Victor Serge - El año I de la Revolución rusa
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- Libro:El año I de la Revolución rusa
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:1930
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El año I de la Revolución rusa: resumen, descripción y anotación
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Omnia sunt communia!
TREINTA AÑOS DESPUÉS
¡Qué espantoso camino hemos recorrido en estos últimos treinta años! El acontecimiento que más esperanzas traía consigo, el más grandioso de nuestros tiempos, parece haberse volteado enteramente contra nosotros.
¿Qué nos queda de aquellos entusiasmos inolvidables de 1917? Muchos hombres de mi generación que fueron comunistas en los inicios, ahora sólo conservan sentimientos de rencor hacia la Revolución rusa. Quedan ya muy pocos testigos o participantes. El partido de Lenin y de Trotski ha sido fusilado. Los documentos destruidos, falsificados o escondidos. Los únicos que sobreviven en número importante son los emigrados. Adversarios de la revolución, escriben o enseñan apoyados por el conservadurismo aún poderoso que, en nuestra época de desorden mundial, no es capaz ni de ceder, ni de ser objetivo… Una lógica miserable afirma la derrota del bolchevismo, del marxismo y del socialismo, señalándonos el negro espectáculo de la URSS estaliniana. Manera fácil de escamotear los problemas que aquejan al mundo y que no lo dejarán durante mucho tiempo. ¿Pueden olvidarse los otros fracasos? ¿Qué ha hecho el cristianismo durante las catástrofes sociales? ¿Qué ha sido del liberalismo? ¿Qué ha producido el conservadurismo ilustrado o reaccionario? ¿No es lo que engendró a Mussolini, a Hitler, a Salazar y a Franco? Si se tratara de sopesar honestamente los fracasos de la ideología, tendríamos trabajo para rato. Y nada ha terminado…
Todo acontecimiento es a la vez definitivo y transitorio. Se prolonga en el tiempo bajo aspectos frecuentemente imprevisibles. Antes de esbozar un juicio acerca de la Revolución rusa, recordemos los cambios de rostro y de perspectiva que sufrió la Revolución francesa. El entusiasmo de Kant cuando se enteró de la toma de la Bastilla… El Terror, Termidor, el Directorio, Napoleón. Entre 1789 y 1802, pareció como si se negara la república libertaria, igualitaria y fraternal. Las conquistas napoleónicas creadoras de un nuevo orden llaman la atención por su similitud con las de Hitler, al ser comparadas sobre el mapa. El emperador se convirtió en el «Ogro», el mundo civilizado se unió contra él. La Santa Alianza pretendió restablecer y estabilizar el Antiguo Régimen en toda Europa… Vemos, sin embargo, que la Revolución francesa, por la aparición de la burguesía, del pensamiento científico y de la industria, fecundó al siglo XIX. Pero, treinta años después, en 1819, en tiempos de Luis XVIII y del zar Alejandro I, ¿no apareció como la más cara de las derrotas históricas? Cuántas cabezas cortadas, cuántas guerras, para llegar a una ridícula restauración monárquica.
Es natural que hoy en día la falsificación de la historia sea cosa común. De las ciencias inexactas, la historia es la que más daña los intereses económicos y psicológicos. Las leyendas, los errores, las interpretaciones tendenciosas pululan alrededor de la Revolución rusa, aunque sea fácil informarse acerca de los hechos… Pero, claro está, es más cómodo escribir o hablar sin informarse.
