Tim Carroll - La gran evasión
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- Libro:La gran evasión
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:2004
- Índice:4 / 5
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La gran evasión: resumen, descripción y anotación
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La gran evasión — leer online gratis el libro completo
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Para Georgia y Patrick.
Es uno de los episodios más célebres de la Segunda Guerra Mundial. Transcurridos 60 años del suceso, ha llegado el momento de rendir homenaje al ingenio de los hombres que hicieron posible esta audaz fuga.
La gran evasión cuenta la historia de los oficiales que lograron atravesar la alambrada de espino y eludir las torres de vigilancia del Stalag Luft III, el modélico y supuestamente impenetrable campo de prisioneros que Göring ordenó construir. Algunos de ellos protagonizaron otros osados intentos de fuga, como el célebre episodio del «Caballo de Madera», que inspiró también un clásico del cine, o la poco conocida evasión de Sachsenhausen orquestada por cinco supervivientes de la «Gran Evasión» que, por orden personal de Hitler, fueron encerrados en el famoso campo de concentración para que murieran allí.
También se revela el importante papel que desempeñó el Stalag Luft III en las operaciones de inteligencia aliadas dentro de la Europa ocupada: los prisioneros extendieron una intrincada red de espionaje a través de la cual proporcionaron a Londres y Washington detalles del despliegue militar y del nivel de las operaciones enemigas y transmitieron información sobre la efectividad de los ataques aéreos.
El autor no olvida la vertiente trágica del heroico episodio: cincuenta de los participantes en la «Gran Evasión» fueron asesinados por la Gestapo. Analiza sus muertes y la investigación llevada a cabo después de la guerra para llevar ante la justicia a los asesinos.
Tim Carroll
La verdadera historia de la fuga más famosa de la Segunda Guerra Mundial
ePub r1.2
JeSsE16.06.14
Título original: The Great Escapers
Tim Carroll, 2004
Traducción: Daniel Cortés Coronas
Retoque de portada: JeSsE
Editor digital: JeSsE
Corrección de erratas: Cecco
ePub base r1.0
LOS ÚLTIMOS HOMBRES DE LA GRAN EVASIÓN
En la fecha actual, marzo de 2004, cuando han transcurrido ya sesenta años desde que se produjera la Gran Evasión, sólo quedan vivos siete de los hombres que se fugaron de Sagan a través de un túnel aquella fatídica noche. Conozcámosles y conozcamos sus reflexiones sobre la aventura que posiblemente marcó el resto de sus vidas.
Tony Bethell
Anthony Bethell fue abatido cuando sobrevolaba Holanda en un Mustang, en diciembre de 1942.
Al pensar en la Gran Evasión lo primero que me viene a la cabeza es la admiración que me despierta la genialidad de tantas personas cuya labor la hizo posible. Mis primeras tareas fueron esparcir la arena y avisar si aparecía algún «animal» hasta que me ascendieron a excavador. La primera vez que bajé pensé que me daría claustrofobia pero el estar rodeado de gente competente me tranquilizó totalmente. Una vez me quedé atrapado en «Leicester Square», uno de los refugios que había en mitad del túnel, y jamás me he sentido tan aterrorizado en mi vida. Sudaba de miedo. Me sacaron a la media hora pero a mí me pareció que había transcurrido un siglo.
La noche de la evasión, la única idea que ocupaba mi mente era que tenía una misión que cumplir. Tenía que guiar a un grupo de diez personas hasta el bosque que había a la salida del túnel. Una vez que lo conseguimos y nos vimos por fin allí nos invadió una maravillosa sensación de libertad mientras aspirábamos el aire fresco y puro del bosque. Sin embargo, el terreno era muy escabroso debido a los barrizales que se formaban al derretirse la nieve. Rompimos nuestra propia norma de no avanzar de día y fuimos atrapados por un par de «animales» que nos soltaron la cantinela de siempre: «para vosotros, se acabó la guerra». Sólo habíamos recorrido 70 u 80 kilómetros.
