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Rodolfo Puiggrós - Historia crítica de los partidos políticos argentinos (I)

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Rodolfo Puiggrós Historia crítica de los partidos políticos argentinos (I)
  • Libro:
    Historia crítica de los partidos políticos argentinos (I)
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1956
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Historia crítica de los partidos políticos argentinos (I): resumen, descripción y anotación

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CAPÍTULO 1
DE LA SOBERANÍA POLÍTICA SIN ORGANIZACIÓN NACIONAL

La España que conquistó el Nuevo Mundo no estaba en condiciones de crear una comunidad en desarrollo entre ella y sus colonias, ni entre sus colonias mismas. Para conservar sus dominios trasoceánicos empleó desde el principio, a falta de intereses económicos profundos y sólidos, la violencia de su aparato burocraticomilitar, cuya invalidez se probó cuando al iniciarse el siglo pasado las colonias, aisladas entre sí, se esforzaron en establecer por separado distintas comunidades de intereses con los grandes centros de maduración de la revolución técnico-industrial capitalista. Después de su nacimiento como partes del imperio español, las colonias no volvieron a encontrarse y coincidir hasta el estallido de su lucha por independizarse de la estancada metrópoli. Pero si de allí no pasó la coincidencia externa mientras fueron colonias y, ya naciones, prosiguieron actuando durante decenas de años como si poco o nada tuviesen de común, no puede decirse lo mismo de sus cambios internos, a pesar de las diferencias de desarrollo entre ellas, notables en muchos casos: una ley general proveniente de su propio origen las mantuvo a la zaga de la humanidad, a nivel de los países dependientes de las más avanzadas potencias capitalistas, y una ley general las une por primera vez y las impele a quebrar esta dependencia, a superar las deficiencias originarias y a ir más allá del sistema social al que están actualmente subordinadas.

La primera contradicción global (la contradicción entre la dependencia administrativa de las colonias con España y sus necesarias vinculaciones vitales con el mercado capitalista mundial en formación fuera de España) hizo crisis en violento antagonismo al comenzar el siglo XIX, cuando la península fue invadida por Napoleón, se eclipsó por un tiempo la monarquía borbónica y desaparecieron las razones historicojurídicas de sometimiento de las colonias al viejo imperio desquiciado.

Ese antagonismo se resolvió, en la Argentina, en dos etapas:

a) Con la destrucción del monopolio mercantil español (Mariano Moreno dio en la Representación de los Hacendados los fundamentos economicopolíticos de la muerte de un monopolio que ya no podía sostenerse ante la irrupción del comercio británico y el progreso alcanzado por las fuerzas productivas de la ganadería en las regiones adyacentes al Río de la Plata), a la par que con el desconocimiento de los derechos de España a gobernar al Nuevo Mundo (Juan José Castelli dio en el Cabildo del 22 de mayo de 1810 los fundamentos jurídicos del gobierno propio, al afirmar que, de acuerdo a la doctrina sustentada por los revolucionarios españoles de aquella época, la caducidad de la monarquía borbónica y la ocupación de la península por el ejército francés, promovían de hecho el traspaso de la soberanía de las colonias al pueblo, como origen de toda autoridad).

b) Con la guerra de la Independencia, empresa continental que decidió en los campos de batalla el destino de América hispana. Si la mayor gloria del general San Martín fue perfeccionar y llevar a la práctica el plan concebido por los patriotas de 1810 hasta culminar la lucha por la independencia política, las acciones locales de los caudillos, a la cabeza de los levantamientos espontáneos de las masas, hicieron fracasar los intentos de restauración monárquica y de retorno del poder español.

España (su monopolio mercantil, su administración, sus leyes de Indias, su pensamiento) dejó de ser causa externa con bases internas para actuar en nuestro continente. Bajo la influencia de las revoluciones burguesas de Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, y en nombre de la soberanía popular en abstracto, se desencadenó la lucha por la independencia política hispanoamericana. Tuvo por móvil predominante organizar naciones independientes, en las condiciones del ascenso del capitalismo en escala mundial, para transformarlas en un sentido capitalista. Los patriotas no buscaron modelos en Inglaterra, los Estados Unidos y Francia por mero prurito de imitar o por un menguado sentimiento de inferioridad, sino porque esas naciones representaban entonces las tendencias generales y las etapas obligadas del desarrollo histórico de la humanidad, tendencias y etapas que no podían ser soslayadas ni combatidas sin mantener a nuestros países a la zaga del desarrollo histórico, sin eternizar su atraso, su miseria y su ignorancia.

