Ramón Solís - El Cádiz de las Cortes

Este libro recrea de forma literariamente admirable —que evita al lector el fárrago de la erudición, pero que deja transparentar la seriedad y extensión de la documentación utilizada— el clima gaditano, en la época de la invasión napoleónica de España. Como señala Don Gregorio Marañón en su prólogo, «ha construido no la crónica oficial de la ciudad en una de sus etapas, sino la vida entera, la oficial y la que no lo es o no lo parece, con su íntegra humanidad viva». La estructura y características urbanas de Cádiz, la composición social de su población, el desarrollo industrial y comercial, la vida política, las modas y espectáculos, la actividad cultural y periodística, etc., son analizados en sus aspectos más significativos e incorporados luego, dinámicamente, al cuadro vivo de la ciudad que dio asilo a las Cortes, resistió el sitio napoleónico y se sintió conmocionada por las primeras noticias de la insurrección americana.

Ramón Solís

La vida en la ciudad en los años 1810 a 1813

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lgonzalezp 28.11.17

Título original: El Cádiz de las Cortes

Ramón Solís, 1969

Diseño de cubierta: lgonzalezp

Editor digital: lgonzalezp

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RAMÓN SOLÍS LLORENTE, (Cádiz, 1 de marzo de 1923 – Madrid, 25 de enero de 1978). Inicia sus estudios elementales en el Colegio del Pilar de Madrid. Continúa sus estudios en el Colegio San Felipe Neri de Cádiz. En 1944 abandona sus estudios de marino e inicia los de ingeniero de Montes, que, más tarde, simultanea con los de Ciencias Políticas y Económicas. En 1949 termina la carrera de Ciencias Políticas y Económicas y es nombrado corresponsal en Madrid del semanario La Voz del Sur.

Un año más tarde publica su primera novela La bella sirena. En 1956 presenta su novela Los que no tienen paz al premio Planeta y queda finalista. Esta novela fue llevada al teatro por su paisano José María Pemán con el título Los monos chillan al amanecer.

Sus cualidades de historiador se revelan en El Cádiz de las Cortes que obtuvo el premio Fastenrath de la Real Academia Española en 1960. Es elegido miembro de la Real Academia de la Historia. En 1961 es concejal del Ayuntamiento de Cádiz. Al año siguiente regresa a Madrid. Publica más novelas, Ajena crece la hierba, Un siglo llama a la puerta, El canto de la gallina, El alijo, La eliminatoria, El dueño del miedo, y Mónica, corazón dormido, llevada al cine por el director José Antonio Nieves Conde con el título de Más allá del deseo. Publica también algunos ensayos, Coros y Chirigotas, La guerra de la Independencia Española. En 1968 es nombrado director de la revista La Estafeta Literaria y en 1970 obtiene el Premio Nacional de Literatura «Miguel de Cervantes». Fue presidente del Ateneo de Madrid.

[1] Vid. Ramón de Mesonero Romanos: Memorias de un setentón.

[2] El número de edificios destruidos en el extramuro alcanzó, según Adolfo de Castro —Cádiz en la guerra de la Independencia…, pág. 49—, una cifra superior a las 200 casas. Hay que pensar que fueran las más altas y las mejor situadas.

[3] En el acta de 12 de septiembre de 1799 hay autógrafos de los ocho arquitectos gaditanos entonces existentes: Miguel Olivares, Torcuato Benjumeda, Antonio Jiménez, José León, José Jiménez, Domingo de Montes, Liberato Delgado y Juan Benjumeda.

[4] En el padrón de 1813 figura don José María de Zaldo como natural de Cádiz, de veintitrés años de edad, Voluntario Distinguido, casado con doña Josefa Domine, de Sevilla, de diecinueve años de edad. Tenían en aquella fecha ocho sirvientes y vivían en el lugar citado.

[5] A esta escritura se une el recibo de haber pagado por derecho de alcabalas 11 maravedises.

