Paul Theroux - En el gallo de hierro
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- Libro:En el gallo de hierro
- Autor:
- Editor:ePubLibre
- Genre:
- Año:1988
- Índice:4 / 5
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En el gallo de hierro: resumen, descripción y anotación
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Para Anne
Título original: Riding the Iron Rooster
Paul Theroux, 1988
Traducción: Margarita Cavándoli
Editor digital: Titivillus
ePub base r2.1
[1] Evidentemente, Theroux se refiere a O-Zone, publicada en España con el título Zona exterior, Tusquets Editores, Barcelona, 1988, traducción de Iris Menéndez. (N. de la T.)
[2] Estas novelas se tradujeron al castellano con los siguientes títulos: Historia de dos ciudades, Tiempos difíciles, La letra escarlata y Las uvas de la ira. (N. de la T.)
[3] El terremoto que en 1976 asoló China y en el que el mundo apenas reparó acabó con la vida de más de doscientas cincuenta mil personas; en las hambrunas de 1957 a 1959 murieron 16 millones de chinos.
[4] «Ah Q representa a todos los que compensan sus fracasos y contratiempos de la vida real considerándolos victorias morales o espirituales. » Obras selectas de Mao Zedong, volumen 1.
[5] A menudo se acusó a Mao de parecerse a Qin Shi Huangdi. Su respuesta de 1969 fue: «Bueno, ¿qué tiene Qin Shi Huangdi de extraordinario? Ejecutó a cuatrocientos sesenta eruditos. ¡Nosotros… nosotros ejecutamos a cuarenta y seis mil! Creéis que nos insultáis al decir que nos parecemos a Qin Shi Huangdi, pero cometéis un error. ¡Lo hemos superado cien veces!»
[6] «De acuerdo con la descripción de uno de sus discípulos, éstas eran las virtudes de Confucio», según el comentario que aparece en las Obras escogidas de Mao. Por lo tanto, Mao también criticó a Confucio por carecer de espíritu revolucionario.
[7] ¿Acaso algún dios chino vengativo escuchó esa conversación? Es posible. Exactamente un año después, el 20 de junio de 1987, dos chinos asesinaron a un tejano en ese mismo tren. La víctima se llamaba Ewald Cheer. El móvil fue el robo (186 dólares). Fue el primer norteamericano asesinado en China en cuarenta años. Los asesinos fueron rápidamente juzgados, condenados y ejecutados.
[8] Estaba equivocada. Mao fue el inspirador de una resolución que prohibía poner su nombre o el de otros líderes vivos a provincias, ciudades, pueblos o plazas. (Obras escogidas de Mao Zedong vol. IV ).
[9] Una de las canciones de los bóxers en 1900 decía: «Seguramente los abanderados del Gobierno abundan, / ciertamente los soldados extranjeros horda son, / pero si cada uno de los nuestros escupe en una ocasión, / abanderados e invasores se ahogarán.» (Poemas de la rebelión, Pekín, 1962).
[10] Confucio dijo: «El hecho de hacer preguntas es, en sí mismo, el rito correcto.» ( III , 15.)
[11]Diario de China, 7 de julio de 1987.
[12] Representación budista de la merced y la compasión. Es el ejemplo de los santos salvadores budistas que postergan el estado de iluminación plena para permanecer en la Tierra y aliviar los sufrimientos de la humanidad. De la palma de su mano salió el mono que fornicó con la ogresa mencionada por Theroux. (N. de la T.)
[13] Título de Buda que significa «sabio silente del clan de los Sakya» y que recalca su condición de profeta, su silencio y la inefabilidad de su mensaje. (N. de la T.)
En 1986 Paul Theroux decidió viajar a China aprovechando un año sabático. Su instinto le decía que un país tan enorme sólo puede conocerse «sin despegar los pies del suelo». Y se propuso atravesarlo viajando sólo en tren.
