• Quejarse

Plinio el viejo - Historia natural Libros VII-XI

Aquí puedes leer online Plinio el viejo - Historia natural Libros VII-XI texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 0077, Editor: ePubLibre, Género: Historia. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Plinio el viejo Historia natural Libros VII-XI
  • Libro:
    Historia natural Libros VII-XI
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    0077
  • Índice:
    4 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 80
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Historia natural Libros VII-XI: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Historia natural Libros VII-XI" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

Plinio el viejo: otros libros del autor


¿Quién escribió Historia natural Libros VII-XI? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Historia natural Libros VII-XI — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Historia natural Libros VII-XI " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
LIBRO VII

(1) El mundo con sus tierras, pueblos, mares, ***. Las características de los seres que viven en él requieren una observación no menos particularizada, aunque el espíritu humano ni siquiera en esto pueda abarcarlo todo.

El comienzo se dedicará con toda razón al hombre, por cuya causa parece que la naturaleza ha engendrado todo lo demás con un precio grande y cruel frente a tantos dones suyos, de manera que no se puede juzgar si ha sido para el hombre la mejor madre o la más funesta madrastra. En primer lugar, es el único de todos los seres vivos que se cubre con recursos ajenos. A los demás les concedió diversos modos de cubrirse: caparazones, cortezas, pieles, espinas, pelo, púas, crines, plumas, alas, escamas, lana; incluso a los troncos de los árboles los ha protegido del frío y del calor con una corteza, a veces doble: sólo al hombre en el día de su nacimiento, desnudo y en la tierra desnuda, lo incita al vagido y al llanto, y a ningún otro entre tantos animales lo incita a verter lágrimas, y éstas inmediatamente después del comienzo de su vida, como prueba de que es el más débil de todos los animales? Finalmente, las enfermedades y tantos remedios inventados contra los males, ¡y esos remedios también son vencidos enseguida por cosas inesperadas!

Y los demás seres perciben unas características propias, unos se sirven de la velocidad de sus miembros, otros de la rapidez de vuelo, otros pueden nadar: el hombre no sabe nada de nada sin instrucción, no habla, no anda, no come y, para abreviar, ¡espontáneamente por su naturaleza no hace otra cosa que llorar! Por eso, ha habido muchos que pensaban que lo mejor era no nacer o ser suprimido lo más rápidamente posible. Es el único de los seres vivos al que se le ha dado el dolor por la muerte, los excesos del lujo, y de maneras ciertamente innumerables y a través de todos sus miembros, el único al que se le han dado la ambición, la codicia, un inmenso deseo de vivir, la superstición, la preocupación por la sepultura y también acerca de lo que sucederá después de él. Ningún ser tiene una vida más frágil, ninguno un deseo mayor de todo, un pavor más oscuro, una saña más aguda.

Por último, el resto de los seres se comporta con rectitud dentro de su propia especie. Vemos que se congregan y se mantienen firmes frente a los que son diferentes: los fieros leones no luchan entre sí, la mordedura de las serpientes no afecta a las serpientes, incluso las bestias del mar y los peces sólo se muestran crueles contra los de distinta especie. En cambio, ¡por Hércules!, la mayor parte de los males del hombre procede del hombre.

Del conjunto del género humano, en una gran parte, también he hablado en mi exposición de los pueblos. Y, desde luego, no voy a tratar ahora los ritos y costumbres, innumerables y casi tantos cuantos grupos de hombres existen; sin embargo, creo que no se deben omitir algunos y, en especial, los de los que viven más lejos del mar, entre los que no dudo que a muchos algunas cosas les van a parecer prodigiosas e increíbles. Pues, ¿quién iba a creer que existían los etíopes, de las manchas de los tigres y de las panteras y de los colores de tantos animales, es un hecho breve de decir pero infinito en su valoración, que hay tantos idiomas, tantas lenguas, tan gran diversidad de formas de hablar que un extranjero para el de otro país apenas hace el papel de hombre. Ya en nuestro aspecto y en nuestro rostro, aunque sólo hay en él diez miembros o poco más, entre tantos miles de hombres no existen dos figuras que no se puedan distinguir, cosa que no puede conseguir ningún arte en un número pequeño de objetos por más que se lo proponga. Y, sin embargo, yo no voy a empeñar mi credibilidad en la mayoría de estas cosas y más bien remitiré a los autores que se nombren en todos los temas dudosos, sin que repugne seguir a los griegos, tanto por su exactitud mucho mayor, como por su dedicación más antigua al estudio.

