Vivir un
Mundial
Crónicas de Brasil 2014
Nelson Fredy Padilla Castro
Prólogo
Héctor Abad Faciolince
Vivir un Mundial. Crónicas de Brasil 2014
Nelson Fredy Padilla Castro
Categorías: literatura colombiana, crónicas, fútbol
Categories: Colombian literature, chronicles, soccer
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© 2014, Nelson Fredy Padilla Castro
© 2014, eLibros Editorial SAS
Primera edición en eLibros Editorial, agosto de 2014
Calle 74 A 22-31, of. 311
Bogotá, Colombia
Tel. (571) 345 0122
Email: info@elibros.com.co
www.elibros.com.co
ISBN 978-958-8732-82-4 (epub)
ISBN 978-958-8732-81-7 (azw)
Dirección editorial, Iván Correa
Prólogo, Héctor Abad Faciolince
Fotografías, Nelson Fredy Padilla Castro
Crónicas publicadas en el diario El Espectador;
“La ola amarilla se toma el Mundial”, publicada en la revista Cromos;
“Robben, el victorioso; Messi, el fracasado”, inédita.
Fotografía de cubierta, Shutterstock/patrice6000
Prohibida la reproducción parcial o total de esta obra
sin permiso expreso de eLibros Editorial.
Hecho en Colombia - Made in Colombia
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Catalogación en la publicación
Biblioteca Nacional de Colombia
Padilla Castro, Nelson Fredy
Vivir un mundial [recurso electrónico] : crónicas de Brasil 2014 /
Nelson Fredy Padilla Castro ; prólogo, Héctor Abad Faciolince. –
1ª. ed. – Bogotá : eLibros Editorial, 2014
Recurso en línea
Incluye datos biográficos del autor
ISBN 978-958-8732-82-4 (epub) -- 978-958-8732-81-7 (azw)
1. Copa mundo de fútbol – Brasil – 2014 I. Abad Faciolince,
Héctor, 1958- II. Título
CDD: 796.334668 ed. 23 CO-BoBN– a942521
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Contenido
Prólogo: Crónicas de lo invisible,
por Héctor Abad Faciolince
Castro
Crónicas de lo invisible
Héctor Abad Faciolince
E S AMENO Y CURIOSO ESTE LIBRO : Nelson Fredy Padilla se fue un mes al Brasil, durante el mundial, con vestido de hincha y no de periodista. Se fue a ese viaje envuelto en la bandera tricolor de Colombia, con ganas de ver los partidos al lado de su hermano, desde el sitio reservado a los discapacitados físicos, y el plan era sufrir y gozar con el fútbol, vivirlo desde adentro. Pero como lleva en la sangre el periodismo, como es uno de pura raza, nunca pudo dejar de ser periodista: unos ojos que ven, una piel que siente, un cerebro que procesa toda la información. Y se escribió una crónica cada día, para su periódico, El Espectador, entre otras cosas para justificar el permiso pedido como hincha.
El resultado es un libro de fútbol distinto a los otros libros, dividido en 32 días que son como capítulos. Lo que lo hace diferente, para empezar, es que en este libro sobre el Mundial de Fútbol de Brasil, salvo por algunos partidos de Colombia (el país del narrador), en general no se describen jugadas, ni se dan marcadores, no se discuten alineaciones ni estrategias de juego, no se celebran gambetas, es decir, no se entra casi nunca en los detalles técnicos o espectaculares de los partidos. Todo eso, Padilla lo sabe, ya lo habían contado y comentado los reporteros y las agencias de noticias.
La mirada al Mundial de Nelson Fredy Padilla es una mirada como con el rabillo del ojo, de medio lado, buscando temas distintos al relato o al comentario de las peripecias del juego. Sus crónicas se ocupan de otras cosas: del compromiso social de un jugador de Costa de Marfil; del tamaño de algunos futbolistas o de los diseños futbolísticos de un gran arquitecto; de los orígenes remotos del juego de pelota en Grecia y en la América precolombina; de los traumas de un jugador o de un equipo; de poesía, de religión, de literatura, y de un gran país: Brasil, envuelto en la neurosis de amar y odiar el Mundial al mismo tiempo. Un texto cada día, que más parece un detrás de cámaras, un monólogo interior de alguien que, más que ver los encuentros, estudia, lee, mira, vive, y no se concentra en el juego, sino que se ocupa del entorno y de los camerinos, de la tribuna de periodistas y de los hinchas, de la selva y la calle, de lo que los otros dicen.