[6] El comercio gaditano pierde entre 1886 y 1887 veinte millones de pesos. Conde de Maule, pág. 475.

[7] Conde Maule, op. cit., pág. 476.

[8]Demostración de los distinguidos servicios…, ya citada. Este mismo concepto puede verse en el Conde de maule y en Vargas Ponce: Servicios de Cádiz desde MDCCCVIII a MDCCCXVI. Cádiz, 1818.

[9] Solo platerías había en Cádiz 49.

[10] Sesión de 1.º de marzo de 1811.

[11]Examen acerca del dictamen fiscal, propuesto por el Mariscal de Campo don Tomás Moreno, al Supremo Consejo, en 25 de septiembre. Dirígese a nuestro Católico Monarca Fernando VII. Cádiz, en la Imp. de la Viuda de Comes. (Está firmado por P. P. C. , a 5 de noviembre de 1810).

[12] Denominado también de La Barrosa, del Cerro de la Cabeza del Puerco, del Pinar, etc.

[13] Esta diferencia numérica no debe extrañar, ya que el objetivo de la guarnición era únicamente hostilizar a las baterías francesas y el de estas era atacar a Cádiz y solo circunstancialmente al fuerte.

[14] En la edición completa de esta obra se incluye una relación con el domicilio en Cádiz de numerosos diputados según el padrón de 1813.

[15] Publicado en el Redactor General del día 28 de junio de 1812.

[16] Villanueva, op. cit., pág. 280.

[17] Hoy calle de Arbolí. Como dato curioso diremos que en el mismo lugar que ocupó la casa de la Camorra tuvo hasta 1936 su sede la Casa del Pueblo.

[18] Conde de Toreno: Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, etc. Biblioteca de Autores Españoles, tomo LXIV, pág. 408.

[19] Menéndez Pelayo: Historia de los heterodoxos…, VI, páginas 36 y 37.

[20] hermano del entonces más célebre y conocido don Tomás que fue diputado en las segundas Cortes y entonces síndico del Ayuntamiento.

[21] Sánchez Agesta: Historia del constitucionalismo español.

[22]La mujer gaditana, pág. 146.

[23] Ibidem, pág. 147.

[24] P. Luis Coloma: Recuerdos de Fernán Caballero, pág. 119.

[25] Inútilmente he buscado el nombre de don Juan Nicolás Böhl de Faber en el Padrón de 1814.

[26]Recuerdos, pág. 15.

[27] 26 de noviembre de 1811.

[28] En la edición completa de esta obra se da una lista por orden alfabético de las comedias representadas en Cádiz durante el sitio.

[29] En la edición completa de esta obra se da una lista por orden alfabético de los sainetes representadas en Cádiz durante el sitio.

[30] Viene esto del zapatero a cuento de una anécdota que le ocurrió a Wellesley, hermano de Wellington, a su llegada a Cádiz como embajador. Como fuera aclamado por la multitud, le arrojó una bolsa con dinero, que recogió un zapatero. Este, acompañado por otros hombres del pueblo, sube donde está el embajador y se la devuelve, diciendo: «Si el pueblo de Cádiz aclama a V. E. es porque en él mira al representante de la nación aliada de España para combatir a Bonaparte. Este entusiasmo no se paga con el oro, sino con la gratitud. Tome V. E. el bolsillo y no vea en ello un desaire, sino una prueba de la sinceridad, del afecto de esta población». (Adolfo de Castro, entre otros, relata la anécdota en Cádiz en la guerra…, pág. 43).

[31] «Finalmente, cosas he visto en Cádiz por este término que no he visto tan perfectamente establecidas en ningún pueblo ni ciudad de cuantos he andado hasta ahora; ni tampoco igual celo al de sus capitulares, que concurren, se junta y trabajan, como a competencia, en promover todos estos bienes», tomo XVII, página 354.