Sean McMeekin - Nueva historia de la Revolución rusa
Aquí puedes leer online Sean McMeekin - Nueva historia de la Revolución rusa texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2017, Editor: Taurus, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
Novela romántica
Ciencia ficción
Aventura
Detective
Ciencia
Historia
Hogar y familia
Prosa
Arte
Política
Ordenador
No ficción
Religión
Negocios
Niños
Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.
- Libro:Nueva historia de la Revolución rusa
- Autor:
- Editor:Taurus
- Genre:
- Año:2017
- Índice:3 / 5
- Favoritos:Añadir a favoritos
- Tu marca:
- 60
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
Nueva historia de la Revolución rusa: resumen, descripción y anotación
Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Nueva historia de la Revolución rusa" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.
Nueva historia de la Revolución rusa — leer online gratis el libro completo
A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Nueva historia de la Revolución rusa " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
SÍGUENOS EN
@Ebooks
@megustaleer
@megustaleer
Para Ayla y Errol
L a Revolución rusa, al igual que las dos guerras mundiales del siglo XX , causó estragos en el ámbito de los nombres, pues ciudades y regiones enteras pasaron de un imperio a otro, dejaron de formar parte de imperios para convertirse en Estados-nación y, en ocasiones, volvieron a formar parte de territorios imperiales. Curiosamente, Moscú no se vio afectada por esta revolución en la forma de referirse a determinados topónimos, pero es un caso aislado en un tablero cuyo estudio suscita dolor de cabeza. En la mayor parte del presente libro se habla de Petrogrado, nombre que ostentó la antigua San Petersburgo entre 1914 y 1924 antes de convertirse en Leningrado. En el caso de otras ciudades, utilizo los nombres de la época e incluyo su denominación actual entre paréntesis; por ejemplo, Reval (Tallin) o Tartu (Dorpat). En casos políticamente más sensibles, doy tres versiones diferentes, como cuando hablo de Lemberg (Lvov/Lviv). En el periodo que cubre este libro, hasta los funcionarios del gobierno otomano denominaban Constantinopla a lo que hoy es Estambul, y, por tanto, utilizo el nombre que recibía en la época. Aunque la República de Turquía no existió oficialmente hasta 1923, cuando quiero referirme a épocas anteriores a esa fecha hablo de Turquía o del Imperio otomano indistintamente, como hacían por entonces muchos turcos y la mayoría de los rusos y europeos.
Las fechas son un problema especialmente importante en la historia moderna de Rusia, porque el calendario juliano, que aún se utilizaba allí, llevaba doce o trece días de retraso con respecto al calendario gregoriano de uso común en Occidente, que los bolcheviques adoptaron en enero de 1918, en pleno drama revolucionario ruso. Cuando indico fechas destacadas de la historia rusa o de la europea anteriores a ese año, procuro ofrecer ambas; por ejemplo: 1/14 de 1916, donde es la fecha del calendario juliano y , la del gregoriano. En 1917, año en el que hay que mencionar muchas fechas y que, en el contexto ruso, es de vital importancia, me ciño al calendario juliano para no crear confusión en relación con los meses que forman parte de la terminología revolucionaria (revolución de Febrero , días de Abril y Julio , revolución de Octubre ). Vuelvo al calendario gregoriano a partir de la fecha en que fue adoptado por los bolcheviques, a mediados de enero de 1918. Iré advirtiendo al lector del momento en el que ocurren estos cambios.
En cuanto a la transliteración de los nombres rusos, pido disculpas a los expertos, pues a veces difiero ligeramente del sistema establecido por la Biblioteca del Congreso. Con ello he pretendido que estos se lean y recuerden lo más fácilmente posible; pero, puesto.
A menos que se indique o que esté citando un texto traducido, las traducciones del francés, alemán, ruso y turco son mías.