De Mongolia a Pekín, de Pekín a Shanghai, de Shanghai a Cantón, y de allí hacia el norte y por todo el interior del país, Theroux recorrió miles de kilómetros. El resultado es un itinerario palpitante de detalles y anécdotas, en la mejor tradición del reportaje literario, que muestra sin tópicos ni folclorismos la realidad profunda de China.
Paul Theroux
Viajes en tren por China
ePub r1.1
Titivillus 02.08.2020
El campesino ha de estar largo rato en la ladera de la colina y con la boca abierta antes de que un pato asado pase volando.
P ROVERBIO CHINO
Los movimientos que dan lugar a las revoluciones del mundo surgen de los sueños y las visiones del alma de un campesino situado en la ladera de una colina.
J AMES J OYCE , Ulises
Al principio de mi estancia en China, 1 dólar equivalía a 3 yuanes y durante mi estancia se convirtió en cerca de 4 yuanes. Los equivalentes en libras esterlinas que aparecen en el texto se basan en un cambio aproximado de 1,60 dólares por libra.
El tren a Mongolia
La inmensidad de China te maravilla. Más que un simple país, parece todo un mundo. «Todo bajo el cielo» (Tianxia) era una de las expresiones que los chinos empleaban para designar su imperio, y otra decía: «Todo entre los cuatro mares» (Sihai). Actualmente la gente viaja a China de compras o porque dispone de una semana libre y del dinero para el billete de avión. Yo decidí ir porque disponía de un año libre. El proverbio chino que dice: «Siempre podemos engañar al forastero» se convirtió en un reto personal. Mi primer objetivo era llegar a China sin quitar los pies de la tierra. También quería pasar una temporada en China, con los pies en el suelo, recorriendo todo el país.
El ferrocarril fue la solución. Era el mejor modo de viajar a Pekín desde Londres, donde casualmente me encontraba. Tenía la impresión de que todos los relatos modernos de viajes por China que había leído estaban debilitados por el jetlag: una desafortunada combinación de fatiga e insomnio. «Estábamos muy cansados» es el comentario compartido por los que viajan a China, los admiradores de monumentos y los buscadores de gangas. Ese deseo de reposar podía ser enloquecedor en un país donde toda la gente rebosa vitalidad. ¿No era ése el objetivo eterno de los chinos… que siempre están en movimiento? Aún siguen estándolo después de cinco milenios ininterrumpidos de civilización. Una de las lecciones de la historia china es que nunca saben cuándo detenerse.
Había estado en China en el invierno de 1980. Me pareció una nación lúgubre y agotada, llena de trajes azules holgados y de consignas poco convincentes escritas en pancartas rojas. Si comentabas: «Me parece que esas personas deberían usar algo más que zapatillas de lona en medio de la nieve y el hielo», te contestaban que eran afortunadas y que antaño andaban descalzas. Todo el país había adquirido un tono marrón oscuro a causa del hollín y el polvo. Había pocos árboles. Salí a observar aves y sólo vi cuervos, gorriones y ese tipo de sucias palomas que semejan ratas voladoras. Los chinos se llevaban a la boca los pájaros más raros.
Por aquel entonces los chinos señalaban en medio de la llovizna el sitio donde una fábrica escupía humo al final de un camino enfangado, donde personas encorvadas arrastraban carretillas cargadas de hierro colado y decían: «En otra época aquí no había más que prostitutas, elementos indeseables, apuestas, luces chillonas y salas de baile.» Esperaban que te alegraras de que esa pecaminosa frivolidad hubiese desaparecido y que las fábricas te fascinasen, pero yo me limité a suspirar. Vi las jóvenes que se destruían en las fábricas, que destrozaban sus bonitos dedos en los telares de madera o que perdían la vista haciendo rebuscados bordados en «punto prohibido». Bajaban la voz cuando mencionaban a Mao. Conmovidos y agobiados por el trabajo, decían: «Debido al éxito de la gran Revolución Cultural proletaria…» Y me servían comidas que reventaban las entrañas.
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