Luna Zacharias - Cocina rica en buen humor: Salud es lo que como, pienso y vivo

Gracias a ti, que tienes este libro entre las manos. Todas estas páginas están escritas desde mi corazón y no tendrían sentido alguno si no estuvieras aquí conmigo. Tú me has inspirado, alentado y apoyado a cada paso en este viaje. Me has enseñado a superarme y a seguir tirando para adelante. Gracias.

A Pablo Álvarez y a David de Alba, de Editabundo, seres hermosos que creísteis en mi proyecto y me disteis el último empujón para que me sentara a escribir en serio. Este libro no existiría sin vosotros.

A Javier Ortega, director editorial de Lunwerg, que me has hecho sentir arropada en un mundo que me era totalmente desconocido. Gracias por confiar en mí, ¡qué mágico todo!

A Barbara, mi editora, una crack exigente, amable y cariñosa. Te he sentido cerca siempre.

A Alicia, mi correctora, un mensaje, un mail o una llamada tuya por teléfono es como una bocanada de aire fresco.

A Ana María Loaiza, por ayudarme en la cocina de mi casa a sacar cada día tantos platos. Hemos pasado horas y horas cocinando y no nos hemos «tirado de las mechas», como dice ella. Has compartido conmigo tu sabiduría en la cocina, en el yoga y en el mundo espiritual, y he aprendido muchísimo de ti. Por todo esto y mucho más, gracias siempre por estar.

A Tambo, mi amigo, por acudir siempre que te he necesitado. Gracias por fotografiar los platos y, sobre todo, por rescatarme en los momentos más arduos de este viaje, romper con todo lo que no sumaba y transmitirme toda tu buena vibra.

A mi amiga María Martel, siempre dispuesta a ayudarme en todos mis trabajos. Gracias por escucharme, por sacarme, por viajar a mi lado.

A Lourdes, amiga mía, un gracias con letras mayúsculas. Gracias Lur, por siempre estar, por ser tan generosa conmigo y con toda mi familia, por prestarme tu casa, tu vajilla. Sentirte cerca de mí y de mi familia me calma.

A Miguel Germán, el gran fotógrafo de la portada de este libro y de todas las demás. Gracias por las noches sin dormir con los últimos retoques. Y gracias a Carmen Mérida, la estilista, a Jacinta del Solar, la maquilladora, y a Ángela Candela, que nos ayudó de mil maneras durante la sesión de fotos. Lo habéis dado todo y más. Gracias.

¡Gracias a Nino por presentarme a este ser tan grande! Gracias Miguel por todo el amor que le das a todo lo que haces.

A Susana Alcaide, Su, esa amiga foodie que todos querríamos tener. Gracias por enseñarme tantas cosas sobre nutrición y tantos restaurantes y restauradores increíbles. Pero, que lo sepas, donde mejor he comido con diferencia ha sido en su casa.

A Cipri Quintas, Cipri, ese amigo que siempre está. Nunca lo ves porque no para «la pata», siempre dando, dando y dando sin esperar nada. Para mí es un honor que formes parte de este libro. Tus palabras siempre suman. Gracias por tanto, Cipri.

A Dansu, ese amigo que, si me conoces, sabes que es un apoyo enorme en mi vida personal y laboral. Gracias, amigo, por quedarte en mi vida de esta manera tan especial.

A mi amiga Luna, por apoyarme siempre, por pasar horas conmigo. Gracias por tu paciencia y por tu presencia, de corazón.

Gracias a mi amigo Daniel, que sin conocerte de nada me quisiste ayudar con el texto de mi libro, aportando ideas y dándome tu valiosa opinión. Gracias por ese ratito que pasamos juntos en mi casa tomando café y charlando sobre este libro. Fue un gusto escucharte.