E L PRIMER SIGLO DE LA R EVOLUCIÓN RUSA
A l igual que 1789, el año en que estalló la Revolución francesa, 1917 forma parte de ese léxico asociado a fechas de la historia mundial que todo ciudadano culto debería recordar. Sin embargo, existen profundos desacuerdos en torno al significado de 1917, sobre todo porque ese año funesto hubo dos revoluciones en Rusia. En la revolución de Febrero se derrocó a la monarquía y se abrió un interregno de gobiernos mixtos, liberales y socialistas, al que puso fin la revolución de Octubre, en la que el partido bolchevique de Lenin impuso una dictadura comunista y proclamó la revolución mundial contra el «capitalismo» y el «imperialismo». Ambas derivas fueron lo suficientemente significativas como para dedicarles un estudio histórico serio. Consideradas en conjunto, constituyen un suceso transcendental de la historia contemporánea, que introdujo el comunismo en el mundo y sentó las bases de décadas de un conflicto ideológico que culminaría en la Guerra Fría (1945-1991).
Como los bolcheviques eran marxistas, ha sido el lenguaje marxista el que durante mucho tiempo ha dado color a nuestra forma de entender .
Esta forma relativamente acrítica de estudiar la Revolución rusa resultó ser sorprendentemente resistente al cambio a lo largo de las décadas, en parte porque los grandes escritores anticomunistas de los años de la Guerra Fría, como George Orwell, Alexandr Solzhenitsin o Robert Conquest, se centraron en el comunismo de la época de «madurez» .
El estudio revisionista de Pipes se publicó en pleno proceso de colapso de la Unión Soviética y fue como una bola de demolición que echó por tierra toda esperanza de que el Partido Comunista Ruso pudiera alegar legitimidad democrática, popular o moral. Convocaron a Pipes como perito en los juicios, a la manera de Núremberg (interrumpidos rápidamente), celebrados en 1992 durante el gobierno poscomunista del presidente Borís Yeltsin. Aunque muchos especialistas soviéticos se mofaron del relato revisionista de Pipes, que consideraban totalmente parcial (Pipes había sido asesor de la Administración de Reagan entre 1981 y 1982), nadie pudo ignorarlo. En los largos debates sobre el comunismo entre simpatizantes y «caballeros de la Guerra Fría», los simpatizantes siempre acababan a la defensiva cuando no directamente derrotados.
Un cuarto de siglo después, todo indica que estamos ante un nuevo giro. El éxito de ventas internacional de obras como El capital en el siglo vez más numerosos críticos del capitalismo. Si los jóvenes historiadores reviven el viejo sueño de la revolución socialista, es de esperar que publiquen libros contrarrevisionistas sobre la historia del comunismo.
Un hecho tan relevante como la Revolución rusa siempre ocupará un lugar en el debate político; se lo distorsiona, señalando que se trató de una transformación que hizo época bien al liberar a los oprimidos obreros y campesinos de Rusia («paz, tierra y pan») o bien al esclavizarlos, dependiendo de la tendencia política que se defienda. Por muy edificantes que resulten estas parábolas, tienen poco que ver con los sucesos reales de 1917 que intentan reconstruir los historiadores con acceso a la documentación original tras la caída de la Unión Soviética y la apertura de los archivos rusos.
Puesto que, afortunadamente, ya ha terminado la Guerra Fría, podemos analizar la Revolución más desapasionadamente, como un hecho histórico concreto, controvertido y de gran importancia por su duradero impacto sobre la política mundial, pero digno de ser estudiado en sus propios términos al margen de nuestros prejuicios actuales. A lo largo de las décadas, a medida que evolucionaba el interés de los historiadores, hemos ido reemplazando nuestros recuerdos distorsionados de lo sucedido por anécdotas que expresan verdades a medias y por relatos sobre la Revolución que discurren por caminos trillados y que se repiten una y otra vez. Ha llegado la hora de descender del empíreo de la argumentación ideológica en torno a 1917 y volver al sólido terreno de los hechos. Recuperar las fuentes originales nos permite redescubrir la Revolución en tiempo real y desde la perspectiva de actores claves que no sabían cómo acabaría la historia cuando actuaban.
Tamaño de fuente:
Intervalo:
Marcador:
Libros similares «Nueva historia de la Revolución rusa»
Mira libros similares a Nueva historia de la Revolución rusa. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.
Discusión, reseñas del libro Nueva historia de la Revolución rusa y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.