Carlos Fisas - Historias de la Historia 4
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- Libro:Historias de la Historia 4
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:1986
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Historias de la Historia 4: resumen, descripción y anotación
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gran amigo que me obligó a escribir,
y al
AMOUR TRÉSOR DE SOUVENIRS
—Un desnudo polémico. —Del uso de los coches. —Cuándo empezaron a usarse. —Algunas curiosidades de la ciencia. —El patrono de los bibliófilos. —Leyendas de don Rodrigo y la Cava. —Abelardo y Eloísa: su historia de amor. —Del carnaval y las verbenas. —El tributo de las cien doncellas. —El principado de Asturias. —El separatista conde Fernán González. —El galán don Enrique el Doliente. —Proceso, tormento y muerte de don Rodrigo Calderón. —Brillat-Savarin, espejo de gastrónomos. —Semmelweis. —El rey de la mano horadada. —La campana de Huesca. —Ninon de Lénclos, catedrática de amor. —Una historia de amor y la medicina psicosomática. —Algo sobre moda femenina. —Historias de Pedro el Cruel o el Justiciero. —Los naipes. —La brújula. —La viruela y su vacuna. —El chocolate. —Los huevos de Pascua. —Cuando Carlos IV quiso crear la Commonwealth hispánica. —Historia de la bandera española…
Y docenas de anécdotas, epigramas y curiosidades históricos recogidos de centenares de libros y miles de papeles.
Carlos Fisas
Cuarta serie
ePub r1.1
Arnaut24.04.15
Carlos Fisas, 1986
Diseño de portada: Redna G. sobre detalle de «Le Déjeuner sur l'herbe» de Manet
Editor digital: Arnaut
ePub base r1.0
CARLOS FISAS (Barcelona 1919-2010). Desde niño se dedicó ávidamente a la lectura hasta convertirla en vicio. Apasionado por la Historia, desarrolló una brillante carrera de conferenciante por universidades y centros culturales de toda Europa, y se especializó en el estudio de las manifestaciones amorosas, religiosas e ideológicas del occidente europeo a lo largo de la Historia.
Entró en el mundo de la radio de la mano de Luis del Olmo, con quien trabajó en RNE, entre muchas otras emisoras, siempre bajo la rúbrica de «Historias de la Historia», que dio título a sus libros. Todos ellos han encabezado regularmente listas de bestsellers y se han reeditado en multitud de ocasiones.
«Historia vero est testis temporum, lux veritatis, vita memoriae, magistra vitae, nuntia vetustatis».
Cicerón
(De Oratore, li, II , cap. 9, 36)
Prólogo (del lat. prologus, y éste del gr. prologos, de pro, antes, y logos, discurso), m. Discurso antepuesto al cuerpo de la obra en un libro de cualquier clase, para dar noticias al lector del fin de la misma obra o para hacerle alguna otra advertencia. (Diccionario de la Real Academia Española, edición 1984, tomo II , p. 1031, col. II ).
«La historia es verdaderamente testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida y heraldo de la antigüedad». Estas célebres frases de Cicerón las he colocado al frente de este libro por ser tan conocidas y tan creídas por la mayor parte de la gente, pero no creo que respondan por completo a la verdad.
La historia puede ser «testimonio de los tiempos», pero a condición de saber interpretar este testimonio, lo cual a menudo no es cosa fácil.
«Luz de la verdad». Más problemático también es este aserto. No hace mucho me encontraba con un amigo con el que rememoré un episodio acaecido durante nuestra guerra civil en el que los dos participamos. Pues bien, su versión difería notablemente de la mía no sólo en pequeños detalles, sino en la percepción del conjunto. ¿Quién tenía razón? Probablemente los dos; lo que había sucedido es que, tras cincuenta años de acaecido el hecho, habíamos idealizado o mejor dicho novelado nuestro comportamiento, y de ello surgieron dos versiones distintas aunque no antagónicas del suceso. Imagine el lector lo que puede suceder cuando se interpreta o simplemente se relata un acontecimiento con varios siglos de existencia encima.
