Adolfo Pérez Agustí, 2005
Editor digital: Titivillus
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Su estilo irreverente, flemático y de marcado acento sexual, ha proporcionado a Monty Python mayor popularidad ahora que cuando estaban en activo, allá por los años 80. Con su presencia aportaron no solamente un humor absurdo, sino que nos mostraron una filosofía de vida centrada en la aceptación de la rutina diaria, tan llena de tópicos y vulgaridad que nos parece increíble que existan personas que se manifiesten felices dentro de ella.
Su eclosión mundial fue con La vida de Brian, una irreverente versión sobre la vida de Jesús, y aunque ciertamente toda ella manifestaba un sumo respeto al Mesías, fue suficiente para que junto a sus detractores se declarara una legión de admiradores que, desde entonces, les manifiestan un culto fiel. Pero este libro es mucho más que una biografía de sus películas y series de televisión, pues se han extraído algunos de los mejores sketches, constituyendo así una obra en la cual la tristeza no tiene cabida
Adolfo Pérez Agustí
El humor de Monty Python
¿Sabes de cine? - 13
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Titivillus 23.04.2022
MONTY PYTHON
ADOLFO PÉREZ
Monty Python’s Flying Circus, estrenada en octubre de 1969, fue como una reacción en cadena que empezó cuando John Cleese y Graham Chapman se acercaron a Michael Palin y Terry Jones para realizar un proyecto juntos. El último socio fue Eric Idle, quién a su vez reclutó a Terry Gilliam.
El primer episodio de Python salió en la tarde de un domingo, en un espacio habitualmente ocupado por un programa religioso. Así que imagínense el susto de los teleespectadores cuando en lugar de un fraile vieron a un actor parodiando a Picasso montando en bicicleta, además de figuras históricas famosas compitiendo en los Juegos Olímpicos, y la historia de unos personajes que se morían uno a uno cada vez que escuchaban un chiste.
La serie empezó casi sin apenas entusiasmo pero continuó así durante cinco años, rompiendo todas las reglas ortodoxas de la televisión y la comedia. Del ex-Goon Spike Milligan provino la idea de que los sketches necesariamente no necesitaban un principio, una trama y un final. Esto, junto con la ventaja de tener los dibujos animados de Gilliam para enlazar los sketches dispares, provocó lo que podríamos denominar como la marca de fábrica de los Python.
El programa final se transmitió el 5 de diciembre de 1974, pero los Python ya habían entrado en la historia de la televisión. Sin embargo, en cierto sentido, esto solamente era el comienzo. Aunque todos habían trabajado satisfactoriamente juntos hasta el final de la serie, no se plantearon seguir haciendo nada nuevo, pero en ese momento John Cleese ya les planteó la idea resurgir juntos. Comenzaron con Y ahora algo completamente diferente, y terminaron con El sentido de la vida, filme que ganó el premio del Jurado en el festival de Cannes de 1983.
¿Quién fue el mejor de todos? Posiblemente hayan sido como una gran familia sostenida por un buen matrimonio, donde la fuerza de un compañero compensa la debilidad de otro, y el resultado es un todo armonioso. En este caso, la fuerza verbal y lógica de Cleese, Graham Chapman e Idle, se complementaron perfectamente con el olfato visual imaginativo de Jones, Palin, y sobre todo Gilliam. Aunque todos han podido realizar proyectos de éxito en solitario, había en el grupo una energía que nunca más se reprodujo.
Para los entusiastas de los Python hay dos épocas claramente diferenciadas: la originada en 1969 y que duró hasta la muerte de Graham Chapman en 1989, y la posterior, en la cual hay grandes obras en ocasiones individuales, pero ninguna como en esa primera época.
Indudablemente los Python aportaron no solamente un humor absurdo, sino que nos mostraron una filosofía de vida centrada en la aceptación de la rutina diaria, tan llena de tópicos y vulgaridad que nos parece increíble que existan personas que se manifiesten felices. Junto a ellos están los que insisten en que su mente viaja por canales superiores y que, por tanto, las conversaciones con ellos siempre estarán plagadas de numerosos desprecios a nuestro primitivo intelecto. Pero cuando averiguamos su modo de vida lo vemos tan rutinario y carente de emociones como el nuestro, pues también van a la oficina, enseñan filosofía gratuitamente a sus compañeros, hacen llamadas telefónicas, vuelven a la oficina después de comer, trabajan en una empresa que siempre les paga poco, tienen un millón de sueños irrealizables y… regresan con la cabeza baja a sus casas, en donde una apagada esposa quizá les premien esa noche con un revolcón bajo las sábanas. No hay en ellos ningún deseo de construir un mundo diferente, ni fabrican cócteles Molotov para llamar poderosamente la atención. Son filósofos descafeinados aunque, afortunadamente, les gustan Los Monty Python.
Las personas que no han sabido captar el humor de los Python son las mismas que creen saber siempre lo que “es lógico”. Ellos parecen decirnos que no necesitan ningún adorno para poder indicar a los ciudadanos cómo deben pensar y comportarse. También hay personas que van más allá y nos indican que ellos, los Python, no aportaron ningún contenido filosófico a sus obras y que eran, simplemente, unos cómicos que mostraban frecuentemente el culo para provocar la risa de los ignorantes. Bien, es cierto que mostraron el culo, pero siempre lo hacían al final, como un colofón visual para que guardásemos un “buen recuerdo” de ellos.
UN RESUMEN PREVIO
Mezclando la sátira tópica de David Frost (historiador fuertemente controvertido) con la extravagancia surrealista de “The Goon Show” (programa radiofónico entre 1951 a 1960 protagonizado por Peter Sellers), los Monty Python formaron una compañía de cómicos en 1969 compuesta por los actores británicos John Cleese, Michael Palin, Eric Idle, Terry Jones y Graham Chapman, junto con el dibujante americano Terry Gilliam. El grupo alcanzó muy pronto una proyección internacional, llegando a convertirse con el paso de los años en objeto de culto, incluso mucho después de su desaparición como grupo.
Afilando su lenguaje, y sin tener en cuenta la posibilidad de “herir sensibilidades”, su afición por la payasada mezclada con la ironía y la crítica directa, proporcionaron un estilo de comedia negra poco común.
Después de encontrarse durante una grabación de la serie infantil Do Not Adjust Your Set, los Python decidieron reunirse oficialmente en mayo de 1969, justo cuando la BBC les proporcionó un espacio que duraría inicialmente 13 semanas. Monty Python’s Flying Circus fue una serie cómica introductora de su peculiar estilo, que se convirtió con el paso del tiempo en un suceso europeo sin precedentes, grabándose en 1970 nuevas actuaciones delante del público, lo que aportaba una vivacidad intensa. De esa época es el legendario sketch “The Pet Shop” (no confundir con el grupo musical Pet Shop Boys). Su debut cinematográfico fue con el filme Y ahora algo completamente diferente (And Now for Something Completely Different), de 1971, una colección de los momentos culminantes de la serie.