Se afirma con frecuencia que el «golpe bolchevique de octubre-noviembre de 1917 derribó a una democracia naciente…» No hay nada más falso. La república aún no se había proclamado en Rusia, no existía ninguna institución democrática seria fuera de los Soviets o Consejos de obreros, de campesinos y de soldados… El Gobierno Provisional presidido por Kérenski se había negado a cumplir con la reforma agraria, a iniciar negociaciones de paz reclamadas por la voluntad popular, a tomar medidas efectivas contra la reacción. Vivía en un estado transitorio entre dos vastos complots permanentes: el de los generales y el de las masas revolucionarias. Nada permitía prever el establecimiento pacífico de una democracia socializante, la única que hubiese sido hipotéticamente viable. A partir de septiembre de 1917, la dictadura es la única alternativa, la de los generales reaccionarios o la de los Soviets. Dos historiadores opuestos están de acuerdo en este punto: Trotski y el hombre de Estado liberal de derecha Miliukov. La revolución soviética o bolchevique fue el resultado de la incapacidad de la revolución democrática, moderada, inestable e inoperante que dirigían, desde la caída de la autocracia, la burguesía liberal y los partidos socialistas transigentes.
También se afirma que la insurrección del 7 de noviembre (25 de octubre en viejo estilo) de 1917 fue obra de una minoría de conspiradores, el partido bolchevique. Todo lo contrario de lo que pueden verificar los hechos. 1917 fue un año de acción de masas sorprendente por su multiplicidad, su variedad, su potencia, la perseverancia de las iniciativas populares cuya fuerza levantaba al bolchevismo. Los disturbios agrarios se extendían por toda Rusia. La insubordinación aniquilaba toda la antigua disciplina del ejército. Kronstadt y la marina del Báltico se habían negado categóricamente a obedecer al Gobierno Provisional y fue la intervención de Trotski ante el Soviet de la base naval la que evitó un conflicto armado. El Soviet de Tashkent en el Turkestán, había tomado el poder por su propia iniciativa… Kérenski amenazaba al Soviet de Kaluga con su artillería… Sobre el Volga, un ejército de 40 000 hombres se negaba a obedecer. En los suburbios de Petrogrado y de Moscú se formaban guardias rojas y obreras. La guarnición de Petrogrado se ponía a las órdenes del Soviet. Dentro de los Soviets, la mayoría pasaban pacíficamente y sin fraude de los socialistas moderados a los bolcheviques, quienes, por cierto reaccionaban con extrañeza a ese cambio. Los socialistas moderados abandonaban a Kérenski. Éste ya sólo podía contar con los militares totalmente impopulares. Por eso la insurrección venció en Petrogrado casi sin derramamiento de sangre, en medio del entusiasmo. Recomiendo leer acerca de esto las páginas magistrales de John Reed y de Jacques Sadoul, testigos oculares. El complot bolchevique fue arrastrado literalmente por una ola creciente.
Es conveniente recordar que el Imperio se había derrumbado en febrero-marzo de 1917 bajo la fuerza del pueblo desarmado de los suburbios de Petrogrado. La fraternización espontánea de la guarnición con las manifestaciones obreras decidió la suerte de la autocracia. Más tarde se buscó a los desconocidos que habían tomado la iniciativa de esa fraternización; se reconocieron varios pero la mayoría quedó en el anonimato… Los líderes y los militantes más calificados de todos los partidos revolucionarios se encontraban en ese entonces en el extranjero o en prisión. Los pequeños grupos existentes en Petrogrado estaban tan sorprendidos por los acontecimientos que el grupo bolchevique pensó incluso en publicar un llamamiento para que se reanudara el trabajo en las fábricas. Cuatro meses más tarde, la experiencia del gobierno de coalición de los socialistas moderados y de la burguesía liberal suscitaba una ira tan grande que a principios de julio la guarnición, junto con los suburbios, organizan una manifestación armada bajo la consigna del poder de los Soviets. Los bolcheviques reprueban esta iniciativa tomada por desconocidos, se unen al movimiento a disgusto para conducirlo a una liquidación dolorosa y peligrosa. Pensaban, probablemente con razón, que el resto del país no seguiría a la capital. Naturalmente se convierten en víctimas. Persecución y calumnias («agentes de Alemania») caen sobre ellos. A partir de ese momento saben que si no se colocan a la cabeza del movimiento de masas, caerán en el desprestigio y los generales lograrán su cometido.
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