© 2014 por Grupo Nelson®
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Título en inglés: I Believe in Heaven
© 2013 por Cecil Murphey y Twila Belk Publicado originalmente en Estados Unidos por Regal Books, una división de Gospel Light Publications, Inc., Ventura, CA, EE.UU.
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A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente, © Tyndale House Foundation, 2010. Usada con permiso de Tyndale House Publishers, Inc., 351 Executive Dr., Carol Stream, IL 60188, Estados Unidos de América. Todos los derechos reservados.
Citas bíblicas marcadas «NVI» son de la Santa Biblia, Nueva Versión Internacional® NVI® © 1999 por Biblica, Inc.® Usada con permiso. Todos los derechos reservados mundialmente.
Citas bíblicas marcadas «RVR60» son de la Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usada con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society y puede ser usada solamente bajo licencia.
Editora en Jefe: Graciela Lelli
Traducción y adaptación del diseño al español: Ediciones Noufront / www.produccioneditorial.com
ISBN: 978-0-52910-932-3
ISBN: 978-0-52910-936-1 (eBook)
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Contenido
En este libro, ¿Pueden nuestros seres queridos vernos desde el más allá? incluímos lo que llamamos «la sección teológica» o apología, esto es, una defensa de nuestro título Creo en el cielo. También puedes llamarla «sección de referencia». Aquí sacamos a relucir las preguntas más comunes acerca del cielo y tratamos de proporcionar respuestas.
Entre muchos de estos temas, los cristianos están divididos; así pues, en un intento de ser justos, he evitado hacer afirmaciones definitivas sobre áreas donde existen estas diferencias. Más bien he intentado ser lo más fiel posible a la hora de presentar las diferentes posiciones sobre estas cuestiones, tales como:
• ¿Dónde vamos cuándo morimos?
• ¿Hay un estado intermedio entre la muerte y la resurrección?
• ¿Veremos a nuestras mascotas en el cielo?
• ¿El infierno es una realidad?
Cuando creo que puedo dar una respuesta bíblica a estas preguntas con integridad, la doy. Sin embargo, no importa la intensidad con la que algunas personas sientan otros temas, muchas de las preguntas usuales no tienen respuestas definitivas en el libro sagrado de respuestas de Dios: la Biblia.
Finalmente, me recuerdo a mí y a los lectores las palabras de Moisés:
El SEÑOR nuestro Dios tiene secretos que nadie conoce. No se nos pedirá cuenta de ellos. Sin embargo, nosotros y nuestros hijos somos responsables por siempre de todo lo que se nos ha revelado, a fin de que obedezcamos todas las condiciones de estas instrucciones. (Dt 29.29)
CECIL MURPHEY
El cielo es donde Dios habita.
El cielo se refiere al lugar perfecto donde viviremos en la presencia de Dios por la eternidad. Es un lugar de absoluta felicidad y Dios enjuga los recuerdos de nuestras pasadas imperfecciones.
El cristianismo define nuestro futuro en el cielo como una estancia en la presencia de Dios, con moradas preparadas por Jesús para los fieles, donde viviremos en una dicha eterna más allá de lo que pudiéramos atisbar en esta vida (ver Juan 14.1–4).
Aquellos a los que se permita entrar al cielo recibirán unos cuerpos nuevos o glorificados que no se deteriorarán. La muerte habrá desaparecido.
Cuando intentamos descifrar lo que la Biblia dice acerca del cielo, necesitamos recordar que probablemente nos estemos haciendo preguntas que no les importaban a los creyentes del primer siglo. Aquellas cuestiones se desarrollaron después de que el cristianismo se convirtiese en la religión oficial del Imperio Romano. Jeffrey Burton Russell lo dice así:
No existe en el Nuevo Testamento una visión única del cielo, lo que deja muchas cuestiones sin resolver y abiertas para debatir en los siglos posteriores. Las epístolas y los evangelios dicen poco acerca de un paraíso celestial, porque los primeros escritores cristianos esperaban el inminente regreso de Cristo y el fin del mundo […] Al final de los tiempos, Cristo uniría a judíos y a gentiles, circuncisos e incircuncisos, en el realizado Reino de Dios o Reino de los Cielos.
La Nueva Versión Internacional señala 422 entradas para «cielo» o «cielos» con una variedad de significados, así que tenemos que determinar por el contexto lo que los escritores querían decir. La palabra hebrea más usada para el cielo en el Antiguo Testamento es samayim (las alturas), que se refiere a la atmósfera por encima de la tierra. Los antiguos representaban el mundo como una estructura en tres niveles con el lugar de los muertos debajo, la tierra en el medio y el cielo arriba.
Para nosotros, el cielo es:
• El domicilio o lugar de residencia de Dios y los ángeles;
• El destino final de todos los que confían en Jesucristo;
• Los cielos por encima de la tierra;
• El habitáculo de Dios;
• Un sinónimo de la voluntad de Dios;
• La capital del reino de Dios; y
• El domicilio eterno de los cristianos después de la resurrección de todos los creyentes.
Varias veces en la Biblia leemos de gente mirando hacia el cielo. En Hechos 1.9–11, leemos que después de la resurrección de Jesús, «fue levantado en una nube mientras ellos observaban, hasta que ya no pudieron verlo. Mientras se esforzaban por verlo ascender al cielo, dos hombres vestidos con túnicas blancas de repente se pusieron en medio de ellos. “Hombres de Galilea —les dijeron—, ¿por qué están aquí parados, mirando al cielo? Jesús fue tomado de entre ustedes y llevado al cielo, ¡pero un día volverá del cielo de la misma manera en que lo vieron irse!”».
Los antiguos hebreos no tenían una palabra para «universo». Las frecuentes referencias al cielo expresan la idea por el término «cielo» y «tierra»:
• «¿Acaso hay otro dios en el cielo o en la tierra que pueda hacer cosas tan grandes y poderosas como las que haces tú?» (Dt 3.24).
• «Entonces recuerda lo siguiente y tenlo siempre presente: el SEÑOR es Dios en los cielos y en la tierra, y no hay otro» (Dt 4.39).
• «Mira, los cielos más altos, y la tierra y todo lo que hay en ella pertenecen al SEÑOR tu Dios» (Dt 10.14).
Los hebreos creían que Dios estaba siempre presente y omnipresente, pero que el cielo era Su lugar especial. David dijo: «Hermanos de mi pueblo, escúchenme. Yo tenía el propósito de construir un templo para que en él reposara el arca del pacto del SEÑOR nuestro Dios y sirviera como estrado de sus pies» (1 Cr 28.2, NVI). Isaías escribe: «Esto dice el SEÑOR: “El cielo es mi trono y la tierra es el estrado de mis pies”» (Is 66.1).
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