(2)
Aspectos sorprendentes de algunos pueblos

Ya he mencionado que hay pueblos escitas, y muchos, que se alimentan de carne humana.

Según Crates de Pérgamo, en el Helesponto, en los alrededores de Pario, existió una raza de hombres, a los que llama ofiógenes, que solían curar las mordeduras de serpiente con el simple contacto y extraían el veneno del cuerpo con la imposición de las manos. Según Varrón, todavía hay allí unos pocos cuya saliva es antídoto contra las mordeduras de serpiente.

Calífanes cuenta que, más allá de los nasamones y limítrofes con ellos, están los maclias, andróginos, con características de ambos sexos, que copulan entre sí tomando alternativamente una u otra naturaleza. Aristóteles añade que tienen la mama derecha de hombre y la izquierda de mujer. Hasta ese punto la naturaleza, habiendo puesto en el hombre la inclinación de las fieras de alimentarse con vísceras humanas, quiso poner también veneno en todo el cuerpo e, incluso, en los ojos de algunos, para que no existiera ninguna clase de mal que no estuviera en el hombre.

No lejos de la ciudad de Roma, en el territorio de los faliscos, hay unas pocas familias que se llaman hirpos. Éstas, en el sacrificio anual que se ofrece a Apolo al pie del monte Soracte.

La India y la zona de los etíopes son especialmente abundantes en prodigios. En la India nacen los seres más grandes. Prueba de ello son los perros, más grandes que los demás.

El río Árabis separa a los oritas de los indios. Aquéllos no conocen otro alimento que los peces, que secan al sol después de hacerlos pedazos con las uñas y, así, de ellos hacen pan, según refiere Clitarco. En los desiertos de África, se presentan a la vista figuras de hombre y, al momento, se desvanecen.

La naturaleza hizo del género humano estas y otras cosas semejantes como objeto de burla para ella, para nosotros, como curiosidades prodigiosas. ¿Y quién podría enumerar una por una las que hace cada día y casi cada hora? Baste para dejar al descubierto su poder, el haber puesto pueblos entre las cosas prodigiosas.

A continuación, unas cuantas cosas muy conocidas en el hombre.

(3)
Partos prodigiosos

El nacimiento de trillizos está confirmado por el ejemplo de los Horacios y los Curiacios.

Nacen incluso algunos de uno y otro sexo al mismo tiempo, los que llamamos hermafroditas, antiguamente llamados andróginos, y considerados como seres prodigiosos, ahora, en cambio, como objetos de placer.

La transformación de mujer en hombre no es cosa de mitos. Encontramos en los Anales que, en Casino, durante el consulado de Publio Licinio Craso y Gayo Casio Longino.

*** en los partos de gemelos pocas veces sobreviven tanto la madre como los hijos, a no ser que viva uno solo; y si son de distinto sexo, es todavía menos frecuente que sobrevivan los dos. Las niñas nacen más rápidamente que los niños, del mismo modo que envejecen más rápidamente. En el vientre de la madre, los niños se mueven más y se llevan casi siempre en la parte derecha, las niñas en la izquierda.

(4)
La reproducción del hombre. Plazos de gestación de 7 a 13 meses con ejemplos célebres

Los demás seres vivos tienen un tiempo determinado para la gestación y para el parto; el hombre nace durante todo el año y con un plazo de gestación incierto; uno, en el séptimo mes; otro, en el octavo; incluso, hasta en los comienzos del undécimo. Antes del séptimo mes nunca es viable. En el séptimo mes tampoco nacen, a no ser que hayan sido concebidos la víspera o al día siguiente del plenilunio, o en el interlunio. Según la tradición, en Egipto se nace en el octavo mes y, ciertamente, tales partos son viables ya incluso en Italia, contra la opinión de los antiguos.

(5)
Señales en las embarazadas indicadoras del sexo antes del parto

A partir de los diez días de la concepción los síntomas de que ha comenzado un hombre son: dolores de cabeza; en los ojos, vértigos y mareos; repugnancia en las comidas, y náuseas. La gestación de un niño da mejor color y un parto más fácil; el movimiento en el vientre se produce a los cuarenta días. Todo es contrario en el otro sexo: un peso insoportable y una ligera hinchazón de las piernas y la ingle; en cambio, el primer movimiento es a los noventa días.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Historia natural Libros VII-XI»

Mira libros similares a Historia natural Libros VII-XI. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Historia natural Libros VII-XI»

Discusión, reseñas del libro Historia natural Libros VII-XI y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.