Benoit-J. Pedretti - Juan Pablo II

• ¿Nacimiento? El 18 de mayo de 1920 en Wadowice (Polonia).
• ¿Muerte? El 2 de abril de 2005 en la ciudad del Vaticano.
• ¿Pontificado? De 1978 a 2005.
• ¿Canonización? El 27 de abril de 2014.
• ¿Principales aportaciones?
  • La apertura de la Iglesia católica al mundo moderno y la puesta en marcha de las reformas del Concilio Vaticano II.
  • Una influencia política de primer plano durante la caída de los regímenes comunistas del Este europeo en 1989.
  • El desarrollo de una pastoral de proximidad con la visita de 129 naciones.
  • La promoción de una doctrina social para la protección de los derechos humanos y la lucha contra la pobreza.

«¡No tengan miedo! […] Abran a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas económicos y los políticos […]» (misa solemne de entronización, homilía). Con esta llamada a la esperanza, Juan Pablo II inaugura su pontificado el 22 de octubre de 1978. Elegido papa de la Iglesia Católica Romana con gran sorpresa para todos, Karol Wojtyła es un hombre profundamente atípico. Primer cardenal no italiano que accede a la función después de cuatro siglos, viene del otro lado del Telón de Acero, de esta Polonia de profunda tradición católica, bajo el yugo comunista desde 1944.

Rápidamente, impone su estilo encarnando una verdadera renovación de la función. Hombre de Iglesia, se dedica a promover la identidad cristiana, a transmitir un mensaje de tolerancia hacia un máximo número de gente y a reavivar el diálogo interreligioso. Jefe de Estado, utiliza su talento en la escena diplomática mundial para convencer e influir en los regímenes totalitarios con un talento y una vitalidad que, sin duda, lo elevan al rango de los papas más grandes del siglo XX.

Juan Pablo II demuestra desde muy temprano un pensamiento verdaderamente independiente. De esta forma, en primer lugar observa detenidamente el funcionamiento institucional y la organización de la Iglesia romana con el fin de formarse una opinión personal, libre de usos y costumbres. A continuación, comparte sus ideas a través de discursos bien estudiados, que redacta personalmente, y no duda en alterar el protocolo de la Curia cuando lo estima necesario. También favorece el contacto directo con los fieles y se deleita en los baños de multitudes hasta que en 1981 atentan contra él.

Convencido de la necesidad de una comunicación sólida y del poder de la imagen en una sociedad cambiante, ofrece ruedas de prensa a veces improvisadas, e incluso en avión. Asimismo, establece audiencias semanales en las que se dirige a la multitud en la plaza de San Pedro. Un total de más de 18 millones de católicos vienen a verle en Roma durante su pontificado. Además, vela por recibir en encuentros privados a peregrinos anónimos y a jefes de Estado, que acuden a su encuentro: más de 1500 personas tienen el privilegio de hablar con él personalmente.

Juan Pablo II de visita a Nueva York en 1979.

En aras de promover un mensaje misionario universal, multiplica los nuncios apostólicos, actuando como embajador de la Santa Sede en el extranjero; así, al final de su pontificado, se pueden contar 174 delegaciones papales de este tipo, es decir, una en cada país. Es un gran viajero y parte al encuentro del mundo. De naturaleza a veces política, a veces religiosa, a veces de ambas, estos viajes se orquestan cuidadosamente y sus apariciones son muy mediatizadas: retomando la práctica del papa Pablo VI, besa el suelo cada vez que pisa un nuevo territorio.

¿SABÍAS QUE…?

Juan Pablo II realizó 104 viajes, visitó 129 países y recorrió más de un millón de kilómetros, lo que equivale a dar la vuelta al mundo 28 veces. Es también el primer Papa que visitó el Reino Unido, Marruecos, India y Australia.

El Papa viaja en repetidas ocasiones a América Latina, como es el caso de su visita a México en 1978, durante la que visita el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Defiende a la población indígena y denuncia las injusticias y las vulneraciones de los derechos humanos. En julio de 1979, durante un viaje a Nicaragua, critica enérgicamente a los sacerdotes convertidos en ministros en el gobierno sandinista y, en junio de 1980, denuncia el compromiso político de los teólogos de la liberación en Brasil. Esta corriente, nacida a finales de los años sesenta en América Latina, tiene la intención de conciliar el cristianismo y la revolución mediante la movilización de las masas populares contra la injusticia. Aunque apoya la lucha contra la pobreza, no tiene la intención de fomentar las revoluciones armadas. Los religiosos no tienen que derrocar los gobiernos y Juan Pablo II condenará enérgicamente esta forma de ideología premarxista.

Sin embargo, cuando las dictaduras arremeten contra los ministros de la Iglesia, el Papa reacciona con vehemencia, sobre todo después del asesinato del arzobispo Oscar Romero en El Salvador en 1980, o cuando en 1987 pide al general Augusto Pinochet (oficial y hombre de Estado chileno, 1915-2006) que renuncie a su cargo y devuelva el poder al pueblo chileno.

Aunque el Papa se expone por todas partes y, más en particular, en países que a veces son hostiles al catolicismo, es en el medio de la plaza de San Pedro en Roma, mientras 20 000 personas están congregadas para escucharlo, que es víctima de un atentado el 13 de mayo de 1981. Un joven turco de 23 años, Mehmet Ali Ağca (nacido en 1958), dispara tres veces al Papa prácticamente a quemarropa con una pistola automática de 9 milímetros. Herido, Juan Pablo II es operado de urgencia, pero no hay ningún órgano vital afectado y no se teme por su vida.

El estupor es profundo y las hipótesis se multiplican: ¿es un acto aislado o alguien lo ha ordenado? ¿Se trata de la voluntad de un desequilibrado o de una conspiración islamista o, incluso, de una conspiración soviética? Este punto nunca se ha resuelto.

En 1982, durante una visita al Santuario mariano de Fátima (Portugal), el Papa resulta herido de nuevo, esta vez a manos de un integrista español, Juan María Fernández y Krohn (nacido en 1948), armado con un puñal. La lesión es leve y la información se oculta cuidadosamente al público.

Desde ese momento, se imponen medidas drásticas de seguridad: el Papa ya solamente se desplaza en un coche elevado, acristalado y blindado, apodado el «papamóvil».

Con ganas de llevar un mensaje religioso ya no únicamente occidental, sino que tendría un alcance universal, Juan Pablo II lanza en 1984 las Jornadas Mundiales de la Juventud (JMJ). Estos encuentros tienen como objetivo llegar a los adolescentes y adultos jóvenes en busca de su identidad, y toman la forma de reuniones periódicas, que se celebran cada dos o tres años. El éxito es inmediato y la décima edición, celebrada en Manila, Filipinas (10-15 de enero de 1995) reúne hasta cinco millones de jóvenes alrededor del Sumo Pontífice.

Mientras tanto, Juan Pablo II favorece la expansión de movimientos fanáticos cuestionados en mayor o menor medida, como la Renovación Carismática o el Opus Dei, pero también la promulgación de un catecismo universal.

EL CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

El Catecismo de la Iglesia Católica, también conocido como Catecismo universal es una obra destinada a instruir a los fieles de la fe católica. Con más de 650 páginas, incluye los principales puntos del dogma divididos en cuatro secciones sobre el modelo del Catecismo Romano editado al final del Concilio de Trento (1545-1563):