «la historia avanza por su lado malo». Se refería a su lado negativo. Para Hegel era una afirmación teórica, no moral. Para Hegel había un lado positivo de la historia, que era la afirmación de su primer momento. Luego venía necesariamente un lado negativo, que destruía a ese lado positivo. Y luego surgía un tercer momento de conciliación, en el que el lado positivo y el lado negativo se armonizaban en un tercer momento que él denominaba «el momento posibilitado por el Aufheben», el momento que superaba conservando, el momento de la conciliación que permitía la armonía.