Gracias a todos esos amigos que, aun no estando cerca, me habéis transmitido vuestro entusiasmo por este proyecto desde la distancia. Vosotros, que os emocionaréis tanto como yo cuando recibáis este libro. Vosotros, que os alegráis por mí. Esos que os alegráis de verdad, que me deseáis el éxito en todo lo que hago. A todos vosotros quiero daros las gracias por estar a mi lado. Estoy hablando de ti. Si al verme se te escapa una sonrisa inevitable y te dan ganas de besarme y abrazarme con fuerza, que sepas que a mí me pasa lo mismo contigo. Te quiero siempre, amigo.

Gracias a mi familia, os dejo para el final, que hay confianza, ¡hombre!

A Lola, mi madre, esa madre coraje que tengo es de otro fuc**** universo. La energía que desprendes no es de este planeta. Eres demasiado grande para este mundo tan pequeño. Gracias, Ma, por todo lo que me das. Gracias por tus errores, me hicieron más fuerte. Gracias por tus fuerzas que me han ayudado siempre a levantarme. Gracias por tu sabiduría, que me ha enseñado los valores. Gracias por todo el amor con el que nos hiciste. Gracias por enseñarme el camino de la sanción. El camino de la gratitud, del perdón, del desapego, del corazón. Gracias por darme esa «patada en el culo» para que me trabajase la confianza y tirase para adelante en mis momentos difíciles. Mi madre es una madre. Una madre es esa mujer que está en todo, que está para todo el mundo, con una energía inagotable, dando y dando y dando siempre a todos los demás. La anfitriona de mi casa. Carácter fuerte (como buena andaluza) y con un gran sentido de la justicia. Gracias por ir como las locas cuando me faltaba algún ingrediente en la cocina para mis recetas. Cogías el coche siete veces al día para hacerme mil compras, mil recados. Y tirabas millas. Siempre disponible, siempre dispuesta. Fuente incansable de amor. En mi vida, tú eres mi inspiración.

A Thomas, mi padre, otra fuente inagotable de generosidad. No conozco hombre igual. Admiro tu inteligencia. Gracias, Pa, por enseñarme a ser feliz, desde bien pequeña. Siempre me has dejado Ser, jamás me has prohibido, jamás me has dicho lo que tengo que hacer. He aprendido a volar sin miedo. Me has enseñado el camino, pero nunca por dónde ir. Has dejado que me tropiece, que me enrisque, que me cure las heridas y aprenda a seguir sin miedo a nada, sin juzgarme nunca. De ti he aprendido que todo lo que me pasa, sea bueno o malo, no es ni bueno ni malo, es lo que ha de ser. Que no existe luz sin oscuridad. Tu presencia me ha enseñado tantas cosas bellas y hermosas… ¡y las que me quedan! Cabeza cuadrada (como buen alemán), impaciente, pero gracias, papi, por tu paciencia en esta aventura de libro que te traje a casa, a tu cocina. Gracias por esos momentos juntos escuchando música de los 60, 70, 80…, por hacernos reír a lo grande, por enseñarme a ver las estrellas. Por muchas noches estrelladas a tu lado, papi.

A mi hermano Alex, mi mellizo, la persona que mejor me cae del planeta. Tu energía me traspasa y me modifica por dentro. Eres el tipo más generoso (demasiado) que conozco. Puro amor. Mi soporte. Mi confidente. Me has ayudado en tantos momentos «oscuros» a ver la luz. A enseñarme el camino. Gracias por esas noches tan largas compartiendo miedos, deseos, sueños, angustias. Por preocuparte por mí, por estar siempre dispuesto a escucharme y tenderme una mano. Tú has sufrido y disfrutado, llorado y reído tanto como yo con la escritura de este libro. Gracias, hermano, por tu mano, este «sendero» que nos ha tocado caminar juntos no sería lo mismo sin ti como guía.

A mí también me quiero dar las gracias por ser quién soy hoy.

Dicen que agradecer enriquece el alma, puede ser. Lo que sí sé es que a mí me ha llenado de buen humor.

Gracias, me haces bien.