La independencia política de la Argentina y de las restantes colonias hispanoamericanas solamente era concebible dentro de los marcos del capitalismo ascendente en escala mundial, dentro de los marcos de la historia y no fuera de la historia. El autodesarrollo puro, al margen de toda influencia de lo que nacía en la humanidad, no hubiera llevado a nuestros países a la independencia política, ni hubiera creado las premisas de un destino propio. No importa que los patriotas no tuvieran conciencia del carácter histórico (pasajero, relativo) del orden social que eligieron por modelo y lo creyeran absoluto, eterno. Importa establecer, en cambio, que se sentían irresistiblemente atraídos por las ideas, las normas jurídicas, los modos de producción, el intercambio, la técnica y, en general, la tabla de valores del capitalismo que ostentaba entonces las galas de su pujante juventud.

¿Hasta qué punto tal atractivo intelectual se tradujo en cambios en la estructura social? Es evidente que la causa externa (el capitalismo progresista) conquistó a pequeños círculos y tropezó con fuertes resistencias de las amplias bases internas. La expansión del mercado mundial capitalista, a través del comercio y la navegación, destruía los añejos modos precapitalistas de producción e intercambio de la sociedad argentina, pero su reemplazo por otros, más avanzados, no dependía de la causa externa, sino que debía ser el resultado del desarrollo de las causas internas.

Inglaterra tuvo una doble influencia externa en los cambios economicosociales de la primera mitad del siglo pasado en nuestro país: por una parte, sus mercaderías baratas, abundantes y de superior calidad desalojaron las antiguas producciones domésticas y artesanales, y, por la otra, su demanda de alimentos y materias primas estimuló las actividades ganaderas en la zona bonaerense. El comercio inglés fue resistido por las clases sociales representativas de los antiguos modos precapitalistas de producción y apoyado por los ganaderos y comerciantes que se enriquecían con él. Como causa externa actuó a través del sector social que se atribuía la soberanía política y la conducción intelectual del país. El resto de la sociedad era hostil a la causa externa (el capital inglés) y a su base interna (los ganaderos y comerciantes bonaerenses). He ahí la razón de las guerras civiles, del antagonismo entre las provincias y Buenos Aires, del conflicto entre unitarios y federales, de la desorganización nacional.

En Bernardino Rivadavia se hizo palpable la distancia que separaba a los proyectistas de ensayos a la inglesa o a la francesa de la realidad material del país. La causa externa no encontraba el medio de actuar positivamente por intermedio de amplias bases internas. El capitalismo europeo no conseguía realizarse en la débil y atrasada estructura de la sociedad argentina. Durante los veinte años posteriores a la Revolución de Mayo, la intelectualidad se esforzó inútilmente en encajar la causa externa, la causa del capitalismo progresista, en la causa interna, el autodesarrollo nacional. Rivadavia y los caudillos fueron los dos polos del antagonismo.

Rivadavia no consiguió con el empréstito inglés, con la ley de enfiteusis, con sus constituciones e instituciones y con sus grandes proyectos, conectar su política con la política de los caudillos provinciales que vivían y representaban el grado de desarrollo socioeconómico de aquel entonces. Pretendía crear, de la noche a la mañana, un pueblo semejante a los pueblos de Europa Occidental (vistos superficialmente, a través del cristal de las instituciones políticas y de las conquistas de la burguesía). No pudo lograrlo ni por la persuasión ni por la fuerza. No tenía otro apoyo económico y político que los intereses comerciales concentrados en el puerto de Buenos Aires, muy pobre apoyo para imponerse a un pueblo que siempre tuvo un intenso sentimiento de autodeterminación. Le faltó esa maravillosa unidad de pensamiento y acción, de planteo político y reconocimiento del papel revolucionario de las masas que durante seis meses memorables dominó la actividad genial de Mariano Moreno. Fue derrotado por Juan Manuel de Rosas, expresión del autodesarrollo de la parte del país (la provincia de Buenos Aires) directamente conectada a los intereses económicos de Gran Bretaña: la ganadería en función del comercio exterior.

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