La mirada cualitativa
Director:
José Miguel Marinas
GONZALO ABRIL
Lo visible tiene un armazón de invisible, y lo invisible es la contrapartida secreta de lo visible.
M.Merleau-Ponty
El hombre es el único ser que se interesa por las imágenes en sí mismas. Los animales se interesan, pero sólo cuando éstas los engañan [...]. Cuando el animal se da cuenta de que se trata de una imagen, se desinteresa por completo [...]. El hombre es el animal que va al cine.
Giorgio Agamben
Era el acto de mirar lo que le hacía darse cuenta [a Giacometti] de que se encontraba constantemente suspendido entre la existencia y la verdad.
John Berger
No pretende ser éste un libro más de análisis de la imagen, ni menos aún de una clase de imágenes. Hay excelentes semióticas regionales del cine, de la publicidad, de la fotografía o del arte. Aquí intentamos una exploración transversal, que concilie la mirada sociosemiótica con el análisis de los procesos culturales para abordar el "texto visual" como un objeto de estudio por derecho propio. Antecedentes de esa mirada se pueden encontrar en un Análisis semiótico del discurso (Abril, 1994) que fue publicado por esta misma editorial en un libro coral sobre metodología de la investigación cualitativa. Pero entonces primaba el "paradigma lingüístico", y aun toda referencia a textos o discursos hacía pensar casi automáticamente en textos literarios, periodísticos, verbales. No sabemos si Mitchel, en 1994, acertó al dictaminar la nueva vigencia de un "giro de la imagen" (pictorial turn) que vendría a relevar al anterior "giro lingüístico" del pensamiento, porque ya éste se había producido en el seno de una cultura verbovisual. En todo caso hoy se extiende la creencia de que cierta forma de indagar la comunicación y los textos visuales desempeña un papel estratégico en el proyecto del análisis y la crítica sociocultural contemporáneos.
A partir del supuesto incuestionable de que la visualidad y las operaciones visuales están culturalmente construidas, algunos autores como Brea ([ed.], 2005) proponen hoy un campo de "estudios cultural-visuales críticos" que parece tratar de reinsertar la dispersión y hasta el desconcierto de los estudios culturales (que tan exigua significación han tenido en el campo académico español) en la experiencia estética, cultural y política de la visualidad. Bienvenido sea, y ojalá que no se agote en la mera reterritorialización académica de un conjunto de perspectivas largamente desarrolladas con denominadores tan diversos como: semiótica visual, estética, iconología, antropología de la imagen, teoría crítica de la cultura de masas, etc.
Este ensayo metodológico, si es que no hay oxímoron en semejante denominación, se dirige también a un destinatario colectivo muy diversificado: los textos visuales, en un ecosistema comunicativo y discursivo como el que hoy habitamos, interesan a un gran número de estudiosos, especialistas académicos, agentes socioculturales, a sujetos curiosos y deseantes de toda condición. Pues, parafraseando el enunciado del severo jorismós platónico, cualquier ámbito del saber sociocultural de nuestros días parece conminar: nadie entre aquí sin saber leer textos visuales. Y, la verdad sea dicha, no es tan complicado: las competencias de lectura que movilizan la mayoría de nuestros textos visuales son ya parte de un general intellect que, como el viejo Marx pronosticó, se abriría camino con el apogeo de las máquinas inteligentes, hoy en gran medida dotadas de una interfaz visual. Aun así, no estará de más darle un nuevo hervor a lo ya sabido, buscarle las vueltas, mirar al sesgo lo presupuesto. La investigación social se suele ceñir demasiado al análisis de textos verbales, incluidas las transcripciones de entrevistas, grupos de discusión o relatos biográficos. Y cuando se las tiene que ver con textos visuales (en investigaciones orientadas al marketing, a la publicidad, a la comunicación política, por ejemplo) frecuentemente recurre a herramientas contenidistas poco precisas y poco sensibles al contexto de producción/consumo de tales textos. Incluso en la investigación histórica, autores tan justamente respetados como Burke (2005), están revalorizando el recurso a la imagen como documento. Y sobra decir que al conjunto de los investigadores e investigadoras de la comunicación les vendrá bien considerar la apertura a determinados problemas socioantropológicos que esta pequeña obra quiere ofrecer.
El capítulo 1 pretende avisar al lector de las intenciones y los sesgos de la perspectiva. Es introductorio y hasta impertinentemente ensayístico en algunas partes, por si puede desalentar cualquier expectativa de "recetario" metódico, incluso abriendo problemas y preguntas para las que no hay respuesta posible en el marco de este libro.
Para compensar la dispersión y la prolijidad de los temas sugeridos en el capítulo 1, en el 2 se propone un "mapa teórico", que por supuesto no recupera sino una parte de los problemas previamente anunciados. Quizá la decisión de exponer una aproximación teórica, por más que se trate efectivamente de un modesto dibujo cartográfico para marear textos visuales y no de un marco conceptual riguroso y exhaustivo, precise alguna aclaración. Es obvio que ninguna realidad existe como algo indiferente a la teoría que trata de articularla. El sujeto cognoscente tiene acceso a la realidad sólo a través de sus preconceptos y esquemas (pre)teóricos, y a través del lenguaje en el que unos y otros se depositan. Si esto se puede afirmar en general, en el caso del análisis de textos visuales las observaciones del analista están específicamente cargadas (incluso pretextualizadas) por los presupuestos de una cultura visual, de un imaginario, de modos históricos de mirar: tres condiciones a las que ya hemos aludido en el capítulo 1. Los textos visuales siempre se leen activamente: ni siquiera la mirada incidental del paseante que se encuentra con una valla publicitaria o con un periódico arrojado a una papelera es puramente aleatoria o pasiva. Incluso cuando la voluntad que rige esa mirada procede de ese fondo ciego, siempre mal conocido, que escapa al control del sujeto consciente y racional. Quien lee a través de los propios ojos es un yo, pero también la instancia impersonal o transpersonal de un "se" (de "se lee") determinado por pautas aprióricas, normativas, a menudo ideológicas, de atención, selección y acotación de la realidad visible de que se trate.