Y hay algo más íntimo, y quizá lo mejor, en estas crónicas literarias salpicadas de libros y de lecturas: el cronista se involucra a fondo, entero, y es él, la persona viva, la que habla ahí, aunque aparentemente siempre esté hablando de fútbol. Por eso, mientras habla de fútbol, habla también de sí mismo, porque en su escritura sigue un sabio consejo que él mismo cita de Pessoa: “…nada tuyo exageres o excluyas. Sé todo en cada cosa. Pon cuanto eres en lo mínimo que hagas”. Y Nelson Fredy Padilla obedece, y está todo aquí. Cosas importantes de la formación y de la vida: el contacto estrecho y directo con la discapacidad física, la formación en un hogar y un ambiente de cristianos evangélicos (como varios jugadores de la selección Colombia), un fenómeno cada vez más frecuente en Colombia: la austeridad, la sobriedad, el control de los instintos. Con pudor y elegancia, Padilla explica lo que eso significa, sin mojigatería.
Sus temas son íntimos, laterales, secretos: el fútbol depresivo de Francia; las explicaciones literarias de un mordisco; la nostalgia de los viejos mundiales vistos en la infancia en una pantalla en blanco y negro, o de las primeras imágenes a color, cuando éramos niños y los jugadores nos parecían no solo adultos sino casi viejos. Y pensar que ahora, a mí, ya me parecen todos tan jóvenes como niños de brazos. O las condiciones sociales de un país que no se resigna a la corrupción ni a los gastos suntuarios de un Mundial faraónico de muy dudoso retorno social y deportivo.
Y más asuntos insospechados: la política, o mejor, el uso económico y político del fútbol, sobre todo de las victorias con que los dictadores han conspirado, o, como él dice, “el éxtasis como tramoya de la tiranía”. Y en frases como esta aparece la calidad de la escritura, pero además está, omnipresente, el lector que es Padilla. Nelson Fredy en sus textos nos habla siempre de libros y de literatura, no solo de literatura futbolística, sino de literatura pura y dura.
Por último lo que más se agradece: uno termina de leer las crónicas y comprende el problema esencial que este libro resuelve: por qué el fútbol es, de todos modos, tan importante en este mundo, y no un asunto para despachar en una frase despectiva, como suelen hacer los intelectuales del Olimpo. Padilla lo explica de un modo tan original, con una mirada tan suya, que por primera vez me dieron de verdad ganas de ir a un mundial, y de vivirlo como hincha, y como periodista. Por eso me despido poniéndole una cita para el futuro: vayamos juntos al Mundial de Rusia, si estoy vivo. Y si no, que vuelva Nelson Fredy, y nos lo vuelva a contar a su manera, de esta manera tan suya y tan distinta.
Para Nancy, Mariana y Manuela,
mis hinchas de siempre.
Agradecimientos:
A mi papá por demostrarme que no hay vida sin este juego, desde la tarde en que siendo un niño, en aquella cancha sin nombre ni tribunas, junto a la arboleda danzante, fui testigo de una jugada de tiro de esquina en el último minuto: el balón dibujando la parábola y él esperándolo, elevándose en el aire —brazos abiertos y horizontales—, apoyado en la nada, impulsado por piernas resortadas; cuello y cabeza echados hacia atrás, ojos concentrados en la hermosa circunferencia raída y, un segundo más tarde, el cabezazo a la altura del horizontal, en el segundo palo; las piolas blancas preñadas, ¡golazo!, el campeonato, la celebración corriendo hacia mí, los gritos, el gentío con nosotros, el abrazo sobre la arenisca, el sudor compartido, la vuelta olímpica en medio de la nube de polvo, los destellos del trofeo, mi nacimiento como hijo del fútbol.