COLECCIÓN CIENCIA POLÍTICA
EL PODER EN DISPUTA
Partidos políticos, grupos de interés y movimientos sociales
EL PODER EN DISPUTA
PARTIDOS POLÍTICOS, GRUPOS DE INTERÉS Y MOVIMIENTOS SOCIALES
Pedro Mujica
EL PODER EN DISPUTA
Partidos políticos, grupos de interés y movimientos sociales
© Pedro Mujica
Ediciones Universidad Alberto Hurtado
Alameda 1869– Santiago de Chile
– 56-228897726
www.uahurtado.cl
ISBN libro impreso: 978-956-357-005-2
ISBN libro digital: 978-956-357-010-6
Registro de propiedad intelectual Nº 244.891
Dirección Colección Ciencia Política
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Dirección editorial
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Editora ejecutiva
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Diseño de la colección
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Diagramación digital: ebooks Patagonia
www.ebookspatagonia.com
Imagen de portada
Latinstock
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Índice
Mis agradecimientos al ex Presidente Ricardo Lagos quien generosamente se tomó el tiempo de leer el borrador de este texto y hacer comentarios valiosos y oportunos, en especial en la aplicación al caso chileno de la teoría expuesta en el libro.
También agradezco a Rocío Faúndez quien en una primera etapa del libro, hizo sus comentarios y aportes, como también a Sebastián Rivera, quien ayudó a la recopilación de los datos estadísticos electorales y sobre partidos políticos que se incluyen en el caso chileno.
Los actores en escena: partidos políticos, grupos de interés, grupos de presión y movimientos sociales
Los orígenes de los partidos políticos
N o podemos entender a los partidos políticos sino como instancias inseparables de la democracia representativa, puesto que son los que materializan la vinculación entre una parte (ya sea que se le denomine pueblo, sociedad civil o ciudadanía) y otra (el Estado). Es a través de estas estructuras políticas que se ha manifestado y organizado la relación entre el pueblo y el Estado, dentro de un marco institucional conformado por profesionales de la política provenientes de los mismos partidos, bajo cierta regla creada por el sistema: la representación. Se podría afirmar entonces que los partidos han sido un elemento esencial en una concepción realista de la democracia en las sociedades modernas.
Este rol imprescindible de mediación ha sido cumplido por los partidos políticos durante más de un siglo, verificándose de formas variadas, pero especialmente cuando los partidos políticos agregan intereses, aportan proyectos que reflejan las necesidades de la gente y que se transforman en políticas públicas, dan formación política a cuadros burocráticos y técnicos y crean redes operativas que se instalan en los gobiernos a los cuales apoyan. Ese rol de mediación se ha mantenido no solo en épocas democráticas de alta calidad, sino también en fases de transición o en regímenes democráticos débiles y en sistemas políticos poco institucionalizados, ya que sus capacidades organizativas han sido claves en la lucha por el poder político formal. Sin embargo, ese rol tradicional de mediación está actualmente en entredicho.
A modo de introducción al tema y solo para aclarar la diferencia conceptual básica entre un partido político y los otros actores o instituciones afines a que estamos haciendo referencia, hay que decir lo siguiente. Un partido político es un grupo que se organiza para acceder al poder y ejercerlo. Esta es la principal diferencia con otros actores que, como los movimientos sociales y los grupos de interés, no participan directamente en el proceso electoral y no estarían interesados en administrar por cuenta propia el poder.
Resulta de importancia apreciar que, históricamente, los partidos políticos han sido un instrumento fundamental mediante el cual grupos sociales crecientemente diversos, y en su mayoría previamente excluidos, han conseguido introducirse de una forma indirecta en el sistema político para expresar sus reivindicaciones y participar en la formación de las decisiones políticas. En su origen, de hecho, los partidos políticos responden a un momento histórico en que se produjo una ampliación de la esfera de actores involucrados en las decisiones políticas. Para institucionalizar y canalizar tal pluralización de la elite nacen estas instituciones, que pasarán a representar a grupos específicos de la sociedad civil a través del ejercicio de variadas funciones. Ese hito, en Occidente, lo podemos ubicar un siglo y medio atrás y corresponde a la ampliación de la democracia mediante el sufragio y su progresivo proceso de ampliación; a la aparición de las prerrogativas parlamentarias y, en general, a la multiplicación de los actores que tenían derecho a participar en las decisiones políticas.
Con anterioridad, en el Estado liberal del siglo XIX, la relación entre los escasos ciudadanos con derecho a voto y los gobernantes era directa. Los partidos o protopartidos tenían escasa importancia, toda vez que no existía el sufragio universal, sino que el voto censitario, de acuerdo con el cual solo un grupo reducido de ciudadanos podía votar. En ese contexto, no imperaba la necesidad de contar con organizaciones que articularan intereses con fines electorales. Los partidos eran entidades de notables; asociaciones locales sin reconocimiento legal, relacionadas a candidatos al Parlamento, o a grupos de la burguesía que demandaban la ampliación del sufragio. El acceso de las elites al poder político no requería, por así decirlo, de mayores mediaciones.
Con la extensión de la ciudadanía producto de la ampliación del sufragio y los procesos sociales que conducen a una pluralización de la elite, surgen los partidos políticos como instituciones. En efecto, los nuevos actores que ingresaron al sistema político fueron los partidos políticos y no la sociedad civil ni el pueblo ni la ciudadanía de forma directa; en función de esta democratización, ellos pasaron a ser representados en el sistema. Son incorporados, si bien de forma mediada.
A continuación intentaremos recorrer el camino del surgimiento e institucionalización de los partidos políticos en Occidente, momento que suele fijarse a principios del siglo XIX y que se reconoce en Inglaterra y en los Estados Unidos de Norteamérica. Junto con entender el sentido y alcance de los elementos que permitieron el nacimiento de los partidos políticos en su forma moderna, nos interesa especialmente poder determinar si, desde ese momento, hay elementos que hayan cambiado en forma tan radical que ya no sería posible sustentar el análisis en los mismos supuestos que operaban al momento del nacimiento de tales instituciones y el rol que se les atribuyó.
Es bastante compartido por los especialistas que la denominación “partido político” únicamente por acomodo o afanes pedagógicos podría ser asimilada a las formaciones que existieron en el mundo antiguo relacionadas con el debate político y la formación de los poderes políticos. Los términos por los cuales se designaban