«Vida de la memoria». ¿De la memoria de quién? ¿De quien lo escribió contemporáneo de los hechos, tal vez falseados por opiniones políticas, económicas, sociales, religiosas? ¿Acaso la falsedad estará en quien a décadas, a siglos tal vez de distancia, interpreta aquellos actos o episodios con similares o diferentes prejuicios?
«Maestra de la vida». O la historia es una mala maestra o la humanidad es una mala discípula, pues nada ha aprendido de lo sucedido anteriormente. Se dice que los pueblos felices, como los hombres felices, no tienen historia. Desgraciadamente la nuestra es abundante en hechos que han trastornado nuestra vida colectiva y particular. Algunos buenos, otros, los más, trágicos y dolorosos. Recordar la historia debería hacer meditar sobre las causas u origen de nuestras desventuras, pero la experiencia nos anuncia que tal meditación no sirve para nada. La humanidad vuelve a tropezar y caer en las mismas trampas que durante siglos la han acechado. Bien es verdad que nunca las situaciones han sido idénticas. Los que hicimos nuestra guerra, la nuestra para nosotros, vemos que nuestros hijos la consideran como la guerra de las Galias y que la batalla del Ebro es para ellos tan lejana como la de las Termopilas. Cosa parecida sucedió con nosotros cuando nuestros padres o abuelos nos hablaban de las guerras carlistas o la de Cuba. Por suerte nuestros hijos no viven atormentados por el recuerdo indeleble de nuestra tragedia, pero me temo que para nuestros nietos nuestro inmediato pasado sea tan lejano que vuelvan a caer en él. Sólo la esperanza de su ansia de paz, el ver que la juventud en su mayoría rechaza la idea de lucha y de guerra, me reconforta y me anima.
«Heraldo de la antigüedad». He traducido la palabra nuntia por «heraldo», aunque bien pensado podría traducirse por «nuncio» en el sentido que damos hoy a la palabra en frases como nuncio apostólico por ejemplo; es decir, representante de la antigüedad ante nuestro tiempo. Ello quiere decir que hemos de ponernos en el lugar del representado sin sacarlo de su contexto histórico. «No hay ningún gran hombre para su ayuda de cámara». Esta frase, atribuida por unos al príncipe de Condé y por otros a Madame de Sevigné, es la que me ha servido de pauta en muchas ocasiones para narrar episodios que creo interesantes. No dejo nunca, o procuro no dejar nunca, de ver o intentar situarme en la época que narro; claro está que si algún comentario hago está hecho desde el punto de vista de la actualidad en que vivo. Huyo siempre que puedo de la exaltación de personajes históricos por simpáticos e importantes que éstos sean, y ello me ha producido más de una crítica de la que en otro lado hablaré.
Pedante (del ital. pedante, y éste de un der. del gr., pais, paidos, niño), adj. Aplícase al que por ridículo engreimiento se complace en hacer inoportuno y vano alarde de erudición, téngala o no en realidad. U.t.c.s. (Diccionario de la Real Academia Española, tomo II , p. 1031, col. II ).
Éste no es un libro de historia, sino de historias, o si quieren ustedes, de historietas. Como pueden suponer, no invento nada sino que recojo de mis lecturas aquello que por su curiosidad pueda interesar al gran público. Los especialistas eruditos no creo que encuentren nada importante en él, pues lo único que intento es distraer al lector en forma amena y divertida, recordando la frase de Chesterton, por mí tantas veces repetida, de que «divertido es lo contrario de aburrido y no de serio». Pero por si alguien pudiese creer que este libro no tiene ningún mérito, cosa en la cual no andará muy descaminado, le citaré la frase de Bayle que «la exactitud en el citar es un talento mucho más raro de lo que se piensa», aunque deberé añadir también, como Marcial decía de sus epigramas, que «algunos son buenos, otros mediocres y la mayor parte malos». Continuando con pedantescas citas recordemos al viejo Horacio, que en su
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