Carlos Chordá - El yeti y otros bichos ¡vaya timo!
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- Libro:El yeti y otros bichos ¡vaya timo!
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:2007
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El yeti y otros bichos ¡vaya timo!: resumen, descripción y anotación
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El yeti y otros bichos ¡vaya timo! — leer online gratis el libro completo
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Serpientes marinas gigantes, pulpos con masas calculadas en toneladas, misteriosos marsupiales, hombres de Neandertal y otros homínidos salvajes, perezosos gigantes, monstruos acuáticos, brontosaurios, pterosaurios, mamuts… Un cajón de sastre borgiano donde cabe todo tipo de bichos raros. En 1986, Bernard Heuvelmans, el inventor del término criptozoología («estudio de los animales ocultos») puso un poco de orden en el mundo de esos seres «escondidos» y redactó una lista —que sigue creciendo— en la que incluyó a todos los anteriores más otros como el chupacabras, el monstruo del Lago Ness y el abominable hombre de las nieves. Desde luego, nunca tendremos una buena fotografía de ninguno de ellos. Como siempre, las fotos saldrán borrosas por culpa de la humedad de las lentes, o al fotógrafo se le caerá la cámara en medio de un río lleno de hipopótamos, o se la robará un travieso monito…
Carlos Chordá
¡Vaya timo! - 4
ePub r1.0
Colophonius 20.05.15
Título original: El yeti y otros bichos ¡vaya timo!
Carlos Chordá, 2007
Editor digital: Colophonius
Escaneo: sirmath
ePub base r1.2
Deseo proponer a la favorable consideración del lector una doctrina que, me temo, podrá parecer desatinadamente paradójica y subversiva. La doctrina en cuestión es la siguiente: no es deseable creer una proposición cuando no existe fundamento para suponer que sea cierta.
Bertrand Russell
… de lo paranormal, de la «verdad» que está ahí fuera; de ese mundo situado al otro lado de los límites del saber humano; de ese supuesto universo de avanzados conocimientos científicos, tecnológicos y éticos legados por antiguas civilizaciones; de esa realidad que la ciencia no puede ni quiere explicar; de los expedientes confidenciales que, gracias a tus contactos y denodados esfuerzos, eres capaz de conseguir…
Querido apologista de lo paranormal, que con tu buen hacer pronto conseguirás que los gobiernos de las naciones todas, más la NASA, la OTAN, la ONU, la UEFA y demás organizaciones conspiradoras, reconozcan que todo lo que afirmáis tú y tus colegas es nada menos que la verdad absoluta.
Querido anónimo aventurero de lo paranormal, a ti me dirijo y dedico este humilde libro.
También podría dirigir esta carta a ti, paisano Juan José Benítez, que sin mudar la expresión del rostro has afirmado que la humanidad está siendo visitada por 3000 razas distintas de seres extraterrestres, o que has declarado en una entrevista que tus detractores somos agentes de los Servicios de Inteligencia. A ti, a quien Televisión Española, que tanto dinero nos cuesta a quienes pasamos por la caja de Hacienda, te proporcionó un dineral para que viajaras por todos los continentes. Tú, que como resultado de ese viaje de millones de kilómetros de sangre, sudor y lágrimas, nos ofreciste una serie documental, Planeta encantado, en la que soltabas, sin rubor alguno, lindezas como que —y son tan sólo un breve muestrario, según sabes— Jesús de Nazaret estuvo en el coliseo romano, a pesar de que fue construido después de su muerte; o que los egipcios no sabían escribir (¿qué carajo son, entonces, sus hermosos jeroglíficos?); o que los astronautas de una de las misiones Apolo filmaron en la Luna una base alienígena en ruinas, película que nos mostraste como auténtica, pero que se realizó por encargo tuyo en unos estudios de animación.
O a ti, Charles Berlitz, que tuviste la feliz idea de trazar en un mapa del Océano Atlántico un triángulo, te aseguraste de que «precisamente ahí» habían desaparecido unos cuantos barcos y aviones —en proporción similar a la del resto de océanos del mundo, considerando el tráfico, las condiciones meteorológicas y su extensión—, adornaste los casos reales con datos y testimonios inexistentes, incluiste en la zona unas cuantas desapariciones ocurridas a miles de kilómetros, inventaste un buen puñado de desapariciones inexplicables, y te forraste con el invento del enigmático Triángulo de las Bermudas.
O a ti, Pedro Amorós, director de la Sociedad Española de Investigaciones Parapsicológicas, SEIP, institución que debe su «prestigio», sobre todo, a los (perdón, las) caras de Bélmez. Con qué seriedad escenificabas tu papel cuando decías: «Hay que descartar que sean fantasmas, pues no se mueven como ellos», refiriéndote a las figuras humanas captadas en la grabación de un rascacielos madrileño en llamas (¿cómo se mueven los fantasmas?). A ti, que no tienes reparo en mentir asegurando que eres ingeniero informático o asesor del instituto SETI de la NASA (por cierto, ni siquiera te molestaste en comprobar que el SETI no pertenece a la NASA). Debiste cogerle gusto a eso de no decir la verdad: también inventaste que eras asesor de la CNN, de la BBC o de la serie de televisión Expediente X…
O a ti, Bruno Cardeñosa, que dices que en la película americana Tres solteros y un biberón se ve, sin ningún género de dudas, el fantasma de un niño asesinado tiempo atrás en el apartamento neoyorquino donde se filmó. Aunque si ver fantasmas es algo raro, más raro es que no des el brazo a torcer incluso cuando te dicen que la película no se grabó en Nueva York sino en unos estudios de Toronto, Canadá. Y que la silueta que se veía tras la cortina era una figura promocional de cartón, algo mucho más común que un espíritu atormentado. Claro que este tipo de historias son las que nutren tus artículos en varias publicaciones esotéricas, habitualmente tan absurdos como los argumentos del libro El código secreto, los misterios de la evolución humana, en el cual pretendes echar por tierra todos los conocimientos actuales sobre la evolución humana, y donde se evidencia tu nivel de conocimientos en genética, antropología, paleontología, anatomía, estratigrafía y unas cuantas disciplinas más.
O a ti, Enrique de Vicente, director de la revista Año Cero, publicación en la que no sólo los artículos, las noticias y los reportajes son de traca, sino que hasta la publicidad podría ser un filón para el programa de humor El club de la comedia. ¿Qué me dices del generador de ondas Beta-Alpha-Theta-Delta, con 48 programas, algunos tan impresionantes como los de claridad mental, energización, modificación de la personalidad o pensamiento superior? ¿Qué me dices del poderoso Sello de Salomón, magnetizado especialmente mediante un procedimiento de carga vibracional, y al que se le atribuye fuerza, abundancia, poder, protección y bendición? ¿O del genial Megabrain, que nos permite un aprendizaje acelerado, una relajación autógena o un equilibrio de los chakras, amén de fortalecer el sistema inmunitario o acabar con la adicción a las drogas? ¿Has probado la utilidad de los detectores de Biomasa, o lo que es lo mismo, de fantasmas, tal y como traduce el anunciante? Supongo que sí, dado que tu revista afirma que «investiga sobre la seriedad de sus anunciantes». Como comienzas el editorial del ejemplar que tengo ante mí con un sincero: «Hay meses en los cuales el escéptico que hay en mí…».
O a ti, Eric von Däniken, responsable de la idea de que los grandes logros escultóricos y arquitectónicos de los antiguos no europeos (pirámides, moáis, líneas de Nazca y tantos otros) son obra de extraterrestres. Claro que no dices lo mismo del Partenón o del acueducto de Segovia… ¿Racismo?
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