Me enteré de lo de «los cincuenta» estando en «la nevera» de Sagan. No podía dar crédito a lo que oía. Las estadísticas eran catastróficas: tres personas de vuelta a casa y 50 ejecutados. Pero era la guerra y en las guerras ocurren este tipo de cosas. Hay que hacer lo que hay que hacer. Roger Bushell dijo que el único propósito era el de «hostigar, confundir y desconcertar al enemigo». Y eso es exactamente lo que hicimos.
Tony, que en la actualidad tiene 82 años, vive en Canadá con su segunda esposa, con quien lleva 30 años casado. Entre los dos tienen ocho hijos y catorce nietos.
Les Brodrick
El Lancaster de Lesley Charles James Brodrick fue derribado cuando regresaba de un bombardeo sobre Stuttgart.
La noche de la evasión éramos unos 200, todos con nuestros pesados abrigos, apelotonados en una caseta en la que pronto empezó a hacer mucho calor. Por lo visto, se podían ver nubes de vapor saliendo por las ventanas pero afortunadamente los alemanes no se percataron de nada. Al principio todo era muy emocionante aunque pronto los ánimos empezaron a decaer porque tuvimos que permanecer allí sentados durante horas y horas, esperando turno para salir.
El túnel daba un poco de miedo, la verdad. La mayoría de nosotros no habíamos estado nunca antes allí y el pánico empezó a cundir un poco cuando algunos nos dimos cuenta de que sufríamos de ataques de claustrofobia. Una vez fuera, para ser sincero, lo primero que pensé fue en el tiempo horrible, frío y desapacible que hacía. Tres de nosotros decidimos coger el «tren de san Fernando», cruzar el país hasta Checoslovaquia, donde nos dijeron que alguien podría ayudarnos.
Desgraciadamente nos paramos a pedir ayuda en una casa donde resultaron estar alojados soldados alemanes. Cuatro alemanes salieron a nuestro encuentro y ahí acabó todo. Me enviaron de nuevo a Sagan y me pasé dos semanas en la «nevera». Cuando salí me enteré de lo de «los cincuenta». Mis dos compañeros estaban entre ellos. Francamente, la primera idea que me vino fue que había tenido mucha suerte. ¿Mereció la pena? Creo que no, realmente. ¿Cincuenta hombres muertos a apenas unos meses del fin de la guerra? No, no valió la pena.
Les volvió a Inglaterra y fue profesor en una escuela de Canvey Island antes de trasladarse a Sudáfrica, donde reside actualmente con su esposa y sus dos hijos.
Dick Churchill
Sidney Albion Churchill acabó en Sagan después de que su bombardero ligero resultara abatido por un Messerschmitt 109 sobre Ludwigshafen, en septiembre de 1940.
A diferencia de lo que ocurre en la película, en la evasión real no hubo ningún estadounidense, lo que fue una pena pues sí que participaron activamente en la construcción del túnel. Pero los trasladaron al Recinto Sur poco antes de que nos fugáramos. Fue una lástima. Roger Bushell era un hombre de gran determinación. Y nuestro oficial superior,Wings Day, era un hombre que inspiraba tal respeto que, si nos hubiera ordenado asaltar las alambradas, un centenar de nosotros lo hubiéramos hecho sin pensárnoslo dos veces, incluso tratándose de una misión suicida. Pero no quiero darle vueltas a lo que pasó hace casi 60 años. Prefiero concentrarme en pensar qué van a hacer con sus vidas mis cinco nietos.
Dick, que actualmente tiene 86 años, vive en Devon, Inglaterra.
Sydney Dowse, Cruz al Mérito Militar
Apodado cariñosamente «the Laughing Boy» («el Sonrisas») por su jovialidad y facilidad de trato, Sydney Hestings Dowse, piloto de Spitfire, fue uno de los principales excavadores de Harry, después de haber llevado a cabo ya dos intentos de fuga.
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