VICENTE DE LOS RÍOS Y GÁLVEZ (Córdoba, 1732 - Madrid, 2 de junio de 1779), cervantista español.
Ingresó en el regimiento de dragones de Villaviciosa el 30 de agosto de 1757; en 1760 fue nombrado subteniente del cuerpo de artillería, donde continuó hasta ser capitán con el grado de teniente coronel, participando en el sitio y toma de Almeida (1762) durante la guerra con Portugal; fue profesor de artillería en el Real Colegio de Artillería de Segovia y escribió algunas obras técnicas sobre esta materia. Miembro de la Real Academia de la Historia, donde había alcanzado fama de intelectual erudito precisamente por su Discurso sobre los ilustres autores e inventores de la artillería. Siendo invitado a la Real Academia Española por su director, que entonces era el duque de Alba, pronto sería numerario. Fue miembro también de la Academia de Buenas Letras de Sevilla, y socio de la Real Sociedad Económica Matritense. Fue nombrado caballero de la Orden de Santiago el 20 de febrero de 1779.
Emprendió investigaciones biográficas sobre Miguel de Cervantes y consiguió hallar los documentos de su rescate de Argel, con lo que logró confirmar el nacimiento de Miguel de Cervantes en Alcalá de Henares. La Real Academia Española le encargó supervisar la mayor parte de su edición del Don Quijote de la Mancha de 1780, y a su frente puso su Elogio histórico con un análisis y juicio crítico. También supervisó la confección del mapa de La Mancha que va incluido en dicha edición y se encargó de editar y anotar las obras del poeta barroco Esteban Manuel de Villegas (Madrid: Sancha, 1774).
Su pretensión de que el Quijote era un poema épico fue muy criticada por José Marchena en sus Lecciones de filosofía moral y elocuencia (1820), usando las tesis del padre José Francisco de Isla para diferenciar entre épica e historia. Luis Vidart Schuch escribió su biobibliografía en Vida y escritos de don Vicente de los Ríos, Madrid: Imprenta del Cuerpo de Artillería, 1889.
Título original: El ingenioso hidalgo Don Quixote de la Mancha
Vicente de los Ríos y Gálvez, 1780
Imágenes: De la edición del Quixote de 1780 de la Real Academia Española
Imagen de cubierta: Grabado de la edición del Quixote de 1780
Diseño: emiferro
Editor digital: emiferro
ePub base r2.1
Notas del editor digital
[*] Este prólogo, texto preliminar de la edición original del Quijote, dedica, como es natural, la mayor parte de su contenido a esa magna obra de Cervántes, y solo unos apartados a Vicente de los Rios y a su biografía de Cervántes.
Para centrarse únicamente en lo relacionado con el contenido de esta edición digital, se ha suprimido aquello que no se refiere a la biografía (Nota del editor digital).
[**] Partes también incluidas en el citado Quijote de 1780, como ya se comentó anteriormente en el apartado Nota del editor digital, escritas también por Vicente de los Rios (N. del E. D.).
[***] Esta imagen de Cervántes, que figura en la edición del Quixote de 1780 y que fue dibujada por Joseph del Castillo y grabada por Manuel Salvador y Carmona, se considera un supuesto retrato de Cervántes. Ni siquiera el más difundido, el atribuido a Jáuregui, también llamado el Pseudo-Jauregui, se puede considerar que muestre la imagen real del insigne autor. Aunque Cervántes escribió, en el Prólogo a las Novelas ejemplares, que Juan de Jáuregui le había retratado, no hay ninguna documentación que asegure que algún retrato sea de Jáuregui, ni tampoco que alguno de los supuestos retratos represente a Cervántes. No existe ningún supuesto retrato de Cervántes cuya autenticidad haya sido establecida. (N. del E. D.).
[****] Las notas del apartado Pruebas y documentos que justifican la vida de Cervántes comienzan siempre con el número de la página donde estaba la nota en cursiva y con números romanos en minúscula, tal como aparecen en la edición de 1780, y el texto a que hace referencia la nota, también en cursiva (N. del E. D.).
Texto de la página iii del apartado Vida de… desde donde se llama a la nota I.
Nota en Pruebas y… .
[*****] Antiguamente, en la escritura de los números en manuscritos e impresos, para designar o señalar abreviadamente los millares se usaba el calderón o millar. Era un signo que tenía forma de U alargada o de C invertida, usualmente con un par de bastoncillos en su interior.
En la siguiente lámina de la Ortografía del siglo XVIII de la RAE que muestra la «formación de los números castellanos», se aprecia el uso del calderón.
Se usaba como separador de millares, como actualmente el punto o la coma, tanto con números arábigos como romanos.
El calderón en la edición del Quixote de 1780 de la Real Academia Española.
El calderón en la edición de Vida de Cervantes de 1819 de Fernández Navarrete.
Sin embargo, también podía usarse como abreviatura, de tal forma que por ejemplo un 8 seguido de calderón se leía 8000.
El éxito de una obra literaria prodigiosa como el Quijote hizo posible que las generaciones siguientes a la de Cervantes, durante todo el siglo XVII y buena parte del XVIII, olvidaran a su autor. Los lectores se divertían mucho leyendo el libro, pero no necesitaban profundizar en la vida del escritor. Las biografías empezaron a considerarse imprescindibles cuando se cayó en la cuenta de que la patria de un genio de tal calibre estaba siendo injusta y desconsiderada al no propiciar las investigaciones y publicaciones que permitieran conocerlo por completo.
Estas investigaciones no se pusieron en marcha hasta bien entrado el siglo XVIII y fue la Real Academia Española la impulsora principal. Antes, en la década de 1730, España tuvo que encajar la lección que le dio Inglaterra al adelantarse en el encargo de ese estudio biográfico imprescindible: una obra genial solo podía haberla escrito un autor de una envergadura intelectual inconmensurable. Y se pusieron a celebrarlo preparando la mejor edición del Quijote hecha hasta entonces, que iría precedida de una biografía de Miguel de Cervantes. El impulsor principal del proyecto inglés fue un erudito aristócrata, lord Carteret, que encargó la biografía al humanista valenciano Gregorio Mayans. Al menos hubo esta contribución española porque nuestros intelectuales, en lugar de ensalzar los valores literarios del Quijote y la inteligencia y destreza de quien lo escribió, estaban entretenidos en editar el Segundo tomo de Avellaneda, elogiando su calidad, que consideraron superior a la primera parte auténtica. Se publicó de nuevo en 1732. Naturalmente, una de las alegaciones más vehementes que pueden encontrarse en la primera biografía, la de Mayans, fue la dedicada a poner las cosas en su sitio, evaluar a fondo el apócrifo y criticar a los que lo reeditaron. El trabajo de Mayans, al frente de la gran edición del Quijote propiciada por Carteret, se publicó en 1738.