Este nuevo y provocador libro de José Pablo Feinmann sitúa el poder mediático, el poder de los medios de comunicación, en el centro de nuestro tiempo globalizado que idiotiza las conciencias. Partiendo de la consigna «Hizo más Bill Gates que Descartes por la centralización del sujeto», narra una situación preapocalíptica que se proyecta en el siglo XXI, en la que las subjetividades son colonizadas. El capitalismo ha realizado una revolución que se expresa peligrosamente por medio del imperio bélico norteamericano, al mismo tiempo que se arroja sobre el mundo con su inteligente utilización del entertainment idiotizante pero gozoso. El elemento terrorífico que se añade es el poder de Internet como elemento de sumisión: un medio que se vislumbró como herramienta de liberación se ha transformado en una agencia de control sutil desde cualquier lugar remoto del planeta. Monopolizar la información es la utopía de todo poder mediático, y esto ya ha sido hecho, dice Feinmann. Las voces alternativas son pequeñas: penetrar la red de esa complejidad es su objetivo. En este libro brillante, un ensayo autónomo deleitará a los lectores: la culocracia. El culo-idiotizante aparece como esencial al espíritu de dominación del capitalismo modelo siglo XXI, el de los mass-media desbocados. Y ahí entran el universo revulsivo de Tinelli y el del Cavaliere Berlusconi. Para cerrar con los denunciantes Assange y Snowden que acusan al Big Brother de Internet en un mundo de espías. Feinmann capta con sensibilidad singular una época compleja tramada por zonas grises en un libro desafiante y endemoniado. Sin temerle a la autoironía o autoparodia, no deja de adscribir un peso importante al rol simbólico del escritor como intelectual que da testimonio de la experiencia de un país y de un mundo, confiriendo con ello a esa experiencia una identidad pública.
José Pablo Feinmann
Filosofía política del poder mediático
ePub r1.0
Spleen 18.06.15
Título original: Filosofía política del poder mediático
José Pablo Feinmann, 2013
Editor digital: Spleen
ePub base r1.2
JOSÉ PABLO FEINMANN (Buenos Aires, 1943). Es licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires y ha sido docente de esta carrera en esa casa de estudios. Publicó más de treinta libros, que han sido traducidos a varios idiomas. Entre sus ensayos, se cuentan Filosofía y nación (1982), López Rega, la cara oscura de Perón (1987), La creación de lo posible (1988), Ignotos y famosos. Política, posmodernidad y farándula en la nueva Argentina (1994); La sangre derramada. Ensayo sobre la violencia política (1998); Pasiones de celuloide. Ensayos y variedades sobre cine (2000); Escritos imprudentes (2002), La historia desbocada, tomos I y II (2004), Escritos imprudentes II (2005), El cine por asalto (2006), La filosofía y el barro de la historia (2008), Peronismo. Filosofía política de una persistencia argentina, tomos I y II, El Flaco (2010), y Filosofía política del poder mediático (2013). Entre sus novelas: Últimos días de la víctima (1979), Ni el tiro del final (1981), El ejército de ceniza (1986), La astucia de la razón (1990), El cadáver imposible (1992), Los crímenes de Van Gogh (1994), El mandato (2000), La crítica de las armas (2003), La sombra de Heidegger (2005), Timote. Secuestro y muerte del general Aramburu (2009), Carter en New York (2009), Carter en Vietnam (2009) y Días de infancia (2012). Es autor de las piezas teatrales Cuestiones con Ernesto Che Guevara (1999) y Sabor a Freud (2002), y de los guiones cinematográficos de Últimos días de la víctima (1982), Eva Perón (1996), El amor y el espanto (2000) y Ay, Juancito (2004). Su exitoso programa que emite Canal Encuentro, Filosofía aquí y ahora, inició este año su séptima temporada.
Notas Introducción
[1] Rita de Grandis, Reciclaje cultural y memoria revolucionaria: la práctica polémica de José Pablo Feinmann, Biblos, Buenos Aires, 2006, pp. 135-136 .
[2] Alfredo Zaiat, Economía a contramano. Cómo entender la economía política, Planeta, Buenos Aires, 2012, p. 9.
[3]Ibid., pp. 9 y 10.
INTRODUCCIÓN
Hermenéutica del acápite
Opinión, la de Moreno, sin duda discutible, pero eficaz y —a lo largo de los años— visionaria. Nadie podrá decir que ese hombre fogoso y solemnemente bautizado como padre del periodismo argentino no sabía lo que decía o no lo pensaba cuidadosamente antes de decirlo. Este libro no está dedicado a fundamentar el pensamiento de Moreno, sino al análisis totalizador del poder mediático como poder constituyente o colonizador de las conciencias de los receptores de la globalización capitalista. Su consigna —en tanto punto de partida— es: Hizo más Bill Gates que Descartes por la centralización del sujeto. Hasta donde yo sé, nadie ha formulado esa frase cognitiva. Casi me animaría a decir que se trata de un enfoque nuevo. (Si algo así todavía puede existir). Un sujeto que, al ser un sujeto globalizado, bien cerca está o directamente es el sujeto absoluto hegeliano expresándose en el siglo XXI por medio del imperio bélico norteamericano y sus ramificaciones a lo largo y a lo ancho de este mundo. Es más amable, en apariencia, que el Big Brother orwelliano. Pero más peligroso. Además, no lo aplica el comunismo —como pretendía Orwell—, sino el capitalismo, que (una vez derrotada la Unión Soviética) es el que se arroja sobre el mundo con sus ideas-cosa y su inteligente utilización del entertainment idiotizante pero gozoso. «Serán nuestros entre jubilosas carcajadas de placer». Son —además— temibles porque es temible el concepto de «guerra preventiva», que abre las puertas para cualquier intrusión bélica en cualquier país que se vuelva meramente incómodo. O el apoyo constante a los grupos de trabajo que erosionan sin cesar a los gobiernos de esos países. En este mundo vivimos. Hay que añadirle, como elemento casi terrorífico que nos transforma en sujetos-cosa vigilables, controlables, por medio del poder de Internet, otro elemento de sumisión. Saben y sabrán lo que hacemos. Un medio en el que se creyó como herramienta de liberación y se ha transformado en un Super Big Brother, controlado desde los centros más remotos e inaccesibles de un poder panóptico que incesantemente nos ve sin que lo veamos.
Esta situación preapocalíptica narra este libro. En ella, el poder mediático es privativo, es vanguardia. Destruye e invade las subjetividades. No se trata, sin embargo, de postular una indefensión total de la conciencia del receptor. Todo poder tiene sus zonas de no-poder. Hay zonas del sujeto que la emisión unilateral e incesante del emisor no llega a erosionar por completo. Al ser su arma predilecta la repetición, puede ser víctima del efecto paradojal de ese procedimiento. La ultracélebre frase de Goebbels sobre la verdad como resultado de las repeticiones (mil, es la cifra que puso como para apropiarse del codiciado fruto de la verdad, que suele caer siempre en manos del más poderoso) ha tenido ya muchas refutaciones fácticas. El receptor accede a un estado de asco o de náusea cuando las repeticiones lo abruman y advierte que están tratando de manipularlo. O —fatigado— quiere escuchar otra voz. Esa voz puede existir o no. La tarea constante del poder mediático es eliminar las frases disidentes, las que no se someten a la unicidad de su mensaje. Casi siempre triunfa. El poder es el poder. Y la frase de Foucault (